jueves, 30 de enero de 2014

HA FALLECIDO EL ESCRITOR Y AMIGO FÉLIX GRANDE



UNA VISIÓN GENERAL DE LA LÍRICA DE FÉLIX GRANDE

FRANCISCO MORALES LOMAS

(DE PRÓXIMA APARICIÓN EN MI ENSAYO POESÍA VIVA)


F. Morales Lomas, Félix Grande, Antonio García Velasco
Universidad de Málaga


             Su formación autodidacta, su educación lejos de la institución universitaria y académica, serán factores definitivos para seguir una línea de poesía con una dimensión moralizadora en la que la memoria -como delimitación del presente e impulso para el futuro, amén de rasgo común a la mayoría de los Poetas del 60- poseerá un papel reglado. Antes de 1960, Félix Grande comienza a escribir Gran música, un libro que quedará inédito por voluntad expresa del escritor y al que se refería Ruiz Silva[1] de esta guisa: “Se trata de una obra de claro aliento romántico, escrita con predominio de versos cortos y que refleja el encuentro con Francisca Aguirre, quien más tarde se convertiría en esposa del escritor”.
               Su primera obra, Las piedras, fue publicada en 1964, y había sido Premio Adonais el año anterior. Aunque lo comenzó a escribir después de Taranto. Homenaje a César Vallejo,[2] obra que se publicará siete años más tarde. Los poemas de Las piedras fueron escritos entre 1958 y 1962. Desde este libro inicial muestra una proclividad a la renovación formal, sin renunciar al sustrato crítico. Esta obra está dividida en tres partes con una introducción romanceada. Según Francisco Lucio,[3] “el libro enunciaba expresamente por vez primera lo que podríamos llamar visión felixgrandiana de la existencia, que se entiende como conflicto irresoluble entre el amor y el terror, las dos a que se alude en el título”. Desde un punto de vista formal, Grande introduce fórmulas líricas populares junto a otras de carácter más innovador y en su conjunto está presidido también por la música, elemento recurrente en toda la obra: “El uso de la música como elemento lírico, embellecedor, estético, lo encontramos en las partes menos personales, más de tradición andalucista, casi lorquiana, como en [4].
     Dos años más tarde, el mismo que aparece Arde el mar de Pere Gimferrer, Félix Grande publica Música amenazada (1966). La relación trascendental de la música y Grande se afianza aún más en este título, se continúa en el siguiente Blanco spirituals y Taranto..., y se consolida a lo largo de su vida con una serie de importantes estudios dedicados al flamenco (remitimos a la biobibliografía)[5]. Sus poemas fueron compuestos entre 1963 y 1966. Bajo la influencia directa de autores como A. Machado, Cernuda, Vallejo, Pavese, Kafka, Dostoyevski... quiere mostrar la amenaza ante una explosión atómica. Es una poesía que no sigue las normas usuales y se decide por la libre asociación de elementos dispares con objeto de ofrecer una visión apocalíptica. El recurso a la memoria –es muy frecuente como venimos diciendo en otros escritores de los sesenta: García López, A. Hernández, Ríos Ruiz, Diego Jesús Jiménez... Tiene el efecto, como dirá José Ortega[6], "además de reflejar los efectos del deterioro del tiempo (...), evitar la desintegración en el presente".
              El concepto de música, en un sentido que podíamos conectarlo con fray Luis de León, la música como símbolo de la felicidad en la tierra, convive con la injusticia y el terror. Lo que le ha llevado a tildar a Francisco Lucio[7] a esta lírica de tremendista, tomando el vocablo prestado de la narrativa de posguerra. Desde un punto de vista estilístico, el poemario se caracteriza por la absoluta libertad, tanto ortográfica como morfosintáctica, los vulgarismos, la intertextualidad, las frases hechas, enumeraciones caóticas, aliteraciones y, en definitiva, la ebullición verbal que le ha llevado a decir a Ruiz Silva que estamos ante “el barroquismo de lo miserable”[8], sobre todo cuando se refiere al léxico empleado por Félix Grande. Pero lejos de esa amenaza nuclear, también en el poemario rezuma esa “vacilación existencial entre el yo y el todos, acrecentada en su obra siguiente”[9]. En definitiva un poemario que refleja la angustia existencial del escritor por intentar reconciliarse con su entorno, en tanto la desesperación lo invade.


               Blanco spirituals (1967) es uno de sus libros más importantes, reeditado en Cátedra con anotaciones y prólogo de Manuel Rico[10]. Sobre el título decía Arturo del Villar[11] que es “una adaptación definitoria e intencionada de los , esas canciones que ponen la esperanza de un pueblo esclavizado en las promesas religiosas”, pero obviamente no es la parábola del negro sino del blanco, y en concreto de seres desdichados que viven en la más abyecta degradación y miseria. Ruiz Silva[12] en este sentido afirmaba que en este libro “el poeta se siente solidario con las víctimas de una guerra imperialista, con las prostitutas, con los negros, con los rechazados por una sociedad hipócrita y despiadada”. No existe, pues, una intencionalidad racial, sino que su centro es el ser humano que vive la situación más desfavorecida. Para Francisco Lucio[13] en esta obra “se atenúa la fuerza crítica y de denuncia, a la vez que se advierte un cansancio, una creciente conciencia de envejecimiento vital en virtud de la cual se acrecienta el aspecto confesional”. En este libro la pasión por el jazz está presente con nombres míticos como Charlie Parker, Fats Waller, John Coltrane, Billie Holliday, la cantora de los Negro Spirituals,  pero también el flamenco, con autores como Manolo  Caracol y la música pop. La presencia de la música corre pareja a la actualidad más rabiosa con  recortes de periódico, declaraciones políticas, flamenco, citas de Rimbaud, con una estructura anárquica y un léxico, a veces, jergal o grosero, la enumeración caótica, el monólogo interior, el lenguaje coloquial, los préstamos literarios... Ante una situación histórica concreta como la americanización de la guerra de Vietnam, la existencia de una violencia institucionalizada, Grande reacciona con una evidente intencionalidad moral, personal y colectiva. La literatura de Grande es, pues, heredera del compromiso cívico, ético y solidario del poeta con los más desfavorecidos, en esa línea de neorromanticismo militante que invade en gran parte toda la lírica de estos poetas que estudiamos. Se puede pensar, a veces, en un excesivo protagonismo del "yo" del poeta, pero éste debe ser interpretado como "una forma más afectiva para que el hablante lírico asuma el sentir de la otredad"[14]. El poeta se siente en la necesidad de ofrecer un testimonio del sin sentido de la existencia y la trascendencia que existe en el hombre si es capaz de desarrollar su libertad conscientemente. Pero también, como decía Emilio Miró,[15] en este libro “heterodoxo, acumulativo, enfático, Félix Grande rompía formas, buscaba nuevos caminos entre el testimonio y la experimentación”. Poesía de gran fuerza expresiva con la que el autor "viene a inquietarnos, a herirnos en medio del pecho, a despertar nuestra mala conciencia, a sacudirnos el alma y el cuerpo con versos que son gritos, quejas, aullidos, denuncias, derrumbamientos", dirá José Luis Cano[16].
              El protagonista de esta obra será la colectividad y su representación inmediata en el libro Concepción Oconto, una humilde mujer, como Félix, peruana rescatada del anonimato gracias al periodismo. Uno de los que mejor ha sintetizado los grandes temas presentes en Blanco Spirituals ha sido Manuel Rico[17] que enumera los siguientes: los desheredados, el desdoblamiento lírico del narrador, la ciudad contemporánea occidental, la historia de España, la cotidianidad como refugio, la cultura como ingrediente de una cosmovisión, el miedo como metáfora de la angustia existencial, la memoria como fermento de la propia identidad, la reflexión sobre el acto de escribir y, en definitiva, la profunda renovación del lenguaje.
              Puedo escribir los versos más tristes esta noche (1971) está escrito en prosa poética. Es un libro más intimista. Si Blanco Spirituals va del yo al nosotros en lo que se puede llamar un cierto “romanticismo ético”, este libro mira más hacia las pesadillas, las neurosis y las confesiones del escritor: “esta especie de denso y ético sermón terrible que Félix Grande nos propone en su noche de versos más tristes refleja, en realidad, como en mayor o menor medida toda su obra anterior, la música ya desabrida, ya tierna, ya acusadora o atroz que el poeta escucha resonar en su más arcano y recóndito interior. Lo que nosotros escuchamos es su eco”[18]. Se trata de un poemario en la que el yo adquiere una singular relevancia, como una especie de regreso a su interioridad y a los demonios personales. Pero no se debe olvidar que incluso en estas circunstancias profundamente personales está latiendo ese referente colectivo, es decir, ni siquiera en este momento se abandonan aspectos como la solidaridad o la conciencia crítica con respecto al mundo real, lo que no significa que este acontecimiento ético sea el centro, sino que sería la fuerza centrífuga, pues la fuerza centrípeta del poemario, como recordaba Paloma Lapuerta[19] se centra en el viaje iniciático hacia el centro del "yo".
              Taranto. Homenaje a César Vallejo (1971), en realidad fue escrito en 1961, pero no fue publicado hasta diez años más tarde. En él existe un evidente intento de emulación del poeta peruano y una singular fascinación por el flamenco, como ya hemos comentado con anterioridad. En una noche de vigilia, en tanto gira un disco de Bethoven, el escritor reúne a sus escritores preferidos: Sartre, Pavese, Machado, Dostoyevski, Vallejo, etc. Según Pilar Palomo[20] con esta obra comienza una carga de rehumanización bajo la sombra tutelar de César Vallejo, aunque, como ya comentamos ya estaba presente en Las piedras, y añade: “Taranto será un libro de denuncia, en el que resuena ese testimonial poema, donde se eleva casi a símbolo de horror histórico la fecha de su propio nacimiento, 1937, en medio de la guerra civil”. Hecho importantísimo en su bibliografía porque hace conectar a este escritor con la generación precedente, pero que a la vez genera un impulso estético con nuevas fórmulas expresivas, que lo diferencia a su vez de esa generación anterior. Situaciones que afianzan la teoría a la que aludíamos cuando hablábamos de la Promoción del 60, es decir, por un lado, conexión con la generación anterior y, por otro, voces propias con apuestas estéticas diferentes.
Biografía (1971) recoge los cinco libros de poesía publicados hasta esta fecha por el poeta, y cuatro años más tarde una antología: Años: Antología (1975).
               En  Las rubáiyátas de Horacio Martín (1978), tiene como referente la "rubáiyat", una composición fundamentalmente erótica escrita por Umar Jayyan, nacido en Naishapur de Korassam a mediados del s. XI. Si la base de la poesía de éste era la salvación del cuerpo, porque de ella dependía el cosmos y la vida, también esta inicial concepción ideal de Grande existe en un poemario eminentemente erótico. En la introducción en prosa, el autor-narrador reconstruye, en ausencia de Horacio Martín -artificio literario, heterónimo que le sirve para desdoblarse, nacido en 1971 y del que existen poemas que seguirán apareciendo sin duda[21]-, las claves de su vida y la búsqueda de unas señas personales y literarias. Horacio Martín, su heterónimo, tiene un compromiso con el cuerpo de la mujer y el lenguaje “que el poeta vive y canta, siente y piensa, y defiende apasionadamente, identificados eros y libertad (como expresa de forma explícita en el poema El buen salvaje). Con la exaltación de la carne se une, en esta última poesía publicada de Félix Grande, la alabanza de la palabra, su otra creencia, su otra fidelidad, fundiéndolas, haciéndolas una sola realidad”[22]. Existe, pues, un evidente sentido simbólico y alegórico en esta presentación de un poemario carnal y eminentemente amoroso. Porque si la huida de Horacio Martín a tierras americanas crea en el autor problemas existenciales, entre ellos, la soledad, es verdad que a través de los poemas se produce esa reconciliación con uno mismo, con el cuerpo que toma conciencia. De nuevo aquí tiene una importancia fundamental el recurso a la memoria. Dice José Ortega[23] que se produce la invocación del pasado, el no-olvido, "en forma de experiencia amorosa, como instrumento liberador necesario para asumir la mismidad en el presente (...) La liberación del pasado no concluye con la reconciliación en el presente, sino asumiéndolo y realizándolo en esa temporalidad del lenguaje, donde los contrarios se adecuan en una instantaneidad que funde acto amoroso y actividad poética". Dirá el poema: "La carne me ha enseñado el más hondo saber/ y el lenguaje me enseña su lección venerable:/ que el Tiempo es un abrazo del hombre y la mujer". En este camino martiniano llegamos a una conclusión que es reiterada en la poesía de Grande: su concepción ética, y así lo recogía Arturo del Villar[24]: "la erótica martiniana implica una ética, por cuanto su experiencia queda señalada como un ejemplo posible para los demás amadores, tanto los ortodoxos como los heterodoxos".
          La concepción del amor en este poemario tiene una evidente génesis oriental, tanto árabe como hindú, de donde posee el concepto de que la verdad suprema habita en el cuerpo, porque todo lo es. Pero esa lectura de la cultura oriental le llega a Grande, como ha señalado Almaïda Mons[25], a través de la lectura de Conjunciones y disyunciones de Octavio Paz. No obstante, en esta obra se advierte una suerte de síntesis y mestizaje entre esa lírica oriental y los referentes del canto ancestral de la cultura gitana y del jazz en una progresión de cruzamiento cultural en el que siempre creyó Félix Grande, pero además ampliados con lecturas de Wilhelm Reich, Freud, Marcuse, Jung, Miller o la Generación Beat americana, de cuyos ejes fue la cultura del amor libre y la ruptura de las convenciones sociales. La amante es identificada con los términos de Loba o víbora, a la vez que existe la presencia de una Doina, la metáfora de la fidelidad. Pero nos interesa destacar fundamentalmente una idea que ya reflejó Rico[26] al insistir en el concepto de poesía amorosa como ruptura de los convencionalismos sociales. Es decir, que incluso cuando la poesía es amorosa y por tanto con una carga individual evidente, se tienen en cuenta los aspectos sociales del extrarradio de la pasión: "Desde esta perspectiva, el libro tiene un contenido crítico evidente y se aleja -aunque parezca paradójico en una poesía que busca lo radical íntimo- de lo que llamaríamos poesía del ensimismamiento". Años más tarde publicará: Capigliatura misericordiosa (1985), La noria (1986), Biografía: poesía completa (1958-1984) en 1986, Carta abierta. Antología (1987), Seis poemas (1991), Cuaderno (1993), Con buenas formas (1997), Conversación (1997) y La canción de la tierra (1998), las cuatro últimas son antologías.

          Podríamos citar finalmente las palabras de Manuel Rico[27] como un perfecto resumen de la obra de Grande: "Dos procesos dialécticos: de un lado, el que se establece, en el plano formal, entre ruptura y tradición; de otro, el que en lo que se refiere a los contenidos, delimita la experiencia íntima -el yo- y la colectiva -los otros. Esa doble dialéctica gravita sobre toda su obra y se manifiesta en el núcleo de sus grandes obsesiones temáticas, a saber: el tiempo, que es abordado en un proceso evolutivo que parte de la concepción del mismo como angustia existencial (...) y la conciencia de la muerte". Ambos temas recorrerán la obra de Grande desde esa doble perspectiva aludida. A estos habría que añadir: el amor -(tanto hacia la mujer como hacia el resto de la humanidad), por esa componente solidaria, cívica, que tiene no sólo su obra sino la de todos los miembros de este grupo de poetas-, y la presencia constante de los referentes urbanos y de la música, sea clásica o popular. “Predomina –dice Benssoussan y Le Bigot- en la poesía de Félix Grande un tono narrativo y cierto experimentalismo verbal que lo diferencian muy claramente de los poetas sociales con quienes comparte el impulso fraternal y la esperanza"[28]



[1]Ruiz Silva, Carlos: “Contrapuntos a la poesía de Félix Grande” en Cuadernos Hispanoamericanos, nº 375, 1980, p. 692-693.
[2]Ibidem. Pág. 695. Comentaba que Taranto es “el primer libro publicado”, aunque en realidad lo que querría haber dicho Quiroga es que fue el segundo libro comenzado a escribir, después de Gran música (inédito), ya que Taranto lleva la fecha de publicación de 1971.
[3] Lucio, Francisco: La poesía de Félix Grande, entre el insomnio y el miedo” en Ínsula, nº 307, junio de 1972, pág. 14.
[4] Ibidem, pág. 695.
[5] Ibidem. Págs. 688-717. En las págs. 689-690 decía Ruiz Silva que en 1954 ó 1955 Grande “recibe lecciones de guitarra flamenca de José María el Herrador, y sigue dos cursos de solfeo con el director de la banda de música de Tomelloso (...). Con estos conocimientos Grande acompaña a un grupo de flamenco durante algún que otro verano. “Aquí, en estos años, en estos encuentros y en estos descubrimientos debe buscarse la raíz de la pasión de Grande por el flamenco y el indudable influjo de éste sobre su poesía” (pág. 690). La pasión por el jazz llegará un poco más tarde. Es también significativa, en este sentido, la obra de Félix Grande, Mi música es para esta gente, Ediciones Castilla, Madrid, 1975.
[6] Ortega, José: "Tanatos y eros en la poesía de Félix Grande", en Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 379, enero 1982, pág. 144.
[7] Ibidem, pág. 14.
[8] Ibidem, pág. 700.
[9] Ibidem, pág. 697.
[10] Op. cit.
[11] Villar, Arturo del: “La poética de Félix Grande, entre la ética y la erótica” en Papel Literario de Diario de Málaga-Costa del Sol, 4 de julio de 1999, pág. V
[12] Ibidem, pág. 707-708.
[13] Ibidem, pág. 14.
[14] Ibidem, pág. 146.
[15] Miró, E.: “La poesía desde 1936” en Historia de la literatura española (Ed. de José María Díez Borque), Tomo IV, Madrid, Taurus, 1980, p. 373.
[16] Cano, José Luis: "Félix Grande y sus Blanco Spirituals", en Poesía española contemporánea. Las generaciones de posguerra, Guadarrama, Madrid, 1974, pág. 229.
[17] Ibidem, págs. 28-63.
[18] Ibidem, pág. 705.
[19] Lapuerta Amigo, Paloma: La obra poética de Félix Grande, Verbum, Madrid, 1994.
[20] Palomo, Pilar, Poesía, op. cit., pág. 149.
[21] Félix Grande ha querido crear este heterónimo para  que represente la conciencia escindida de sí mismo. Horacio Martín es una síntesis entre Abel Martín, el complementario de Antonio Machado, y Horacio Oliveira, el personaje de Cortázar en Rayuela. Nació el 2 de abril de 1940 en Barco de Ávila, fue biznieto de Abel Martín y su suicidó en 1991, según cuenta Félix Grande en el prólogo a la colección de textos de Horacio Martín, Sobre el amor y la separación, Valdemar, Madrid, 1996.
[22] Miró (1980:373)
[23] Ibidem, pág. 149.
[24] Villar, Arturo del: "La poética de Félix Grande, entre la ética y la erótica", en Papel Literario de Diario de Málaga-Costa del Sol, núm. 303, 4 de julio de 1999, pág.VIII.
[25] En el prólogo a la obra de Félix Grande Las rubáiyátas de Horacio Martín, Anthropos, Barcelona, 1989.
[26] Manuel Rico, Op. cit., pág. 84.
[27] Manuel Rico, Op. cit., pág. 22.
[28] Benssoussan, A. y Le Bigot, C.: Poetas españoles del siglo veinte, Université de Rennes, Rennes, 1996.

domingo, 19 de enero de 2014

LA NARRATIVA DE MANUEL VIDAL POR FRANCISCO MORALES LOMAS




DIEZ AÑOS DE LA MUERTE DE MANUEL VIDAL 
Y LO QUE HAY QUE TENER 

F. MORALES LOMAS

Unos meses después de obtener en 2003 el Prima Andalucía de la Crítica como Premio Ópera por su obra Lo que hay que tener falleció el escritor gaditano y periodista taurino Manuel Vidal. Había nacido en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y desarrolló una amplia y variada labor periodística y literaria, además de cultivar la faceta de guionista. Sus primeros pasos en el mundo taurino fueron de la mano del crítico Carlos de Rojas, del desaparecido diario Informaciones, al que acompañó en una serie de coloquios que se hicieron célebres por las ferias de España. En el mundo de la televisión, su obra más conocida es el documental "La Tauromaquia. Iniciación al Rito y la Técnica del Toreo". Fue escritor habitual de la prensa escrita (Posible, La calle, Lui), la radio (RNE y La Voz de Madrid) y la dirección teatral, el guión cinematográfico y la televisión. Era un contador de historias y en esta obra se adentra en una temática muy querida para él y para algunos autores andaluces: la alianza entre el intelectual y el torero. A lo largo del siglo XX esta alianza ha sido motivo de grandes acontecimientos literarios y generacionales. En la Generación del 27 fue constante con autores como Sánchez Mejías, a quien Lorca dedica su libro, Alberti… pero ha sido muy habitual también en los novelistas.
Lo que hay que tener posee como protagonistas al torero Juan Medina, al banderillero Tomasito y al escritor norteamericano Richard Foster (quizá un homenaje al gran escritor David Foster Wallace y a Hemingway). En 1936 llega a España el protagonista de esta historia, Richard Foster, para participar en las brigadas internacionales en defensa de la República. A través de su voz narrativa en primera persona nos va desarrollando  una historia (salvo el último capítulo que lo escribe Tomasito) en la que sus protagonistas van a realizar una extraña alianza entre sí para dotar al lector de las vivencias de un mundo preciso y literario. Si las ideas de Richard Foster son claramente republicanas (incluso lo acusan de comunista) las del torero Juan Medina están muy cercanas a Franco, de hecho es el único al que el dictador le consiente determinadas cosas. Y Tomasito, criado en el barrio de Triana en Sevilla, es un superviviente que nace en la absoluta miseria y sobrevive gracias a esa picaresca tan socorrida y española. Este triángulo nos permite acceder a tres visiones de la realidad completamente diferentes pero complementarias. Aquí radica a mi modo de entender la bonhomía de esta novela que corre suelta, ágil y con buen dominio de la lengua, algo que debe ser ensalzado.
El narrador está recogiendo material para realizar una novela sobre este mundillo de toreros y pícaros españoles y está pensando en Tomasito como protagonista de la misma y del afamado Juan Medina. El conocimiento de sus vidas le hace entrar en contacto con una serie de personajes que nos van a permitir adentrarnos en ese mundo tan promiscuo.
Es un narrador un tanto tosco, bronco y muy orgulloso de sus heridas ganadas en la guerra civil española, tanto como de sus tendencias suicidas presionado por un afán de autodestrucción muy en la línea de Hemingway que le sirve a Vidal un tanto de espejo (también Foster Wallace se suicidó). Su relación con Tomasito es afable hasta que le da un puñetazo al tratar aquel de zaherir al torero Juan Medina, a quien Foster tiene como una especie de dios en la tierra. Su afición al toreo es de tal magnitud y su identificación con la hombría del torero de tal calibre que sus sentimientos se disparan rápidamente cuando alguien lo ataca.
Durante un tiempo, recorre con Tomasito el barrio de Triana, se adentra en su familia (once hijos) y este le explica la miseria que pasó, sus vivencias, su forma de vida que recuerda con nostalgia a pesar de tanta pesadumbre. Se percibe una diabólica deformación caricaturesca con remembranzas de la picaresca española del siglo de oro: “Yo robaba plomo en las obras” (p. 121), dirá el banderillero Tomasito recordando sus años de penuria. Pero a la vez que esta situación de los estratos más humildes surge la corrupción de las clases más adineradas, también pícaros a su modo, pícaros de guante blanco que le permiten imbuirse al lector de mano del narrador norteamericano (y con el elemento de distanciamiento que este genera) en los intríngulis de una España de época, la de Franco, sin duda: “La picaresca de cuello blanco de don Carlos Pombo” (p. 130-131).
Sabemos de su adicción al alcohol y de sus tendencias suicidas que están muy remarcadas en algunas páginas de la novela, que tomará una percepción metaliteraria y reflexiva en ocasiones, permitiéndole al narrador adentrarse en esa veta de literato, y justificar su visión de la existencia a caballo entre el idealismo que proyecta sobre él el torero y el realismo autodestructivo y suicida inmanente. Un conjunto de ideas que van y vienen generándose diversas situaciones narrativas como el diálogo sobre el cristianismo y el protestantismo, el anecdotario de los zurriagazos a la marquesa (p. 172) o la anécdota de la berrea a la que acuden nuestros personajes a Cazorla (p. 176-177), que nos permitirá descubrir otros elementos que justificaban muchas de las actitudes de escritores como Hemingway que sería un alter ego. Y así dirá: “La caza, al igual que el toreo, es una de las maneras más bellas que hemos inventado los hombres para ritualizar esta relación inevitable que mantenemos con la Naturaleza” (p. 180-181).  La idea que tiene en mente el escritor norteamericano, a pesar de esta vitalidad que aparenta, es escribir su última novela sobre este mundo picaresco y suicidarse.
Una apariencia dramática se produce cuando Tomasito y Foster discuten y Tomasito le echa en cara que no tiene ni idea de toros, que le puede hablar de escritura cuanto quiera porque él se considera casi analfabeto pero de toros no le da lecciones. Tomasito le echa en cara que defienda tanto a Juan Medina cuando a este le afeitan todos los toros. Y además le echa en cara la soberbia del pueblo americano que llega a todas partes arrasando: “Usted –le dice Tomasito- es un borracho al que de vez en cuando le da por escribir” (p. 196).  En su crueldad y venganza, el escritor paga a la hija de Tomasito como a una prostituta más y fornica con ella. El momento culminante es cuando en una de las corridas de Juan Medina, a la que asiste el escritor y Tomasito es el banderillero, este es cogido por el toro y espeta Tomasito cuando se lo llevan en andas a la enfermería temiendo por su vida: “Estarás contento, hijo de puta. Ya tienes final de la novela” (p. 203).
La intención entonces del narrador es romper la novela que está escribiendo y suicidarse. Así creemos que sucederá cuando nos encontramos con el último capítulo donde el narrador ya es Tomasito, sin embargo, es una argucia novelesca para crear tensión, pues en el inesperado final, Tomasito, perdona la venganza del escritor y acaban yéndose de copas por Madrid.
A propósito de esta obra concluía Moncho Alpuente en el diario El País: “Por Lo que hay que tener corre ese flujo de testosterona, encarnado en primera persona por el escritor yanqui, alcohólico, y fascinado por la virilidad y por la muerte que encuentra en el mundo de los toros una vía de escape a sus obsesiones. Gran cazador blanco, reportero de guerra y seductor insaciable, Richard Foster en el declive de sus facultades físicas y creativas intentará reavivar su carrera de escritor vampirizando a un banderillero. En paralelo a la biografía de Tomasito corre la odisea interior del escritor perseguido por sus fantasmas personales y sexuales, otra novela en la que el perdedor, el pícaro recuperará su dignidad pisoteada a costa de la degradación moral de su mezquino biógrafo, Richard Foster, un falso héroe, al que algunos llegaron a considerar, no sin cierta precipitación un mito del siglo XX, como reconoce el protagonista en un momento de lucidez, abrazado a Betsy, su escopeta favorita a la que puso nombre de mujer, para regocijo de aficionados al psicoanálisis”.


jueves, 16 de enero de 2014

EL DESAHUCIO DE F. MORALES LOMAS GANA EL V PREMIO MORENO ARENAS DE TEATRO


NOTICIA APARECIDA EN ALBOLOTE INFORMACIÓN
F. MORALES LOMAS GANADOR DEL PREMIO JUNTO A RUIZ PLEGUEZUELOS EN TEATRO MÍNIMO

RUEDA DE PRENSA DEL DRAMATURGO MORENO ARENAS, MARTA NIEVAS (CONCEJAL DE CULTURA) Y ANTONIO SÁNCHEZ TRIGUEROS (PRESIDENTE DEL JURADO)




CUENTOS ENGRANADOS





Título: 55 autores escriben a beneficio del Banco de Alimentos de Granada
Subtítulo: La antología “Cuentos engranados” se presenta el 20 de enero en la Biblioteca de Andalucía

Bajo el título “Cuentos engranados” se presenta el próximo 20 de enero, lunes, en la Biblioteca de Andalucía, un libro singular en muchos aspectos. Singular, primero porque reúne nada menos que a 55 autores, entre los que figuran algunos de los mejores especialistas del género corto en lengua española; segundo porque es una obra solidaria, dado que el total de ventas irá destinado al Banco de Alimentos y finalmente porque se presenta como libro electrónico y no en papel y, como tal, trae interesantes novedades.
La antología, que saca a la luz la editorial digital granadina Transbooks, recoge relatos de autores de Granada o vinculados, de algún modo, a la ciudad de la Alhambra. El común deseo de todos sus promotores es contribuir a paliar la grave situación que viven muchos granadinos en estos tiempos de crisis ante el desamparo de las autoridades. Y ello de la mejor y única manera que saben: escribiendo.  Los narradores participantes son, por orden alfabético, Alberto Granados, Alfonso Cost, Alfonso Salazar, Ana María Shua, Ana Morilla, Andrés Neuman, Ángel Olgoso, Angélica Morales, Angelina Lamelas, Antonina Rodrigo, Ayes Tortosa, Brígida Gallego-Coín, Carlos Almira Picazo, Carolina Molina, Celia Correa Góngora, Concha Casas, David Aliaga, David Roas, David Vivancos, Elena Casero, Elvira Cámara, Espido Freire, Fernando de Villena, Francisco Gil Craviotto, Francisco Morales Lomas, Francisco Ortiz, Ginés S. Cutillas, Herminia Luque, Herminia Pérez, Javier Morales, Jesús Cano, Jorge Fernández Bustos, José Abad, José Lupiáñez, José María Pérez Zúñiga, José Vicente Pascual, Juan Cobos Wilkins, Juan Herrezuelo, Juan Jacinto Muñoz Rengal, Julia Olivares, Julia Otxoa, Lola Vicente, Manu Espada, Manuel Talens, Mariano Zurdo, Mariluz Escribano Pueo, Medardo Fraile, Miguel Ángel Cáliz, Miguel Ángel Moleón, Miguel Ángel Zapata Carreño, Miguel Arnas, Miguel Sanfeliu, Norberto Luis Romero, Raúl Ariza y Rosana Alonso. La coordinación de la obra ha estado a cargo de los escritores Carolina Molina y Jesús Cano, mientras que Antonio Enrique se ha encargado de redactar un más que interesante prólogo.
Estos tres nombres, junto con el presidente del Banco de Alimentos, Antonio López-Barajas, presentarán la antología el próximo 20 de enero, lunes, en el salón de actos de la Biblioteca de Andalucía de Granada, calle Profesor Sainz Cantero 7. Pero está previsto que intervengan algunos de los autores, dado el interés de los promotores en poner no sólo nombre y apellidos sino también rostro humano a este acto solidario.
Durante la presentación será posible vender ejemplares de la obra, pese a ser un libro digital. Ello será posible gracias a toda una novedad que se presenta por primera vez en Granada: unas tarjetas con las que bastan un código y una contraseña par que el comprador pueda descargar fácilmente el libro tanto en sus dispositivos de lectura, como en su ordenador o smartphone. La tarjeta, de cuidado diseño, permite igualmente a los autores firmar ejemplares. La obra se edita en formatos mobi y epub, los más comunes en el mercado, así como en una versión PDF. El precio de esta antología, de 281 páginas, será de 4,5 euros. Para adquir el libro on line, visitar la siguiente dirección: http://transversales.es/transversal/TransBooks/TransBooks/Publicaciones/Entradas/2013/12/13_Cuentos_Engranados.html
Presentación de “Cuentos engranados”. Lunes, 20 de enero a las 20 horas en la Biblioteca de Andalucía (Profesor Sainz Cantero, 6, Granada). Para más información, contactar con Jesús Cano, teléfonos 958 735580 o 679 083106.

Los autores y la editorial agradecerían a todos los medios de comunicación la máxima difusión de esta obra, dado que redunda tanto en beneficio de la literatura como de Granada y su provincia.


domingo, 12 de enero de 2014


JUNTA DIRECTIVA DE ACE-ANDALUCÍA



Sábado 11 de enero de 2014 (Antequera, Málaga)

La Asamblea Extraordinaria de la Asociación Colegial de Escritores (sección autónomo de Andalucía) ha elegido en Antequera la nueva Junta Directiva de la ACE-Andalucía para los cuatro próximos años en una votación histórica en la que ha habido un gran respaldo en el número de votos.

Antonio García Velasco, José Valles, Andrés Sorel (secretario general de ACE España), Pedro Luis Ibáñez Lérida, Remedios Sánchez, Rafael de Cózar, Manuel Gahete, Francisco Morales Lomas, Yolanda Aldón, Paco Huelva, Paloma Fernández Gomá, José Sarria, Rosa Díaz, Francisco Vélez Nieto y Antonio Garrido Moraga. No están en la foto José Antonio Santano, José María Molina Caballero, Mariluz Escribano y Encarna León.

Presidente: Manuel Gahete (escritor y director del Instituto de Estudios Gongorinos)
Secretario General: José Sarria (escritor y economista)
Vicepresidente primero: Remedios Sánchez (escritora, profesora de la Universidad de Granada y codirectora de la revista "EntreRíos") 
Vicepresidente segundo: Francisco Morales Lomas (escritor y profesor de la Universidad de Málaga)

Vocal 1. Tesorero: José Antonio Santano (escritor) 
Vocal 2. Responsable Medios de Comunicación: Yolanda Aldón (escritora y periodista) 
Vocal 3. Responsable de Publicaciones: Antonio Garrido Moraga (escritor y profesor Universidad de Málaga)
Vocal 4. Responsable de Relaciones Institucionales: Rosa Díaz (escritora)


Responsables Territoriales
Córdoba:  José María Molina Caballero (escritor y director de la revista "Ánfora Nova") 
Jaén: Genara Pulido (profesora Universidad Jaén) 
Huelva: Francisco Huelva (novelista y crítico literario)
Cádiz: Paloma Fernández Gomá (escritora y directora revista "Dos Orillas")
Málaga: Antonio García Velasco (escritor y profesor de la Universidad Málaga) 
Almería: José Valles (exvicerector y catedrático de literatura Universidad de Almería y exasesor cultural de la embajada de México)
Granada: Mariluz Escribano (escritora y directora de la revista "EntreRíos")
Sevilla: Pedro Luis Ibáñez Lérida (escritor y director de "Ediciones En Huída")
Melilla: Encarna León (escritora)


Consejeros
Consejero 1
: Rafael de Cózar (escritor, catedrático de la Universidad Sevilla y Presidente Honor ACE-A) 
Consejero 2: Paco Vélez Nieto (escritor y Presidente de Honor de ACE-A). 



sábado, 4 de enero de 2014

FRANCISCO HUELVA ESCRIBE SOBRE LA NOVELA BAJO EL SIGNO DE LOS DIOSES DE F. MORALES LOMAS EN IBERARTE

EN IBERARTE
http://www.iberarte.com/index.php/artes-plasticas/literatura/7362-bajo-el-signo-de-los-dioses-de-francisco-morales-lomas

Bajo el signo de los dioses, de Francisco Morales Lomas

Escrito por Francisco Huelva el . Publicado en Literatura
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MaloBueno 
paco huelvaUna novela ambientada en los siglos XVI y XVII, nos descubrirá que las virtudes y defectos de los que nos hacemos llamar seres humanos.
Todo sistema, todo orden… es represivo, ha de serlo por naturaleza. Pero el acondicionamiento de las normas conductuales a determinadas pautas debe permitir el ejercicio de las libertades públicas tanto individuales como colectivas. Esto que hablamos, que en los países democráticos es (o debiera ser) normal y está recogido en Cartas Magnas que establecen los deberes de la ciudadanía para con los demás y los derechos mínimos que el Estado ha de garantizar a ésta por el mero hecho de la pertenencia a un territorio, no es en nuestros días la norma sino la excepción. Es decir, si miramos en redor, los derechos básicos de la ciudadanía son pisoteados aquí y allá tanto por grupos de presión, malhechores organizados o dictaduras de izquierdas o de derechas, que tanto monta para estos menesteres.

El abuso de poder, el desmedido ejercicio de la fuerza, la intimidación ostentosa, la expansión del virus del miedo en el cuerpo social, la falta de instrucción pública, el pánico a lo desconocido, el hambre, la miseria… son herramientas utilizadas por el poder en todo tiempo y lugar, desde que decidimos vivir en hordas, en clanes, para mejor defendernos de los demás… de los otros… de los diferentes.
Si esto resulta ser así a día de hoy, como padecemos en carne y mente propia, imaginemos cómo serían las relaciones sociales en la “España” de los siglos XVI y XVII. Esa es la última propuesta de Francisco Morales Lomas en Bajo el signo de los dioses (Alcalá Grupo Editorial), una novela que, junto a Cautivo y Puerta Carmona, componen la trilogíaImperio del sol.
Bajo-el-signoMorales Lomas es catedrático de Lengua Castellana y Literatura, doctor en Filología Hispánica, licenciado en Derecho, licenciado en Filosofía y Letras y profesor de la Universidad de Málaga.
En Bajo el signo de los dioses Morales Lomas adapta el lenguaje de una manera preciosista al tiempo histórico en que se desenvuelve la trama que narra. En la misma aparecen truhanes callejeros, asuntos de caballería -esos que ridiculizó tan majestuosamente Cervantes con el Quijote-, osados ministriles que roban cuanto pueden, cándidos aristócratas, enredos amorosos, ladrones de guante blanco, analfabetos poderosos, curas ilustrados, inquisidores sin alma, y, también, lo que hace del texto una obra inmersa en la literatura de todos los tiempos… un lugar de encuentro, para plumas tan enconados entre sí y tan dispares en sus posicionamientos político filosóficos como Lope de Vega, Cervantes, Quevedo, Góngora, Mateo Alemán, Ovidio o Aristóteles.
Libro de poderosa narrativa, el lector puede visualizar (no en vano Morales Lomas es aparte de un reconocido poeta, novelista y ensayista, un magnífico dramaturgo), como en un corral de comedias, el Madrid de la Corte y un provinciano Valladolid en la cúspide de una época, que, sin embargo, anuncia el desastre y la decadencia de la España imperial. Un Madrid lleno de mesones y de tascas, de calles embarradas en invierno, sucias y malolientes, de barraganas, de ejecuciones en plazas públicas, de enfermedades y epidemias que se llevan por delante a cientos de miles de personas y para las que no hay remedio, y que, los curas, siempre barriendo para el presbiterio propio, utilizaban para proclamar el castigo de Dios ante un pueblo que no seguía los designios de los que administraban la palabra del Altísimo.
La escritura de Bajo el signo de los dioses anuncia el conocimiento exhaustivo de una época por parte del autor, y, también, la lectura de infinidad de textos literarios, históricos, religiosos y filosóficos que vienen a la postre a conformar la sólida estructura en la que se enmarca la novela, cuya coreografía muestra las luces y las sombras de un lugar y de un tiempo que el lector puede imaginar, ya fueran reales o ficticios, que, como sabemos, poco o nada importa en literatura.
Pero hay algo más en esta novela. Y es la semejanza con el tiempo que vivimos. Tiempo de secesiones, de falta de liderazgos, de truhanes y de ladrones, de iglesias cómplices, de retrocesos éticos, de monarquía cuestionada, de líderes políticos y sindicales señalados por la Justicia, de magistrados comprados, de hambruna en el pueblo, de ganancia de las corporaciones (bancarias, eléctricas…), de ausencia de derechos, de rotura… de quiebra del bienestar social.
Bajo el signo de los dioses es, como se dijo, una novela ambientada en los siglos XVI y XVII, pero, una lectura mesurada nos descubrirá que las virtudes y defectos de los que nos hacemos llamar seres humanos, han cambiado bien poco tanto en lo individual como en lo colectivo con el paso de los siglos.

Francisco Huelva
minombre.es/pacohuelva

La creación literaria y el escritor

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El creador de libros, pintura de José Boyano