Invitación a la libertad. La poesía de Manuel Altolaguirre
Marina Martínez
La losa de «poeta menor» ha pesado sobre Manuel Altolaguirre (Málaga, 1905-Burgos, 1959) desde que entre los años veinte y treinta del pasado siglo despuntara como impresor. El reconocimiento de su valor en la edición ha eclipsado de tal forma su obra lírica que ha llegado a ser incluso desconocida para muchos. Ahora, en el 95 aniversario de su nacimiento, un grupo de escritores y profesores malagueños reivindican esa producción poética en 'Invitación a la libertad. La poesía de Manuel Altolaguirre', el primer ensayo publicado en España sobre la poesía completa del autor de la Generación del 27.
Editada por la Universidad de Málaga (UMA), la obra pretende «hacer justicia» y cubrir el «déficit» existente en torno a la obra lírica del malagueño, sobre la que sí había estudios parciales. En este caso, quien abandera la iniciativa es el escritor Francisco Morales Lomas. El también presidente de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios y profesor de la UMA se ha aliado con su colega en la docencia Eduardo Vila y con los poetas Alberto Torés y Rafael Ávila para romper una lanza por los versos de Altolaguirre. Lo hacen a partir de la obra completa publicada en 1999 por la editorial Cátedra. A ella se añade 'Alba quieta', título inédito de 1927 que vio la luz en 2005 y que esconde una curiosa historia.
Cuenta Morales Lomas que el reconocido impresor se la dio a leer a Juan Ramón Jiménez, pero este «no le hizo mucho caso», lo que le retrajo de publicarla. No en vano, según el coautor del ensayo, el poeta onubense consideraba al malagueño «a su nivel» y era él «por el que más afecto sentía» de los de su generación. Teniendo en cuenta lo crítico que era Jiménez, dice mucho del talento poético del que fuera fundador de 'Litoral'. Como recuerda Morales Lomas, ni él mismo «se dedicó a difundir su obra». Tampoco sus coetáneos. «Tenían muy buena consideración de él como persona, incluso le llamaban 'el ángel' por su generosidad y carácter bonachón; sin embargo, no lo trataron bien como poeta», aclara el también escritor que no deja lugar a dudas: «Es el gran poeta olvidado de la Generación del 27». Quizás porque «se centró en hacer una poesía propia, alejada de las modas». «Se sentía libre escribiendo poesía». De ahí el título del ensayo ('Invitación a la libertad'). También referente -destaca Alberto Torés- a la versatilidad artística de un poeta e impresor que también escribió teatro e hizo cine.
Un valor añadido
«La labor de impresor no debería verse como un desprestigio, sino como un plus», advierte Torés, para quien, como ocurriría a otros autores, el exilio, «más que una tragedia, «se convertiría en una fuente de enriquecimiento» para Altolaguirre.
No perdería su esencia el malagueño. Ese carácter intimista que identifica su obra se vería complementado durante la República y la Guerra Civil con marcas propias de una época trágica para muchos. Eduardo Vila subraya entre ellos el dolor y la pérdida (por algunos familiares y por amigos como Lorca), la memoria y el futuro, y la alteridad -«la mirada al otro se visualiza mucho más», observa Vila-.
(Publicado en Diario Sur, Málaga, 13 de abril de 2010).
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