ALGUNOS POEMAS DE PUERTA DEL MUNDO
3
Los hombres duros se alimentan del rescoldo
de los salones fríos.
Sufren el embate de las olas pero se dejan
querer, porque son duros.
Se alimentan de promesas de cosechas
y algo del carmín de un beso.
Son hombres duros porque la vida
no les pertenece. Le es ajena.
Son hombres ungidos por esa gracia
de las ceremonias.
Y tienden a abandonar el campo de batalla
con una espada en la mano,
porque son duros,
porque son duros.
Son hombres duros que no se agotan en el caos
y sobre su historia siempre hay algún monólogo,
algún acto heroico con estatua.
Tenaces al desaliento
los hombres duros evocan
una armonía antigua de rituales, y cosas así.
Los hombres duros nunca se hacen preguntas
porque tienen todas las respuestas.
Protégeme, maestro, de tanta fortaleza.
7
Todo es confusa noche cuando te doy el último
abrazo y el abismo se apodera de mí
con sus umbrías sombras. Y tu gastado tronco
se ahorma entre mis brazos como muro derruido.
Tu jardín, si brillante en el pasado, reposa
mustio entre las jóvenes ramas que te sostienen.
Lo que no acerté a ver, ahora lo veo
más claro y transparente: que se te va la vida,
que se te ha ido rápida y libre como el viento,
y no quiero dejarte sola como me dejas
tú ahora. Te llevas en un suspiro todo:
la espesura del mar, sus confines, mi tiempo
marchito, el ansia alegre del que un día soñó,
la esperanza de creer que el sueño era posible.
Me ato a tu débil cuerpo, al muerto que seré,
y no puedo dejar de irme contigo, madre.
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