sábado, 25 de octubre de 2008

EL CLUB DE LA MEMORIA, FINALISTA DEL NADAL POR F. MORALES LOMAS

Publicado en La Opinión de Málaga el 6 de diciembre de 2008
http://media.epi.es/www.laopiniondemalaga.es/media/suplementos/2008-12-27_SUP_2008-12-06_00_52_35_libros.pdf


Hasta el momento la escritora y periodista sevillana Eva Díaz Pérez ha publicado Memoria de cenizas (2005), Hijos del Mediodía (2006) y El club de la memoria (2008), finalista del Premio Nadal 2008. En El club de la memoria se produce la reconstrucción de una vida a través de los diarios de Adolfo Prieto, miembro de las Misiones Pedagógicas de la República. La que tiene acceso a ellos es una restauradora de la Filmoteca Nacional, pero estas historias son descubiertas como falsas. Desmontar ese despropósito es lo que trata la escritora que de soslayo se basa en algunas ideas que ha reproducido la prensa en los últimos años.
La reconstrucción de la memoria, algo de tanta actualidad, ha llevado a la periodista sevillana a indagar en este magma de despropósitos, revelaciones, invenciones y falsedades. En esta reconstrucción con materiales diversos sigue un tanto el proyecto cervantino de organización de la memoria con materiales dispersos. Para ello ha llevado a cabo una labor previa de recopilación de datos en internet, catálogos de bibliotecas, libros como El erasmismo en España... y ha contado con la ayuda de amigos y críticos como el amigo común José María Bernáldez, desgraciadamente fallecido, del que dice que era una enciclopedia de la España memorialística.
La novela está estructurada en tres apartados: I. Los ojos de la Cibeles; II. Exiliatura y III. La lógica del escorpión. Cada uno de ellos a su vez se divide en múltiples subcapítulos muy breves, y en ellos se producen cambios en la narración, tanto de lugar como de situación, desde Europa a América (México) tras los pasos de López... Esta estructura permite en el orden establecido crear una suerte de viaje de ida y vuelta, cambios permanentes en el proceso de la narración que le dan una gran agilidad y una trayectoria plural tanto desde el ámbito geográfico como del personal. Lo que consideramos un acierto, aunque a veces le puede hacer perder al lector perspectiva narrativa. De ahí que en el primer capítulo se presente el exiliado Adolfo Prieto y en el segundo la restauradora de la Filmoteca Nacional que analiza el legado de Adolfo Prieto. Voces que se van a ir alternando a lo largo de la novela. Poco a poco observamos el compromiso de la escritora con la labor llevada a cabo con Las misiones pedagógicas durante la República y una suerte de exaltación de la memoria de estos intelectuales comprometidos. El fluir temporal de una época actual a otra pasada encarnada en la investigación llevada a cabo permite adentrarnos en dos épocas e intentar progresivamente desenmascarar la mentira de la memoria. Algo esencial en la novela. A veces la memoria puede adquirir tintes algo frívolos cuando se rememora cuando se exalta, por ejemplo, lo bien que sabía el pan negro y las heces del vino y las manzanas podridas. Lo que no deja de ser un contrasentido que sólo se justifica por esa tendencia a olvidar lo maléfico. Lo libresco y costumbrista está también presente y, a veces, se cuela esa investigación previa a la que aludíamos en el decurso de la novela que, por momentos, puede perder en veracidad y ganar en literaturización, esto genera unos incisos y situaciones ajenas al proceso narrativo. Se proyecta también un aire lírico y nostálgico del exiliado que adquiere tintes sentimentales. No obstante, la novela se construye sobre la tensión narrativa que lleva con gran intensidad tanto en lo referente al personaje López como a Prieto. Por tanto, la vida de Adolfo Prieto adquiere un gran interés, su relación con Luisa Galán (y las cartas que ésta le remite), el encuentro de la restauradora con Luisa Galán con la intención de descubrir la verdad de Prieto: “Traicionó a muchos amigos para conseguir quedarse en su puesto”. Existe un evidente compromiso al reconstruir esta historia., las rememoraciones en torno al misterioso fotógrafo-brujo, López; las memorias de Violeta Castro... Val de Omar, fabuloso creador de inventos cinematográficos, será otro de los personajes sobre el que se va y viene constantemente.
En todo este proceso se nota mucho que la escritora es periodista en su afán por obtener diversos puntos de vista, informaciones diversas que crean un puzzle de imágenes con intención de objetivar la realidad y lo que sucedió verdaderamente. Lo que nos llevaría casi al reportaje periodístico con visos literarios y a la técnica del poliedro.

DÍAZ PÉREZ, Eva: El club de la memoria (Finalista del Premio Nadal), Ed. Destino, Barcelona, 2008, 303 págs.

PROGRAMA INTERNACIONAL DE PERIODISMO SOBRE MANUEL ALCÁNTARA

Manuel Alcántara y F. Morales Lomas


Algunos enlaces:





Día 29, miércoles
1ª Sesión: 18:00
El legado del columnismo hasta Manuel Alcántara
Fernando López Pan, Alexis Grohmann, Félix Rebollo, Jorge Rodríguez.
Coordinador: Bernardo Gómez Calderón

Inauguración oficial: 20:00

Conferencia inaugural: 20:30
Maricruz Seoane

Día 30, jueves
2ª Sesión: 10:00
La estética poética del columnismo de Manuel Alcántara
María Jesús Casals, Javier Mayoral, Antonio López Hidalgo. Coordinador: Juvenal Soto

3ª Sesión: 12:00
Contra el tedio: Fundamentos de la columna de Manuel Alcántara
Juan Cantavella, Francisco Morales Lomas, Jesús Nieto.
Coordinador: Alfredo Taján

4ª Sesión: 16:30
El juego de la palabra
Jean Pierre Castellani, César Coca, Bernardo Gómez Calderón.
Coordinador: José Antonio Garriga Vela

5ª Sesión: 18:30
La crónica de boxeo
José Luis Garci, Emy Armañanzas, Agustín Rivera.
Coordinador: Guillermo Busutil

Día 31, viernes
6ª Sesión: 10:00
La figura proteica de Manuel AlcántaraAlejandro Fernández Pombo, Enrique de Aguinaga, Pilar Bellido, José Luis Peñalva.
Coordinador: Pedro Farias Batlle

7ª Sesión:12:00
Mesa de clausura Raúl del Pozo, Ignacio Camacho, Fernando González Urbaneja, Antonio Soler. Coordinador: Teodoro León Gross




Algunos enlaces:
http://www.diariosur.es/20081031/cultura/ironia-como-arma-contra-20081031.html

http://www.diariosur.es/20081029/sociedad/congreso-analiza-contribucion-manuel-20081029.html
http://www.diariosur.es/20081029/local/malaga/arranca-congreso-periodismo-dedicado-200810292152.html

Marina Martínez (Diario Sur 31 de octubre de 2008)

DICE Manuel Alcántara que el primer mandamiento del columnista es «no aburrir a Dios sobre todas las cosas». Y él lo ha conseguido gracias a la claridad, la sencillez y, sobre todo, el humor con el que aborda la realidad a diario. Armas con las que sigue atrapando al lector cincuenta años después de su primer artículo. Y ya van 18.000. Ayer los desmenuzaron los profesores y periodistas reunidos en el I Congreso Internacional de Periodismo: el artículo literario, que promueve la Fundación Manuel Alcántara y que este año está dedicado a la obra y la figura del autor malagueño. El objetivo era indagar en la columna del poeta y articulista de SUR y, especialmente, en su capacidad para ahuyentar el aburrimiento. Tras ello está la estética poética y la habilidad para el juego de palabras, que dieron para el análisis en dos de las mesas redondas celebradas ayer. A ella se sumó una tercera, centrada en los fundamentos propios del columnismo de Alcántara. En realidad, todo es un compendio de un estilo ante todo poético, que «huye del sentimentalismo barato». Así lo calificaba la catedrática de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid María Jesús Casals, que incidió en el poder de Alcántara para atrapar al lector. Según la profesora, lo logra con su «brevedad, estilo sobrio a conciencia y escasez de adjetivos». Pero, sobre todo, la clave, dijo Casals, está en que «le da trabajo al lector, le obliga a pensar».Ese es otro de los ejes de su columnismo: «En su empeño por no aburrir apela a la sugestión, presuponiendo que el lector es inteligente», sostuvo el doctor en Filosofía y Letras y profesor de la Universidad de Málaga Francisco Morales Lomas, durante la mesa 'Contra el tedio: fundamentos de la columna de Manuel Alcántara', moderada por el ex alcalde de Málaga y patrono de honor de la fundación del poeta, Pedro Aparicio. Con cercanía Y es que, según Morales Lomas, «estar cerca del lector es trascendental para él; no quiere palabras desconocidas, ahí está la magia de sus columnas, que siendo muy literarias llegan a la mayor parte de los lectores». Una de las razones se encuentra en su nitidez y claridad, como precisó el doctor en Periodismo y profesor de la Universidad Complutense Javier Mayoral, quien, no obstante, puntualizó que esa transparencia no significa simpleza. «Sus columnas son de una gran densidad; en ellas no sobra nada, pero no por ello son aburridas», comentó, fundamentándolo en su «gran capacidad para jugar con el lenguaje de forma amena, atractiva y profunda». «Va más allá de lo anecdótico, de lo visible, y eso es muy poético», sentenció, convencido de que la cercanía de Alcántara con el lector se debe en gran medida a que sus columnas no son «nada previsibles». Sin olvidar el léxico, rico en ingenio y juegos de palabras que, según el catedrático de Periodismo de la Universidad CEU-San Pablo Juan Cantavella, dan muestra de su originalidad. Tanto es así que hasta inventa términos: «Maratonianos y majaratonianos», «piernas alonsoquijanas», destacaba López Hidalgo. Algo que, en Alcántara, encuentra su base en su bagaje literario y, en concreto, poético. «Las claves de su prosa también están en su poesía y ambas se dirigen hacia una búsqueda de la palabra idónea en el sitio adecuado», señaló el poeta Juvenal Soto, coordinador de la mesa 'La estética poética del columnismo de Manuel Alcántara'. ¿Y cómo lo hace? A juicio de Casals, con una estructura sencilla: «Escoge un hecho, lo relaciona y lo sitúa, entonces se fija en un detalle que le sirve para la reflexión y, de ahí, a la conclusión». Es lo que el doctor en Periodismo y profesor de la Universidad de Málaga Bernardo Gómez denominó estructuración deductiva, de una idea general llega a lo particular. En el camino, ingredientes que han llevado a considerar sus columnas como «obras de arte», recordó el catedrático emérito de la Universidad François Rabelais de Tours (Francia) Jean-Pierre Castellani. La lista es amplia: abundancia de figuras retóricas, citas, cadencia rítmica, sentencias, ruptura de refranes y frases hechas con propósito lúdico, polisemia... Por ellas hizo un recorrido el profesor Bernardo Gómez, dando ejemplos como esa combinación de elementos reales e insólitos del tipo «boquerones de estaño y sombra» o como esas metáforas «que brillan en sus textos», caso del bacalao como «estandarte católico de los días de abstinencia» o los poetas, «detectives de sí mismos». A ellos se unen, resaltó Gómez, sus juegos de pensamiento, tales como «Sólo hay una enfermedad incurable que es la última» o «Lo único que sabemos de la muerte es que es hereditaria». Más que ingenioSalta a la vista cuál es el aderezo principal de toda esa riqueza: el humor, una de sus armas más personales para aligerar el texto. No hay que olvidar su máxima: «No se puede ser aburrido, eso sí que es un pecado mortal». La sátira, la ironía y el sarcasmo entran dentro de ese personal estilo «único» y de lenguaje «identificable» que tienen en los juegos de palabras «algo más que un chispazo ingenioso». «Detrás de ellos hay una intención de transmitir una idea y eso es lo que le diferencia de otros columnistas», consideró el doctor en Periodismo y profesor de la Universidad del País Vasco César Coca. Al fin y al cabo, «acude a la ironía para alejar la solemnidad», aseguraba María Jesús Casals, extrayendo de sus artículos algunos ejemplos, como la frase «mala leche como bebida nacional». Pero Alcántara recurre al humor de forma sutil. «Es una dosis diaria de humor fino que apunta más al alma que a la carcajada», proponía el escritor y periodista Jesús Nieto. Todo ello contribuye a esa particular conexión con su público, a la que también se une su alejamiento del narcisismo. En opinión de la catedrática, la suya «no es una prosa egocéntrica, evita el enfrentamiento, huye de los consejos porque detesta a los predicadores». «Busca la coherencia huyendo de la soberbia», añadió. Y lo que subyace es una manifiesta libertad. Lo mismo habla sobre la muerte de González Ruano que sobre el mar, apuntó el profesor de Periodismo de la Universidad de Sevilla Antonio López Hidalgo. Pero, como agregó, su primer objetivo es respetar a los lectores.No en vano, es una de las premisas de su columnismo, según se expuso ayer en el congreso. María Jesús Casals matizó que el autor malagueño «ni juzga ni ofende». «Es una especie de anarquista racional; no se casa con nadie y la mayoría de sus columnas tienen sentido común», entendía, por su parte, Francisco Morales Lomas, que destacó, además, la conciencia de Alcántara de su labor social. Buena parte de los especialistas reunidos ayer en Málaga hicieron hincapié precisamente en ese carácter social de su columnismo. «Tiene una visión muy humana de lo que acontece», afirmó Juan Cantavella. De ahí que utilice su capacidad de observación y análisis para «desenmascarar los tópicos y la falta de conciencia ciudadana», mantuvo María Jesús Casals.Conciencia socialJunto a ella coincidieron buena parte de los expertos en que en los artículos de Alcántara no hay opciones políticas. «Presenta los hechos tal como son, con una fuerte esperanza en el ser humano y una profundísima conciencia social», resumió el periodista y escritor Jesús Nieto, que enumeró entre sus grandes temas algunos tan universales como el patriotismo o el amor. «Hay que hacer el amor y no la guerra aunque el amor sea la propia guerra», ha escrito Alcántara. Aunque en sus textos tienen cabida todo tipo de temas. Y, entre ellos, numerosas citas, que a menudo acompañan sus comentarios, como advirtieron ayer algunos especialistas.Como resumía Casals, «lo mismo alude a Kant que a Jesús de Nazaret o a su vecino». Una muestra más de su amplitud de recursos que avalan, como incidió el congreso, su «dominio del lenguaje». Con ello ha conseguido que sus palabras sean «un artefacto contra la depresión». Así lo definió el escritor José Antonio Garriga Vela.

lunes, 13 de octubre de 2008

EL CRACK DE 1929 Y LA CRISIS ECONÓMICA: STEINBECK POR MORALES LOMAS


(Publicado en el Suplemento de Libros de La Opinión de Málaga el día 25 de octubre de 2008, p. 45 http://media.epi.es/www.laopiniondemalaga.es/media/suplementos/2008-11-15_SUP_2008-10-25_00_41_23_libros.pdf)
Son muchos los que estos días, cuando el mundo se tambalea ante la mayor crisis económica desde 1929, han recordado aquel fatídico año, que fue el inicio de consecuencias funestas: generó el ascenso del nazismo y el fascismo en el mundo, paro, incertidumbre y miseria en todas partes. Al hilo de aquellos acontecimientos la publicación de Las uvas la ira (Premio Pulitzer) (1939) del premio Nobel (en 1962) John Steinbeck adquiere hoy día una total relevancia.
Steinbeck, que escribió la obra frenéticamente en cinco meses (y también de corrido se lee por su interés y excepcionalidad como documento histórico-literario), quiso simbolizar en ella las consecuencias de la terrible crisis. Una familia de agricultores de Oklahoma, los Joad, debe abandonar su tierra, pasto de la sequía, y emigrar más de mil quinientas millas hacia el oeste (California) donde, en teoría, se necesita mano de obra abundante. Luego nos daremos cuenta de que la miseria se ha apoderado de toda la geografía americana. Este bíblico recorrido que comienza con una sequía (“La tierra se deshizo en secos riachuelos de polvo”) y acaba en una inundación es contado pormenorizadamente por Steinbeck en una intensa y extensa novela que recoge la mejor literatura de todos los tiempos. La componen treinta capítulos y más de seiscientas páginas organizados en tres partes: la llegada de Tom Joad desde la cárcel y el espectáculo que se le ofrece, sequía y hambre (en los capítulos 1-11). En el undécimo deja Steinbeck una épica y sentida descripción de la ruina en la que quedan las viviendas y los campos que los campesinos deben abandonar: “Y en las noches ventosas las puertas golpeaban contra los marcos y las cortinas en jirones aleteaban en las ventanas sin cristales”.
El terrible camino de ida en una camioneta desvencijada, las penurias, la miseria que van viendo por doquier será motivo de los capítulos 12 a 18: las necesidades perentorias: cómo conseguir agua, de qué alimentarse, cómo conseguir algo de dinero para esta larga travesía, cómo arreglar las averías de la camioneta, cómo impedir que la familia se vaya resquebrajando y disipando en la extensa geografía americana; y, por último, los capítulos 19 a 30 se desarrolla la terrible experiencia californiana, el fin de la ilusión y el acercamiento a la tragedia definitiva.
La novela tiene el rigor del análisis de personajes, la fortaleza de haber recogido de modo magistral sus vidas, de habernos hechos partícipes de sus sentimientos, de sus depresiones y su miseria, y de haber creado un mundo coherente. Steinbeck consigue crear el espíritu de la época: un mundo sin salida, un mundo sin solución... Y en esta debacle su creencia en las personas, en su dignidad, en su generosidad y en su solidaridad. En un momento de la novela le dice Tom a su madre: “Sé que un hombre no sirve para nada si está solo”. Y efectivamente, este concepto de solidaridad y unidad está tan presente en la obra, y quien lo institucionaliza es Madre (que aparece sin nombre) porque es un símbolo de fortaleza, claridad mental y seguridad. Cuando su mundo se tambalea es Madre quien toma las riendas y decide lo que hay que hacer, es la que mantiene esos valores últimos que le hacen aflorar al ser humano cuando la debilidad y la muerte asoma. Y así dirá Madre: “La mujer tiene la vida en los brazos. El hombre la tiene toda en la cabeza (...) La mujer fluye como un arroyo, con pequeños remolinos y pequeñas cascadas, pero el río sigue adelante”.

La desgracia se va apoderando de los personajes, de la familia Joad a la que acompaña el lector a través de su camino, y por momentos pensamos que todos van a perecer, que el hambre va a ser más fuerte, pero Steinbeck defiende que no puede ser así, que la fortaleza del ser humano es mayor que cualquiera de los males y esa fe en el ser humano lo hace crear una de las más bellas escenas de solidaridad que se han escrito en una novela. Hacia el final de la obra, la hija recién parida, al no poder darle de mamar a su hijo muerto, opta por amamantar a un hombre que está muriendo de inanición: “El espíritu de todo mi trabajo ha estado dirigido a hacer que las personas se entiendan las unas a las otras”, dijo Steinbeck.
También se muestra crítico y asume un papel casi revolucionario y comprometido con unas ideas de defensa del ser humano, de su dignidad, etc. frente a los propietarios de turno y los capitalistas sin escrúpulos a los que sólo les interesa acumular: “Las compañías poderosas no sabían que la línea entre el hambre y la ira es muy delgada”. Idea que le hace estallar a uno de los personajes: “Estoy aprendiendo una cosa nueva (...) Si tienes problemas o estás necesitado... acude a la gente pobre. Son los únicos que te van a ayudas... lo únicos”. Y más contundente las consecuencias de la miseria y el concepto de propiedad: “Cuando hay una mayoría de gente que tiene hambre y frío, tomará pro la fuerza lo que necesita”.
Novela para tiempos de crisis, novela actual en la que algunos se verán reflejados y que no ha dejado de vender millones de ejemplares en todo el mundo desde su creación, y llevada al cine en 1940 por John Ford con Henry Fonda y Jane Darwell de protagonistas. También Pink Floyd, Camel y Bruce Spingteen se han inspirado en ella para hacer algunas canciones como The Gost of Tom Joad, de este último.

sábado, 11 de octubre de 2008

MITOS Y “DESMITOS”. LA POESÍA DE JULIO ALFREDO EGEA POR MORALES LOMAS

Julio Alfredo Egea, F. Morales Lomas, Juan Carlos Usero, presidente Diputación de Almería y Rafaela Valenzuela, Directora General del Libro (Junta de Andalucía)



El poeta de Chirivel ha sido un corredor de fondo. Lo es. Con ochenta y dos años sigue siendo un poeta joven e incorregible en su humanidad, un poeta vital, el poeta del asombro cotidiano, un poeta humilde y solidario: “Mi bandera era sólo la camisa sudada/ del vecino de enfrente”. Un poeta que tuvo la feliz ocurrencia, siendo alcalde durante la dictadura, de llevar a Chirivel el saneamiento, la pavimentación, el alcantarillado, la electrificación..., todo lo que hubiera querido Jovellanos para España, e incluso la idea inesperada de querer ponerle a la Casa-Cuartel de la Guardia Civil el patronímico de Federico García Lorca. El señor gobernador lo miró de soslayo. Como también lo miraron diagonales algunos círculos literarios: “La historia de las marginaciones en algunos ambientes literarios, a causa de ser o haber sido , es muy larga, silencios premeditados, eliminación sistemática de planes y antologías, desprecios velados o evidentes...” Pero esto es otra historia.
Siempre dijo con mucho gracejo (también me lo recordaba recientemente en Almería con motivo del homenaje que le dimos la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios) que invariablemente vivió de la pluma durante toda su vida. Y, para no herir mis veleidades de elucubrador, añadía: Sí, para poder vivir sin apuros emplacé una granja de pollos: “Aquella noche no pude dormir, dándole vueltas a la idea; nos iríamos a Chirivel a poner una granja avícola; así solucionaríamos nuestros problemas. A los dos días partimos para Chirivel, de corte a cortijo, decididos a vivir de la pluma”, confiesa en La rambla. Antología biográfica (1996), cuando tomó conciencia de que a él Madrid no le ponía nada, y sí su Chirivel, en su humildad y contingencia de naturaleza abierta.
Julio Alfredo Egea ha vivido de la pluma y con pluma. Desde 1956, año de Ancla enamorada, aquel libro inicial en que entroncaba con la lírica de Miguel Hernández, hasta la antología de Legados esenciales de 2005, ha publicado veintidós obras en las que deben incluirse algunas antologías. De esta extensa producción Egea ha abordado los más diversos temas: la muerte, Dios, el compromiso social, su patria grande y su patria pequeña, su historia personal, el amor, el desamor... Los temas de siempre.
Hoy me quiero detener en uno de sus libros más recientes, Fábulas de un tiempo nuevo (2003), al que el jurado compuesto por Félix Grande, Pablo García Baena, Ángel García López, Joaquín Benito de Lucas, Pureza Canelo y Luisa Castro le concedió el XIII Premio José Hierro de Poesía. Es un libro muy diferente a gran parte de su producción anterior por su valor desmitificador y su poder lingüístico, su liberación de cánones realistas y la asunción de la conciencia crítica y creadora como formas sublimes de organizar la materia poética. Julio Alfredo Egea ha sucumbido durante su vida a un continuum de mitos: el campo, la fábula de los afectos, la dicción de los sentimientos como “encumbradores” de una cotidianidad, mitos solemnes, mitos humanos que construyen y conforman nuestra existencia. Así, en Piel de toro (1965) sucumbía a la ficción emocional de España o en Los regresos (1985) se producía la inversión en la memoria, en los paisajes, los mitos geográficos (a los que tan aficionado ha sido siempre), los recuerdos de otro momento pasado: la coyuntura sentimental de una época. En definitiva, el mito del que se alimenta perennemente el poeta: su memoria.
Pero en Fábulas de un tiempo nuevo quiso crear un nuevo mito: el “desmito” de la ruptura del tiempo presente, sus connivencias, sus osadías, sus mecánicas, sus veleidades, sus contemplaciones, sus gustos, sus progresos de cartón-piedra. Julio Alfredo Egea rompe con la profecía del tiempo presente, se convierte en un apóstata de un tiempo nuevo que no sucumbe ante la soledad y organiza la existencia en torno a nuevas profecías y nuevos misterios; quizá la hamburguesa sea uno de ellos: “Imposible la hierba/ tapizando el camino/ que lleve hasta el Mac-Donald,/ pues cubrirá a la tierra una inmensa hamburguesa/ para morderla todos...”
Sostenido sobre la ironía, el sarcasmo, la aglutinación de significantes que desmitifican el poder reductor de una realidad que nos atosiga..., quizá la única salida sea la soledad y la instauración de nuestros afectos de antaño, nuestras lecturas, nuestros dioses. Ante esos mitos del que expira el poeta advierte y responde con la tradición de una mitología sostenida sobre la palabra y los sentimientos más humanos. En consecuencia, la tecnología, las conquistas espaciales, las máquinas toman como si se tratara de un futurismo crítico, el poema para formar parte de los “desmitos” de un tiempo nuevo: “Quizá los robots irán teniendo/ sus reuniones secretas”. Ante este atronador poder “mitificador” de la actualidad el poeta niega que exista la posibilidad de poder “agarrarse a una rama del paraíso”. El paraíso se ha perdido. Hoy el paraíso es un “Clamor de estadios” donde el graderío conquista el paso del tiempo, los rigores del hombre en su infancia traviesa. Ya no existen himnos, “la ideología ha tenido/ ataques de anorexia”, es el fin de las ideologías, que ya proclamara Fukuyama. En este espacio para los despropósitos, el poeta busca la soledad, el silencio, el sosiego, una fórmula para no descender a este compromiso de hormigas con la tierra en tiempos de fábulas. Sí, tiempos de fábulas que alimentan pequeñas historias de clonaciones, de rebaños perturbados, de lunáticos seres que se obcecan, se emocionan o perecen ante el móvil o contemplan extasiados que el hombre ha pisado la Luna.
La ciencia habrá de cambiar al hombre, pero, “¿seremos más felices...”, se pregunta el poeta: “Mientras danzamos entre el clon y el genoma,/hacemos ensaladas con las plantas transgénicas,/ flotamos cada noche en las ondas hertzianas,/ hacemos un diseño de otras vidas”. Pero, ¿dónde el hombre? ¿Adónde llegará? ¿Será feliz este hombre nuevo? Definitivamente se halla anclado en la nostalgia. En consecuencia, se instaura un valor propedéutico, didáctico, eminentemente comprometido con la necesidad de búsqueda de otra realidad que sostenga la existencia humana, en la que prime lo realmente trascendente. Lo que lleva a preguntarse al final del poema: “¿Y Dios... se hará el distraído?” En este mundo que hemos construido los fabulistas clásicos ya no tienen sentido, “los cuentos ya no sirven en este laberinto/ de fingimientos”. Todo se ha vuelto del revés. Las fábulas no nos enseñaron nada. Las fábulas no nos enseñan nada, y “está mal la fauna/ para andar con metáforas”. Incluso hasta la religión. El poema “Pesadilla” es un ejemplo de su desmitificación a través de la ironía y el sarcasmo en torno al catecismo del Padre Ripalda que nos enseñaba los dones del Espíritu Santo o las bienaventuranzas, el acto de contrición y las preguntas y respuestas más emblemáticas. La contundencia del poeta no admite la menor duda. Le dice Egea al padre Ripalda: “Y no me hable de imagen y semejanza, creo/ que los hombres padecen un defecto de fábrica”. Ácido discurso contra unas ideas no exentas de una época que todavía subsisten en otro sentido, a pesar de los avances científicos, a pesar de las veleidades del ser humano. Un mundo lleno de falsas metáforas como la de Adán y Eva, y en descomposición.
El ataque a las torres del World Trade Center también se halla presente en “Visión de San Juan”: “Bañados en la lágrima del sol/ pegasos amarillos/ frente al World Trade Center”. Y frente a la tragedia, la voz doliente del poeta que se siente preso de ese desamor del mundo, de su funesto cataclismo. Aunque frente a ello, no obstante, se siente con la necesidad de levantar himnos o rascacielos de esperanza, que sólo podrán llegar si instauramos la razón de amor, haciendo florecer aquel almendro que plantara un día su abuelo. Mientras tanto no entiende esta ausencia de Dios. Esta contemplación de Dios. Su retirada a otro tiempo. En mitad de esta globalización del espíritu hay un sentido homenaje a dos escritores emblemáticos: F. Kafka y Francisco de Quevedo. Con este último lleva a cabo una juego literario en “Don Francisco de Quevedo entra en la discoteca”: la construcción de dos sonetos en cremallera. En el primero, “Amor constante más allá de la muerte” reproduce el conocido soneto y va entreverando su propio soneto de modo que al final resulta una construcción muy diferente aunque actualizada por sus referentes del momento y el lenguaje jergal: “No pienses en la muerte, pasa tío”. Egea construye el amor falso. El sentido de la existencia actual, el sentido del vacío, el alcohol como paraíso artificial frente a la complementariedad, la exaltación vivencial del amor en el soneto de Quevedo. El segundo poema, también muy conocido, “Es hielo abrasador, es hielo helado”, sucumbe al oxímoron pero sobre todo, con la aportación de Julio Alfredo Egea, al sarcasmo de un mito, el del amor, definitivamente roto, pasto de la manada: el corazón se ha vuelto divertido y la manada ha ocupado el amor.
“Retorno de Franz Kafka” es un sentido homenaje al escritor judío. Un recorrido sentimental desde la llegada a EE.UU. y luego un recorrido por Praga, intentando adentrarse en el espíritu de una época, que es como un retorno a la tristeza.
En definitiva, un libro que avanza por la medina del mundo, por sus creencias de un tiempo que no comparte el escritor ante el que se muestra sarcástico y crítico, cuando no irónico y displicente. Se ha perdido la dignidad del mundo que anda derrotado mientras viste con burkas a las mujeres o suscita su valor de escaparate o de cosas en una triste tramoya de todos conocida. Un libro propenso a la nostalgia. “Perdonen la nostalgia”, dice el poeta, por un tiempo en el que las fábulas ya no tienen sentido y las metamorfosis juegan en contra pues se sostienen sobre la elevación que consiste en un alargamiento de pene, el sonreír del pubis, la siliconada o la fiesta funesta de los piercing. Los niños ya no juegan, tampoco los poetas hacen sus apuestas por la luna, si acaso esperan consultar algún sueño o que el avión no aterrice con la muerte en sus flaps.

La creación literaria y el escritor

La creación literaria y el escritor
El creador de libros, pintura de José Boyano