miércoles, 25 de septiembre de 2013

ENTREVISTA A F. MORALES LOMAS SOBRE BAJO EL SIGNO DE LOS DIOSES EN IDEAL DE GRANADA

EL PASADO 18 DE SEPTIEMBRE DE 2013 SE HA PUBLICADO EN IDEAL DE GRANADA LA ENTREVISTA SOBRE MI NOVELA BAJO EL SIGNO DE LOS DIOSES, EDITORIAL ALCALÁ, 2013.

PUEDES ADQUIRIRLA EN CUALQUIER LIBRERÍA Y TAMBIÉN EN LA SIGUIENTE DIRECCIÓN DE LA EDITORIAL

http://www.alcalagrupo.es/web/index.php?option=com_content&view=article&id=62&Itemid=2

lunes, 23 de septiembre de 2013

EL HUMANISMO SOLIDARIO EN LA POESÍA DE MORALES LOMAS POR ALBERTO TORÉS


12/08/2013

Estudio realizado por Alberto Torés, en el año 2005, acerca de la poesía de Francisco Morales Lomas, en donde aparecen las primeras acotaciones y aportaciones acerca de la corriente de Humanismo Solidario.



 

 Alberto Torés, F. Morales Lomas y José Sarria en la presentación en Málaga del Humanismo Solidario, Feria del Libro 2013


(Las palabras que vienen a continuación son un fragmento del Estudio Crítico inicial de Alberto Torés para la Antología Tránsito de F. Morales Lomas publicada en 2005)


  1.  



 La escritura poética de Francisco Morales Lomas ratifica un hecho indiscutible, tal sería la labor del poeta consistente en una búsqueda permanente, una investigación continua que se fundamentaría sobre dos planos básicos: el del conocimiento de la realidad y el modo de interpretarlo o transformarlo. Además, desarrolla un conflicto entre la sensibilidad y la expresión que aquí indaga claramente sobre la vida, sobre lo que mancomuna a los hombres, sobre la disposición de un humanismo solidario[1]. Tal vez, el humanismo solidario que recorre la obra poética, pero también la narrativa y crítica de Morales Lomas se deba en parte al contexto de crisis que parece nacer una vez desaparecidos los acontecimientos de Mayo del 68, cuando ya se habla del final de los grandes relatos o ideologías, en el momento en que el término de “globalización” adquiere tintes de categoría con toda su artillería, entre los que contamos el pensamiento único. No renuncia por ello a ningún detalle por insignificante que parezca. ¿Acaso no podría estructurarse una historia de la literatura basada únicamente en las ausencias? De tal suerte, acude a la historia literaria, al marxismo y a su necesidad de releerlo, replantearlo, repensarlo, al psicoanálisis, al estructuralismo, a los fondos de la educación sentimental para encontrar una voz teórica entre los signos exteriores de la modernidad y las señales inconfundibles del raigambre clásico. Se inserta su poesía en una amplia tradición que con todo se quiere reescribir. El lirismo ahora debe ocuparse de encontrar cabida para el sujeto y la colectividad, el sueño y las cotidianidades. Articular, consensuar sus infinitivos susceptibles de identificar esta poesía orientada en sintetizar las contradicciones, en reencontrar el gusto por la emoción y también por la expresión, en mostrar su inquietud más cercana a lo ajeno que a lo propio, en el eco sonoro de hallar algunos rasgos en los descosidos de la prosa. No es casual que F. Morales Lomas deba leerse desde una perspectiva múltiple. Catedrático de Literatura, el empeño por la actitud docente corre paralelo a la preocupación creativa que a veces toma un modelo versal, en otras ocasiones se ajusta a un referencial narrativo, incluso la inquietud se traduce en forma de tesis doctoral.

El espacio que se busca es el segmento que queda con vocación plena entre teorizar lo poético y poetizar lo teórico: he ahí el punto de partida y a la vez de llegada de esta tendencia humanista solidaria.

Poesía de pasión hasta llegar a la desesperación más perturbadora; poesía de serenidad hasta rozar el desaliento; poesía de verdad hasta configurar la esperanza; poesía que encarna la figura del escritor de la libertad; es por ello, un mundo transfigurado que se percibe con toda riqueza de matiz por el lector interesado. Un lector que comprueba que el poeta ha publicado ya en el apartado de  poesía 9 libros [2], desde que se iniciara en 1981, lo que constituye una antología esencial de su obra, no sólo es de sentido común sino una necesidad cronológica que todo creador ha de plantear en algún momento. Iniciativa llevada a cabo con buen criterio por parte del Instituto de Estudios Giennenses, a la que modestamente me complace contribuir.

            Francisco Morales Lomas es, dentro del campo literario, un trabajador infatigable, de manera que el dicho en virtud del cual el arte se compone fundamentalmente de trabajo -extendido y ratificado por Picasso- encuentra en las múltiples inquietudes de Morales Lomas toda su razón de ser. Crítico literario, narrador, docente y poeta, ha mostrado siempre una feliz luminosidad expresiva a la vez que una absoluta implicación con el texto y su entorno.

            No son contornos indefinidos los que pueblan los versos del poeta jiennense, sino más bien, lo instantáneamente reconocible, lo comunicativo en sus vertientes puras e impuras, ese espacio de la libertad donde se confunden lo real y lo onírico, lo posible y lo necesario. El ensayo continuado de la palabra[3].

             Así los primeros poemas de Morales Lomas se recogen en Veinte poemas andaluces y tratan fundamentalmente de hacer visible lo oculto, de enseñar en cierto modo sin dejar de deleitar o conocer. Son composiciones que se enraízan en las grandes inquietudes del hombre, de su pasado por ser exacto. La fraternidad, la dignidad, el afán de justicia, el amor, los tormentosos deslumbramientos que permiten una conciencia esencial y melancólica, lúcida y asombrosa, intuitiva y decidida. El poeta percibe la maquinización de su entorno, recibe con espíritu crítico las falsedades de unos momentos de la historia, por esta razón quiere contribuir a la rebelión colectiva, pretende acotar la injusticia social desde la atención a la vida, es decir, desde la poesía, ya que, como afirmaba P. Eluard, la verdadera poesía es el reino de la vida y no se vincula con lo que declina y muere.[4] F. Morales Lomas es ante todo un poeta atento a la vida[5].

            Habría que considerar para mejor entendimiento de su obra que, las coyunturas culturales conducen a una diversidad de propuestas teóricas, como lo atestiguan el florecimiento o al menos el mantenimiento de todo tipo de publicaciones relacionadas con la poesía. Bien es verdad que los avances tecnológicos y un manifiesto predominio del pensamiento único, además de cierta pereza mental, han posibilitado un reduccionismo crítico, hasta falsear la misma realidad y plantear la poesía, acaso la renovación de la poesía como una postura irreconciliable entre dos polos. Ese enfoque bipolar nace del deseo expreso mediático, sin contenidos rigurosos y con evidentes contradicciones desde el mismo uso terminológico. ¿Cómo podría resultar la poesía si no se basara en los hechos diferenciales, en la experiencia? El posicionamiento de la “poesía de la experiencia” y la “poesía de la diferencia”, aunque albergara una noble dialéctica originariamente, ha respondido a criterios meramente extraliterarios. Fundamento poco convincente ya que nuestro tiempo poético se caracteriza precisamente por un complejo y extraordinario eclecticismo. En este sentido, se pronuncia un crítico tan certero como Juan Carlos Suñén[6].

        Podríamos añadir otra circunstancia de resultas de nuevas gestiones políticas, por las cuales las instituciones oficiales han prestado atención al espacio de la poesía, y en cierta manera, han filtrado un mensaje uniformado que se podría interpretar como abocada al fracaso, toda perspectiva cultural que no lleve el respaldo público. Habría, en todo caso y antes que nada, que delimitar el terreno de los objetos, las prioridades e incluso los significados semánticos. Sin embargo, la única realidad que aquí me interesa es resaltar a F. Morales Lomas como un poeta, no ya con una voz singular y reconocida por los estudiosos, sino que aporta un nuevo soporte teórico para desarrollar su proyecto poético, lo que, visto la delgadez de las propuestas teóricas sobre las que se han sustentado algunas tendencias recientes, es un hecho casi inusual. Formaría parte de lo que vendríamos a denominar como “humanismo solidario”, términos aparentemente afines y por ello redundantes, pero que por su rasgo de indisociabilidad constituye un recurrencia de énfasis necesario [7].



            Morales Lomas siente una gran afinidad con los poetas del 60 y, dentro de esa generación, con los que edificaron lo que denominamos como el “romanticismo cívico” que, a poco que se establezcan lazos vinculantes, se comprobará que la “poesía de la experiencia” tiene algunas deudas contraídas con estos poetas. Un grupo de autores socialmente implicados pero que huyen del arte panfletario para lanzarse en complejas indagaciones particulares, y, de manera muy especial, para no verse impregnados de la poesía tan cautivadora de Claudio Rodríguez. Pensemos en Rafael Ballesteros, Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Hernández, Félix Grande, Rafael Soto Vergés, Jesús Hilario Tundidor, Joaquín Benito de Lucas, Diego Jesús Jiménez, Manuel Ríos Ruiz, José Miguel Ullán, Francisca Aguirre y el roteño Ángel García López que es el más firme defensor de esta magnífica promoción poética[8].

            Un grupo mayoritariamente andaluz que tuvieron todos en común padecer una suerte de exilio, encontrándose  Barcelona y Madrid como focos prioritarios. Pertenecen a un tiempo histórico que viene marcado por el reino de las ciencias humanas, el desarrollo del estructuralismo, la búsqueda de las vanguardias, la primacía de la política pero en exacta y transgresora correspondencia con el texto. La atención se concentra en la escritura, introduciendo un matiz revelador: la era de la sospecha viene sustituida por la subversión. Para todos ellos el trabajo lingüístico es esencial. Para el romanticismo cívico el acto poético se percibe como un acto vital, como una fórmula infractora. El verso debe vivificarse, proponiendo una relación singular que la desate de una articulación ordinaria. Imponen un nuevo ritmo, una nueva manera de decir o de conocer lo real. Si la poesía, aun siendo obra minoritaria, ha conquistado cada rincón de las aulas, se ha democratizado y ha tomado un nuevo impulso, la poesía ha retomado la calle. Ciertamente, es una labor de revitalización que, sin embargo, se sostiene sobre modelos clásicos, además de textos fuentes. Un hecho que se convierte en rasgo común e identificador del grupo. El lector de inmediato comprobará ese puente con nuestra literatura más valiosa[9]. Rafael Ballesteros, además de las referencias universales, muestra una cómplice disposición con Bernal Díaz del Castillo y sobre todo con Fernando de Rojas que desempeña un papel crucial en la misma construcción poemática como protagonista y desde luego como sustento teórico. ¿O qué diremos de Rafael Soto Vergés, cuyo lenguaje poético se nutre de la savia de la poesía barroca del Siglo de Oro, a expresión del académico Víctor García de la Concha?  El poeta Ángel García López directamente plantea ya la trascendencia del asunto en 1978, en su libro Mester Andalusí. Diego Jesús Jiménez establece un equilibrio entre Quevedo y Góngora pero sin olvidarse de Fernando de Herrera. También Jesús Hilario Tundidor recrea regularmente a San Juan de la Cruz.

         Por consiguiente, no debe verse como un condicionamiento sino como un principio de invención y de liberación, ya que a la perspectiva clásica se llega también a través de Vallejo o Neruda en el caso de Félix Grande, de García Lorca en Manuel Ríos Ruiz, de Gerardo Diego en Ángel García López, de Machado en Joaquín Benito de Lucas o de Cernuda en Antonio Hernández, sólo por ejemplificar nuestra consideración.

            Decíamos que Francisco Morales Lomas era respetuoso con la tradición, se enriquecía de la misma y no ponía marcos a su mundo perceptivo. De manera que figurar es emblema del momento, y lo poético es relacional: el espacio de la realidad, en sentido estricto viene a tener figuras. Más que nunca el hecho poético es la connotación, el texto poético es polifónico y se multiplican las isotopías. Se fijan más que nunca en las imágenes, correspondencias, metáforas: la poesía dice una cosa por otra, es el ámbito de las analogías, una manera propia de habitar el mundo y, Morales Lomas, hereda esa vocación poética del romanticismo cívico que no trata de resolver antinomias sino de hacerlas comparecer, coexistir, coparticipar. Quizá, el gran apunte novedoso del “humanismo solidario” sea su posicionamiento dentro del árbol de la literatura: No se quiere romper con tendencias poéticas dominantes ni con anteriores modelos poéticos, sino hacer valer su derecho al eclecticismo, un eclecticismo inteligente que sólo se fundamenta en el placer del texto. Por esta razón, Morales Lomas va a desviar su mirada hacia un paisaje castizo, auténtico y elemental para encontrar ahí el sentimiento de presencias, pero a la vez, valorará la ciudad, la historia, la circunstancia incluso lo aleatorio. El ser, el mundo y oficiando de punto equilibrador, el lenguaje mismo. No renuncia por ello a fijar composiciones en una radicalización teórica, es decir, a concebir que los valores o verdades que la escritura encierra están fuera del alcance por aprehenderlo o destinadas al fracaso, en cierta manera, a considerar la escritura poética como un universo de simulacros.

            Fernando Pessoa  y su concepción del poeta como fingidor tienen igualmente cabida en el verso del giennense. Considero que uno de los grandes baluartes de la poesía de Morales Lomas está en su multiplicidad de registros, su afán de experimentación y el saber disponer la misma trascendencia para el discurso subjetivo que para el mito de la profundidad. En todo caso, a lo largo de su producción poética, la reflexión sobre el propio quehacer literario embarga cada uno de sus libros[10]. La experiencia de la búsqueda es el prisma maximalista que nos propone.

           Los parámetros en los que también se ha movido nuestro poeta no son sino aquéllos que visionan la escritura poética como conocimiento concreto y lógico, como una suerte de desesperación y por ello de depuración de su propia lengua, en definitiva, como la elucidación de su pensamiento. El poemario Aniversario de la palabra [11], uno de los buenos libros de poemas a disposición del lector, es una extraordinaria muestra de manejo temporal que convoca un permanente cuestionar sobre la misma labor creativa pero que anhela y consigue un resultado elegante. Morales Lomas hace indisgregable el binomio ético-estético. Leemos en el poema titulado precisamente “Aniversario de la palabra”:

                        Todas como jinetes del tiempo
                        cabalgan una y otra vez en los ecos,
                        vivos deseos, caminos amplios y dulces,
                        las palabras.

          Por tanto, una voluntad ilustrada e intensa por articular una reflexión profunda a propósito del sentido mismo de la poesía.[12]


[1] Francisco Morales Lomas y Alberto Torés García en Canente Revista Literaria, 2, Málaga, 2001, van analizando algunos rasgos de la poesía española actual, destacando el espacio dedicado a los poetas-profesores universitarios. En dicho artículo, plantean el eclecticismo como característica relevante de la poesía de los 90, e introducen el concepto de “humanismo solidario” aplicado a aquellos poetas que ven la necesidad de recuperar la historia para plantear un conjunto de propuestas teóricas en las que se desarrollen las aplicaciones prácticas. En todo caso, puestos que ambos autores inciden muy especialmente en esta acuñación terminológica, habrá ocasión de ir matizando algunos aspectos a lo largo de estos preliminares.
[2] F. Morales Lomas publica Veinte poemas andaluces, Vizcaya, 1981. Basura del corazón, Barcelona, 1985. Azalea, Málaga, 1991. Senara, Granada, 1996. Aniversario de la palabra, 1998. Tentación del aire, Málaga, 1999. Balada del Motlawa, Córdoba, 2001. Salumbre, Málaga,  2002 Y recientemente La isla de los feacios, Málaga, 2002.
[3] Manuel Urbano en un magnífico trabajo Antología consultada de la nueva poesía andaluza (1963-1978) estudiaba ese doble proceso de coacción y represión personal que se sumaba a la falta de libertad. Un argumento que, por extraño que parezca, sigue siendo vigente hoy por hoy. F. Morales Lomas emprende un camino personal, aunque por afinidad, términos generacionales y coincidencias en la Universidad de Granada, haberse amoldado al discurso poético de la nueva sentimentalidad no hubiese nada descabellado.
[4] La vida de Eluard se confundió con la historia del surrealismo, y se confundirá con la historia de la Resistencia. La poesía no se separa del combate político, amor y libertad son sus dos ejes constructivos tanto en su obra poética como en su producción ensayística.
[5] Se identifica perfectamente con aquel genial verso de Blaise Cendrars: “Je trempe ma plume dans l´encrier de la vie”.
[6] Juan Carlos Suñén, poeta y crítico literario, director de la revista El Crítico, publica un artículo en la revista Magazine Littéraire, Marzo 1995, titulado “Les Nouvelles écritures”, donde afirma que la crítica descubre un grupo de autores, que, sin formar grupo, participa de una misma aventura ética, tal sería la de dar cuenta de un mundo marcado por la discontinuidad.
[7] En la actualidad F. Morales Lomas y A. Torés García están elaborando lo que será la base teórica del “humanismo solidario” que toma gran parte de su filosofía de la Escuela de Frankfurt. En todo caso, el  contexto socio-histórico es determinante. La poesía es también una actitud, y como tal se pide la máxima tolerancia, la más extensa curiosidad, la más persistente inquietud.
[8] En la revista literaria Canente, el primer número de la segunda época, Málaga, 2001, F. Morales Lomas y A. Torés García dedican un amplio estudio a esta generación, base de un futuro libro antológico en trámite de publicación.
[9] Víctor García de la  Concha, Cuaderno de Literatura, 40, Aula José Cadalso de San  Roque, Febrero, 1996, dedicado a Rafael Soto Vergés. En los preliminares escribe exactamente: “Se movía la escritura en un discurso de carácter mágico que presentaba una textura barroca intensamente expresionista”.
[10]  Manuel Gahete en su artículo “Juegos de soledad”, Diario ABC, 13.10.2002, se encuentra en nuestra misma sintonía lectora y señala : “Inmersos en la vorágine del individualismo, nos olvidamos muchas veces de reflexionar sobre lo que ocurre en el entorno donde necesariamente naufragamos... Morales Lomas participa de ese doble interés de la literatura y la vida”.
[11] Un crítico tan certero como Domingo Faílde no escatima adjetivación al referirse al libro de Morales Lomas: “Uno de los mejores libros de este final de siglo, a cuyo influjo acaso se debe cierto tono apocalíptico que contribuye aún más a ennoblecer el discurso, confiriéndole un aire enigmático, una atmósfera densa, dejando en el lector el regusto gozoso de haber leído a un clásico”. Suplemento La Isla, Diario Europa Sur, 13.02.1999.
[12] El eminente profesor y crítico Ricardo Senabre, en los cursos de verano de San Roque de la Universidad de Cádiz, a propósito del acto consciente de escritura, señalaba que, en muchas ocasiones, el sentido último de la obra era desconocido por el propio poeta, lo que en todo caso, no impide el deseo de constatar el universo.


viernes, 20 de septiembre de 2013

PREMIOS DE LITERATURA VALENCIA 2013 DE LA INSTITUCIÓ ALFONS EL MAGNÀNIM (IAM)


JURADO DE LOS PREMIOS VALENCIA 2013 DE LA INSTITUCIÓ ALFONS EL MAGNÀNIM


Tras la deliberación del jurado, a las 13.30 horas, la diputada de Cultura, María Jesús Puchalt y el director de la IAM, Ricard Bellveser, anunciaron las obras ganadoras.
Un total de 339 obras optaban a los Premios “Valencia” de Narrativa y Poesía de la Diputación de Valencia en las cuatro modalidades clásicas convocadas por la IAM: Poesía y Narrativa en castellano y Poesía y Narrativa en valenciano.
La modalidad que más originales ha recibido es Poesía en castellano, con 185 obras, seguida de Novela en castellano, con 115. Las convocatorias de Poesía y Narrativa en valenciano han recibido 19 y 20 obras respectivamente.

COMPOSICIÓN DE LOS JURADOS

Narrativa en Castellano: Francisco Morales Lomas, Antonio Hernández,  José Vicente Peiró, Fernando Valera y Mar Busquets.

Poesía en castellano: Jesús Munárriz, Gonzalo Santonja, Antonio Porpetta, Teresa Espasa y Xelo Candel.

Poesía en valenciano: Àngels Gregori, Maria Soledat Gonzàlez Felip, Carles Duarte, Jesús Huguet y Aurora Valero.

Novela en valenciano: Artur Ahuir, Àngel Calpe, Josep Gregori, Anna Moner y Teresa Broseta.

Novela negra: por primera vez, los “Valencia” incluyen la modalidad de novela negra. El nuevo galardón, al que se han presentado 71 trabajos, se fallará en el mes de octubre. El jurado está compuesto por: Alicia Jiménez Bartlett, Francisco Camarasa, Mariano Sánchez Soler, Fernando Valera y Marina López Martínez.


GANADORES DE LOS PREMIOS DE LITERATURA VALENCIA 2013 DE LA INSTITUCIÓ ALFONS EL MAGNÀNIM (IAM)

 En la categoría de narrativa, Luis Olivar, en lengua castellana, por la obra 'Lo que hay en el fondo', y en valenciano, Ferrán García Oliver por 'L'Estupor'. Ambos galardones contemplan una dotación económica de 20.000 euros.
   Por lo que respecta al género de poesía, premiado con 10.000 euros, el València al mejor poemario en valenciano ha ido a parar a Josep Piera, y el de lengua castellana a 'Desde un granero rojo', de Víctor Rodríguez Núñez.
   Los jurados de las distinciones han dado a conocer los nombres de los ganadores de los premios en un acto celebrado en el Centre Cultural La Beneficència y presidido por la diputada de Cultura de la corporación provincial, María Jesús Puchalt.   Para la diputada, este nuevo premio "trata de hacer un guiño a todas las personas interesadas en este género literario, conservando los premios emblemáticos y clásicos que tienen más de 60 años".

sábado, 14 de septiembre de 2013

ENTRE DOS AGUAS DE LEÓN COHEN MESONERO POR F. MORALES LOMAS






“Siempre he creído que relatar unos hechos anodinos que deambulan perdidos por la memoria del autor y que a pocos o a ninguno pueden interesar, es la manera que tenemos algunos escritores de ser generosos con las personas y los paisajes que poblaron nuestro pasado” (p. 116). Estas palabras pertenecientes al comienzo del relato “Retrato” pueden servir para contextualizar las razones de la génesis de la mayor parte de estas historias (desde luego las incluidas en el apartado inicial y más amplio del libro, titulado “Relatos”) del libro Entre dos aguas del catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Cádiz, León Cohén Mesonero, que con anterioridad había publicado Relatos robados al tiempo (2003), Cabos Sueltos (2004), La memoria blanqueada (2006), Ufrán y otros relatos (2010) y Cartas y Cortos (2011). 
El lector se puede preguntar qué tienen que ver la química, la alquimia y la creación literaria en este escritor nacido en Larache y residente en Algeciras desde 1968 en cuya Escuela Politécnica Superior es profesor. Desde luego que el lector no es Borges, porque si lo fuera esta pregunta no tendría ningún sentido, pues la relación entre estas disciplinas está perfectamente explicada por el profesor Cohén Mesonero. 
En uno de sus cuentos más borgeanos, “El alquimista”, publicado en la segunda parte del libro, “Cuentos”, plantea esta interesante cuestión que podría ser la génesis de cualquier relato del extraordinario escritor argentino: al personaje L. le han encomendado escribir un cuento pero se siente incapaz de crearlo, reclama a un viejo y sabio amigo, el alquimista, que le propone aplicar los conocimientos de química a la escritura y esboza interesantes reflexiones sobre la creación literaria: “Las palabras son una secuencia de caracteres dispuesta al azar… cada idioma posee su propia secuencia… en el fondo las historias existen antes de que el escritor las describa. Las palabras flotando en el aire de nuestra memoria esperan ser derramadas sobre el papel… Mi propuesta es aplicar la destilación como medio para separa las palabras, sí destilar palabras, es el fundamento, no puedo explicarte más, en la receta encontrarás todo el detalle” (pp. 161-162). 
Como nos indica en el “A modo de prólogo”, Jacobo Israel Garzón, el escritor disfruta con temas y asuntos familiares o relativos a sus vivencias en Larache, Rabat, Tánger y en ellos muestra sus raíces sefarditas y castellanas (hijo de padre judío y madre castellana) genera un conjunto de vivencias que son trasladadas al lector como si fueran testimonios o confesiones (en ocasiones epístolas a personas ya desaparecidas) que poseen la impronta de la conmoción emotiva y la construcción de un tiempo ya vivido. 
Hay dos grandes apartados: “Relatos” (41 escritos) en los que incluye cartas, reflexiones, construcciones memoriales, descripciones de personajes (siendo su padre Jacobi el que con mayor intensidad aparece en muchos de estos textos), situaciones, deseos y aficiones (el cine alcanza una gran importancia), lugares para la memoria (y donde vivió un tiempo como Larache, Tánger, Rabat, Marrakech…)… Podríamos decir que este apartado es un canto a la memoria y a su reconstrucción en el que se palpa un gran observador de la realidad y un fino analista del detalle. El tono es profundamente afectivo y, a veces, conmovedor, dotado de un lirismo emotivo que para las personas retratadas puede alcanzar grandes dosis de sensibilidad. A través de ellos podemos apreciar algo que está muy presente en su obra, sus profundas convicciones democráticas, su sentido de la responsabilidad, la justicia histórica, etc. Un fundamento ético (a veces moralizador, aunque en determinado momento afirme que no persigue este componente) que está muy presente. Así se hace manifiesto de un modo explícito en el cuento ya citado de “El alquimista”, donde se define perfectamente heredero de una cultura sefardita por parte paterna y de la sobriedad castellana por parte materna, hijo por formación de la escuela republicana francesa y andaluz por vocación y sentimiento, desprecia la incultura, la mala educación, la trivialidad y la vulgaridad, odia la prepotencia y la impunidad, adora la poesía, sigue a Camus y Dostoievsky, aborrece la sociedad mercantilista y utilitaria, admira la humildad, la naturalidad, la honradez, la sinceridad, la educación y la tolerancia, y no se considera moralista pero sí que el ser humano debe esforzarse en hacer de la vida algo útil para nosotros y para los demás. 
Hay muchos más principios que resalta sobremanera el autor en historias donde critica también la incoherencia de los políticos, enumera las razones para el desengaño y es fustigador con ese pasado atroz de la dictadura. Muchas de sus historias tienen el espacio temporal de los años cincuenta, cuando el autor estaba en plena infancia y esta aureola emotiva surge con fuerza en muchas de ellas que se convierten en una invitación al recuerdo y a la reconstrucción memorial en blanco y negro. Situaciones con la delación presente, historias de la guerra civil, breves historias de amor, la síntesis entre lo musulmán y lo cristiano, la reflexión y la conformación de un mundo ya periclitado permiten hablar de un ámbito para la fotografía y la reflexión crítica: “Toda nuestra infancia –dice-, toda nuestra España, era un parche para seguir tirando, porque cuando fuésemos mayores, seríamos otra cosa y nos compraríamos el tren o la bicicleta que los mayores no querían o no podían regalarnos” (p. 47). El padre Jacobi, la madre Victoria (en menor medida), la abuela, la prima Flora, el tío rojo León, don José, la comunidad judía, su vida en el internado… pero también los espacios y los lugares como la calle Barcelona, la calle Real… permiten hablar de un recorrido sentimental por la memoria de un hombre que se considera más cerca de la rudeza bereber que de la castellana y que es consciente de que “el conocimiento de nuestro pasado –como sucede en estos textos- nos acerca más a nosotros mismos y nos enseña por qué somos lo que somos” (p. 105). Lo que nos permite adentrarnos a su vez en el concepto de identidad y en la definición de esta como un cúmulo, un mestizaje de culturas que surgen con fuerza en estas historias, en estas cartas y reflexiones sobre la amistad.
La segunda parte, “Cuentos” la conforman cinco historias en las que está muy presente un realismo mágico de carácter simbólico más cercano a los cuentos de Las mil y una noches que a la narrativa hispanoamericana. La historia de Rachid podríamos considerarla como una parábola moral cuando es visitado por tres seres extraños que le hablan de tres principios honorables: Sabiduría, Honradez y Humildad, que debían ser guías para toda una vida. En “La Biblioteca” surgiría también una relación mágico-simbólica en la que se reflexiona sobre la creación a través de las propuestas de los muñecos de las estanterías que advierten de guías vitales y existenciales, como también sucede en la citada “La alquimia”. Para finalmente adentrarnos en las dos últimas historias en el ámbito de la naturaleza de la verdad y la mentira y su impostura.
Multitud de historias que conforman una visión de una época, de un paisaje, de un mundo interior que nos delimita y nos conforma como individuos que creen profundamente en la verdad y su configuración.

martes, 10 de septiembre de 2013

COBOS WILKINS ESCRIBE EN MERCURIO SOBRE PUERTA DEL MUNDO DE F. MORALES LOMAS

En el  número 153 de septiembre 2013 (p. 30) de la revista MERCURIO aparece una crítica de Juan Cobos Wilkins, "Bajo el dintel", sobre el libro de poemas Puerta del mundo (Ediciones En Huida, Sevilla, 2012) del giennense Francisco Morales Lomas



ALGUNOS POEMAS DE PUERTA DEL MUNDO



             3

Los hombres duros se alimentan del rescoldo
de los salones fríos.
Sufren el embate de las olas pero se dejan
querer, porque son duros.
Se alimentan de promesas de cosechas
y algo del carmín de un beso.
Son hombres duros porque la vida
no les pertenece. Le es ajena.
Son hombres ungidos por esa gracia
de las ceremonias.
Y tienden a abandonar el campo de batalla
con una espada en la mano,
porque son duros,
porque son duros.
Son hombres duros que no se agotan en el caos
y sobre su historia siempre hay algún monólogo,
algún acto heroico con estatua.
Tenaces al desaliento
los hombres duros evocan
una armonía antigua de rituales, y cosas así.
Los hombres duros nunca se hacen preguntas
porque tienen todas las respuestas.

Protégeme, maestro, de tanta fortaleza.





7

Todo es confusa noche cuando te doy el último
abrazo y el abismo se apodera de mí
con sus umbrías sombras. Y tu gastado tronco
se ahorma entre mis brazos como muro derruido.
Tu jardín, si brillante en el pasado, reposa
mustio entre las jóvenes ramas que te sostienen.
Lo que no acerté a ver, ahora lo veo
más claro y transparente: que se te va la vida,
que se te ha ido rápida y libre como el viento,
y no quiero dejarte sola como me dejas
tú ahora. Te llevas en un suspiro todo:
la espesura del mar, sus confines, mi tiempo
marchito, el ansia alegre del que un día soñó,
la esperanza de creer que el sueño era posible.
Me ato a tu débil cuerpo, al muerto que seré,
y no puedo dejar de irme contigo, madre.


La creación literaria y el escritor

La creación literaria y el escritor
El creador de libros, pintura de José Boyano