VALPARAÍSO.
EL SECRETO DEL SACROMONTE DE FERNANDO DE VILLENA
F. MORALES LOMAS
La
narrativa del escritor granadino Fernando de Villena va fortaleciéndose con
cada nuevo título. La última es
Valparaíso. El secreto del Sacromonte (2015), publicado en la Editorial
Port Royal, Granada, en una buena edición al cuidado de Ángel Moyano.
Fernando de
Villena ha realizado una novela bien estructurada, compleja, variada y con un
ritmo de ópera. Su documentación ha sido abundante pero bien articulada y evitando
esas costuras que tienen en ocasiones las novelas que usan de la investigación
documental o histórica.
La novela
posee grandes dosis de intriga en torno a una arqueta aderezada con valiosísimas
gemas en cuyo interior se encuentran algunos restos de la primitiva Arca de la
Alianza. Esta arqueta se convertirá en
el aleph de la novela, centro de las
pesquisas que se llevan a cabo y argumentario o pretexto para iniciar un
recorrido histórico que nos conduzca por los lugares donde estuvo guardada y el
hallazgo en una abadía del Sacromonte.
La novela participará
así de diversos subgéneros narrativos: novela de investigación, novela
histórica, novela documental y novela de reconstrucción vital. Hay dos
elementos que destacaría sobre el resto: la estructura argumental, múltiple,
diversa y variada (tanto como sus narradores), y el ritmo narrativo, con un
pulso raudo que permite discurrir por la novela con un evidente placer
literario no exento de intriga, solo resuelta en los últimos momentos de la
obra.
En esa
estructura hallamos diez partes y una serie renovada de capítulos cada una en
cuyo seno existe una autonomía e independencia propia pero que están enhebrados
por la fortaleza de esa arqueta misteriosa que pervive durante las diversas
épocas históricas y va de una a otra mano sin solución de continuidad. Los
apartados son: El archivo de las cuatro llaves (once capítulos), Jerusalén (cuatro),
Epítome de la Chronica Caesaraugustana (una introducción y tres fragmentos),
Historia de Rodrigo… (cuatro), El preceptor del Rey (cuatro), El emplazamiento
de la arqueta (cuatro), Más sobre el archivo de las cuatro llaves (tres), El
nuevo abad (cuatro), Planes secretos (tres) y Despedida (dos).
Se inicia
en el momento actual para después realizar un variado recorrido histórico desde
el año 70 a. C., el escritor Flavio Josefo, los reyes godos, don Rodrigo… hasta
volver circularmente al momento actual y cerrar el círculo que se había
iniciado en el primer capítulo.
Al
principio, el narrador en primera persona es un joven menor de dieciséis años que
junto con su amigo Andrés nos introduce en el ámbito escolar y a los que le
llega la información del profesor de Literatura, don Fausto, sobre la
existencia de las cuatro llaves y el secreto que guarda el Sacromonte en el
valle nombrado como Valparaíso. El poseedor de las cuatro llaves podrá conocer
ese tesoro. Esta intriga inicial que tanto nos induce a pensar en obras como Las isla del tesoro de Stevenson y la
posada del almirante Bembow es el elemento de intriga inicial que nos permitirá
ir adentrándonos en ese secreto que tan bien guarda Valaparaíso. La misteriosa
muerte de Andrés añade un nuevo elemento de intriga.
ÁNGEL MOYANO (EDITOR DE PORT ROYAL), FERNANDO DE VILLENA Y
F. MORALES LOMAS
Este
comienzo novelístico nos permite pensar que estamos ante una novela de ámbito
adolescente pero progresivamente esta perspectiva va a ir cambiando en los
capítulos siguientes. A partir del apartado II en que se produce una analepsis
histórica y nos situamos en Judea en el siglo I. Alterna la letra cursiva
inicial a redondita y así será hasta el final, salvo el apartado VII (de nuevo
en cursiva) en que se produce una prolepsis de nuevo para situarnos en la etapa
del comienzo de la novela y la solución a la muerte de Andrés.
El
recorrido histórico que comienza en ese apartado II nos permite conocer el
Jerusalén después de Cristo a través de la narración de una primera persona
protagonista de los acontecimientos, Anán, en cuya figura se desarrolla la
dominación de los romanos en Judea.
En los
siguientes apartados se produce el asedio de Roma y un resumen histórico de
diversos reyes godos desde Alarico para conducirnos en el apartado IV a esa
aleación entre literatura e historia que es el recorrido vital del último rey
godo, don Rodrigo, la pérdida de España y la llegada de los árabes. Pero en
todas estas historias siempre estará presente de un modo u otro el recorrido de
la arqueta. Se dice en la novela sobre ese final de don Rodrigo y la Cava: “Tuvo
su castigo en el hecho de recibir una mínima parte del tesoro encontrado: las
planchas de oro con los primitivos evangelios y una pata que se había
desprendido de la mesa de Salomón. Con ello y con su esposo se retiró a vivir a
Garnata, donde se firma que se entregó a la nigromancia” (p. 123).
La historia
del cardenal don Juan Martínez Siliceo recorre el apartado quinto. En ella
aparece la figura del actual poeta y amigo Ricardo Bellveser, al que le ha querido
rendir un homenaje Fernando de Villena colocándolo en la obra como maestro de
Dialéctica.
Pero esta
aparente disparidad de historias no las deja aisladas porque el escritor es muy
consciente, desde un punto de vista técnico, de la necesidad de mantener la
cohesión y la continuidad y, por este motivo, conecta esta historia con la
anterior haciendo referencia a que “leyó en esos años otras crónicas que
contaban la historia de los godos hasta su fin y cómo el rey Rodrigo entró en
la cueva de Toledo y después los árabes sacarán de allí la mesa de Salomón…”
(p. 146). Estamos en la época de Felipe II y Martínez Siliceo acaba entregando
al rey sus descubrimientos que no son sino esos tesoros de la antigüedad,
siendo recompensado con el cardenalato por el monarca.
En la parte
sexta es el sabio Arias Montano su protagonista y de nuevo surge la arqueta con
algunos trozos de la antigua Arca de la Alianza y el gran misterio en torno a
ella y el lugar donde se debe esconder. Se propone al rey que sea en la ciudad
de Granada adonde se traslade la arqueta, con lo que se preservaría la codicia
de algunos y se daría a la ciudad de Granda un objeto de devoción en un
territorio donde se produjo la llega de San Cecilio y sus discípulos.
Ese proceso
histórico es roto por el escritor en el apartado VII en el que, como decíamos,
se resuelve el crimen de Andrés. El narrador del primer apartado es ya un
sacerdote que recorre diversos lugares de la provincia y vuelve a dejar en el
misterio todo el proceso narrativo.
En los
siguientes capítulos entran en liza los judíos, y el interés de estos y el
gobierno de Israel, a través de los servicios secretos del Mossad, en recuperar
el tesoro objeto de la novela. No desvelamos las circunstancias finales para
que la lectura pueda ser concluida como merece.
La realidad
es que la construcción narrativa ha sido ardua, no tanto por el argumento en sí,
sino por esa labor de recopilación de información, de dar un orden y coherencia
a la misma tanto como la conformación adecuada de una cohesión que permita el
decurso histórico.
Desde luego
que participa de algunos elementos de esa novelística moderna en la voluntad de
mantener un elemento de fusión y de intriga que une todo el recorrido histórico,
pero existe mucho de placer por la literatura, el placer de contar una historia
(múltiples historias diríamos) en la que Fernando de Villena no olvida un punto
de didactismo e ilustración, quizá como un recordatorio de su trabajo como
profesor de literatura durante muchos años. El docere et delectare clásico que él lleva con frecuencia a sus obras.
Porque para cualquiera que lea la novela al final devendrá un poso de información
y de erudición necesaria que le permite esa documentación puesta en
funcionamiento y, sobre todo, el resultado final de una obra bien conducida y
mejor concluida que podría perfectamente ser adaptada como guion a cualquier
situación fílmica actual en el ámbito de una Granada que, para el escritor,
siempre es eje de su afectividad y emoción vital.
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