viernes, 20 de febrero de 2015

F. MORALES LOMAS ACADÉMICO DE LA ACADEMIA DE BUENAS LETRAS DE GRANADA





F. MORALES LOMAS (PARANINFO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA, 9 DE FEBRERO DE 2015)


ALGUNAS IMÁGENES DEL ACTO Y UN FRAGMENTO DEL DISCURSO DE FRANCISCO MORALES LOMAS

LA LÍRICA CONMOVEDORA DE FRANCISCO GARCÍA LORCA

Excmo. Sr. Presidente,
Señoras y Señores Académicos,
Señoras y Señores:
De bien nacidos es ser agradecidos y, desde luego que aspiro a ello, y me congratula enormemente hacerlo en esta ciudad, en este paraninfo y en esta plaza de la Universidad a la que llegué un día hace cuarenta y siete años, y donde pulsé el primer hálito de la ciudad entre juegos y la imago mundi del emperador al que cada año los estudiantes colocaban un atributo en su encabritada testuz.
El honor que recibo con tan alta distinción solo es parejo al afecto que siento por todos los que han afirmado mi elección. A muchos los conozco en diversas circunstancias desde hace cuarenta años y los admiro hondamente. Pero en un día como hoy debo también recordar a mi querido amigo Manuel Urbano Pérez Ortega, que siempre se encuentra cerca de mí como un padre en los afectos, a pesar de su desconsolada ausencia.
A veces los apellidos provocan estremecimiento. Y si estos son García Lorca aún más, porque a la cruel muerte del genio hay que asociar, como un hecho pertinaz, la traición, la envidia y la injusticia, que ha salpicado nuestro país y siempre producen una extraña conmoción perdurable.
Para muchos lectores, nombrar García Lorca es llamarse exclusivamente Federico, y existe un licencia de identificación tal en muchos ciudadanos que no caben otros nombres ilustres en la familia García Lorca. Sin embargo, hubo un escritor, un poeta también muy apreciado, que se llamó Francisco, Francisco García Lorca, al que idolatraba Federico, y al que también querían todos, como afirmó León Felipe en 1966 al dedicarle su libro Oh, este viejo y roto violín.
Con motivo de la exposición Francisco García Lorca, 1902-1976, realizada en la Residencia de Estudiantes y en la Huerta de San Vicente en 2003, fortalecía esta línea de pensamiento el historiador Juan Pérez de Ayala, comisario de la exposición, al afirmar que Francisco se halló en la sombra por la proyección de su hermano, pero que era un personaje atractivo, un gran poeta...






CONTESTACIÓN
DEL 
ILMO. SR. DON FERNANDO DE VILLENA
Excmo. Sr. Presidente

Excmos. e Ilmos. Sras. y Sres.
Académicos Señoras y Señores:
Campillo de Arenas es un pueblo nacido al pie de altas montañas que se asoma con curiosidad a ver el tránsito de los viajeros que van desde Granada a Jaén o viceversa.
Allí nació y tuvo su primer paraíso Francisco Morales Lo- mas. Él mismo nos hablará de aquellos años de su infancia en numerosos poemas como en el titulado “Lecciones de historia” al que pertenecen estos versos tan esclarecedores:
“...Debí de ser niño inquieto, porque:

Me llamaba tanto un pecho como la cueva
De Platón, cosas de la edad.

La tristeza huía de mí como la peste

Y aunque hubo lágrimas, siempre

Fueron de alegría.

Yo nací con las zapatillas rotas

Y mucha ansia de trofeos...”
Años pues de felicidad en los que la vida no resultaba fácil, pero en los que el futuro escritor ya muestra sus legítimos deseos de triunfo. Un día, empero, se le cierra el paraíso porque la familia decide trasladarse a Granada. El dolor de ese desarraigo quedará mucho tiempo después plasmado en el excelente poema “La camioneta de la nie- bla”, del que ofrezco también algunos fragmentos:
“Papá dijo que la ciudad nos esperaba henchida
tras los cercanos montes en bruma,
aquellos montes ahogados en las nieblas densas (...)
La camioneta, cargada de muebles, lamía el manto
del asfalto y atravesaba desiertos poblados

donde el olor a soledad producía miedo.

En un hueco que los desvencijados muebles

me habían dejado, contemplaba el paisaje noctámbulo
que se iba perdiendo como Gretel
perdía sus granos en el bosque (...)
Llegamos a la ciudad, un cúmulo de pesar
que me fue arrancando poco a poco de la tierra,
el seno materno de mis días infantiles,

cuando la aurora no tenía límites

ni inviernos ni hojas derramadas en el suelo...”
Experiencia pues traumática la del niño Francisco Mo- rales Lomas que se ve obligado a enfrentarse desde muy pronto a una ciudad de gentes bastante cerradas. Pero en ese momento el estudio viene en su ayuda.
F. MORALES LOMAS Y FERNANDO DE VILLENA
Y si Granada le pareció hermética, también encontró en ella la fascinación de la cultura: eran días en los que desde la calle Mesones hasta la Plaza de la Universidad, en vez de tantas tiendas de moda, podía un paseante encontrar hasta una docena de librerías y, en el Salón, la biblioteca pública semejaba un palacio encantado. El joven escritor se adapta, como él mismo nos explica en el ya referido poema “Lecciones de historia”:
“... Pero luego crecí y el hambre se hizo
Dueño, un hambre de conocimiento,

Un hambre que sólo se detenía en el pezón
De una mujer o en el alma de un leproso”.
Eran los inquietos años de la Transición y Morales Lomas empieza a sentir una inquietud social que ya lo va a acompañar siempre y que lo ha llevado ahora a ser uno de los fundadores del movimiento “Humanismo Solidario”. Y en ese tiempo, en el hervidero alegre de la Facultad de Letras, en las clases de Griego con doña Encarnación Sánchez o en las de Literatura con don Emilio Orozco o en las barras de las tabernas de la época, tuve la suerte de tratarlo. Ello me permite ahora resumir algunas de sus cualidades, esas cualidades que lo han convertido en un escritor de primer orden. Ante todo está su inteligencia clara que le permite ver muchas cosas donde los demás nos quedamos en penumbra, que le permite analizar y aprender cualquier texto con facilidad y pericia. Nada escapa a su mirada de sabio humilde y a su sensibilidad poética. Ello explica que hoy nos haya emocionado con un brillantísimo discurso no sobre Federico García Lorca, sino sobre su hermano Francisco que, pese a no poseer esa ígnea capacidad para crear metáforas asombrosas que tuvo Federico, es un poeta con mundo propio, con una gracia propia y un sentimiento de lo granadino tan acendrado como el de su hermano. Así pues, Morales Lomas pone el foco de su sabiduría no sólo en los autores ya aceptados en el panteón de las historias y los manuales de la Literatura, sino también en esos otros preteridos por las circunstancias.
En segundo lugar, yo admiro en el autor que hoy tenemos la dicha de recibir en esta Academia su extraordinario afán de trabajo, su positiva ambición para todo lo que emprende. Nadie como él conoce la selva de la literatura española de los cuarenta últimos años; nadie ha analizado obras, corrientes y autores tan sagazmente en diversos estudios llenos de rigor y sensibilidad, y nadie se ha atrevido a poner orden en el conjunto sino él.
Entrega de la medalla como académico a Francisco Morales Lomas de manos del presidente de la Academia Antonio Chicharro Chamorro
Pero es que a su inmensa labor de crítica y erudición une la de ser un creador en los más diversos géneros. Tal es el número de sus obras escritas y publicadas en todos ellos que no admite comparación más que con Lope. Monstruo de la naturaleza, pues, Francisco Morales Lomas nos ha ofrecido numerosos poemarios desde que en 1981 apareciesen sus “Veinte poemas andaluces”. Su poesía se inicia con ecos de las vanguardias y un gusto por la imagen que en ocasiones desemboca en el surrealismo, y todo ello unido a ciertos elementos de raíz popular, para más adelante alcanzar un tono más hondo, verdadero y nostálgico que acaba emparentándolo con los autores del grupo Cántico de Córdoba.
Como narrador posee también una amplia trayectoria conformada tanto por libros de relatos como por novelas. En todas estas obras analiza las pasiones y la soledad natural del hombre y nos ofrece muestras de un erotismo delirante, pero siempre en relación con el Thanatos. Su formación grecolatina se halla muy presente en toda su obra. Impresiona en sus textos esa insatisfacción de todos los personajes con sus propias vidas, ese deseo que, como el “fatum” clásico, los arrastra a su perdición.
Recrea magníficamente los escenarios rurales y los de diversas ciudades y es un maestro en la creación de los caracteres, sobre todo de los femeninos, así como en el uso del monólogo interior. De los ambientes contemporáneos que aparecen en la primera etapa de su narrativa ha pasado al presente a escribir una trilogía novelística sobre nuestros siglos de Oro, pero cuya lectura nos lleva a la conclusión de que el hombre es siempre el mismo y los abusos de unos pocos sobre todos los demás se han producido en todas las épocas de igual manera.

Pilar Esteban, F. Morales Lomas, A. Morales Pérez-Ramos y Encarna 
Como dramaturgo, Morales Lomas es el creador de la corriente nombrada “Canibalismo dramático”, que se define como “comida social y conciencia de la realidad”. Es un teatro muy crítico, satírico, que a veces apunta hacia el esperpento.
Una obra, pues, desmesurada, con más de setenta títu- los, y que, como he señalado, precisa de todos los géneros literarios para su completo desarrollo.
Apenas acabada su carrera, Morales Lomas se traslada a Guadix y también a Barcelona donde se vincula al grupo literario Azor. Pero finalmente se asienta en Málaga, ciudad donde encuentra el ambiente adecuado para compaginar su labor creativa e investigadora con la docencia, donde obtiene una segunda licenciatura (en Derecho), donde se convierte en profesor de universidad, donde realiza su doctorado sobre la poesía de Valle Inclán y donde se vincula a los grupos Canente y Málaga y es nombrado Presidente de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios.
El niño que antes de salir de aquel pueblecito suyo de la provincia de Jaén sentía “ansía de trofeos” los va lo- grando poco a poco gracias a sus extraordinarios esfuerzos y cualidades y hoy, para esta Academia de Buenas Letras de Granada, ciudad donde el escritor se formó hasta los veintitrés años, supone un gran honor recibirlo. Bienvenido, en fin, a esta noble casa.


BIBLIOGRAFÍA RESUMIDA


FRANCISCO MORALES LOMAS (Campillo de Arenas, Jaén)
De la Academia de Buenas Letras de Granada. Es poeta, narrador, dramaturgo, ensayista, columnista y crítico literario. Doctor en Filología Hispánica. Licenciado en Derecho y licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada. Catedrático de Lengua Castellana y Literatura en EE.MM. y Profesor Titular de la Universidad de Málaga. Desde 2006 es presidente de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios (AAEC) y presidente de la Asociación Internacional Humanismo Solidario (AIHS). También es vicepresidente de la Asociación Colegial de Escritores en Andalucía (ACE) y vicepresidente de la Asociación de Dramaturgos, Investigadores y Críticos Teatrales de Andalucía (ADICTA). Ha sido finalista del Premio Nacional de Literatura (Ensayo) en 2006 con su obra Narrativa andaluza fin de siglo y en los años 1998, 1999 y 2002 finalista del Premio Nacional de la Crítica con Aniversario de la Palabra, Tentación del aire y Balada del Motlawa, y asimismo finalista del Premio Andalucía de la Crítica en 1998. Premio Joaquín Guichot de la Con- sejería de Educación y Ciencia, Premio de Periodismo del Ministerio de Economía, Premio de la Junta de Andalucía, Doña Mencía de Salcedo de teatro, Primer Accésit del Premio Internacional de teatro Moreno Arenas 2011 y Premio Internacional Moreno Arenas 2013. Miembro del grupo de investigación 159 HUM de la Junta de Andalucía, “Recuperación del Patrimonio Literario Andaluz”, y vocal de Literatura del Ateneo de Málaga desde 2009. Tiene publicados en torno a sesenta títulos de obras literarias en diversos géneros literarios, una veintena de capítulos de libros y más de un millar de artículos de crítica literaria en revistas y periódicos como El maquinista de la Generación (Centro Generación del 27), República de las Letras, Estudios Humanísticos, Lectura y signo, Mercurio, Quimera, Analecta Malacitana, Estafeta Literaria, Humanitas, Alaluz...
Entre las obras publicadas de creación podemos citar:
Poesía:Veinte poemas andaluces (Ediciones Cla, Bilbao, 1981), Basura del corazón (Ediciones Rondas, Barcelona, 1985), Azalea (Canente, Málaga, 1981), Senara (Ediciones Antonio Ubago, Granada, 1996), Aniversario de la palabra (Diputación Provincial, Jaén, 1998), Tentación del aire (Diputación Provincial, Málaga, 1999), Balada del Motlawa (Cuadernos de Sandua, Córdoba, 2001), La isla de los fea- cios (Ed. Corona del Sur, Málaga), Eternidad sin nombre (Instituto de Estudios Giennenses, 2005), Tránsito (1981- 2003). Antología (Instituto de Estudios Giennenses, Jaén, 2005), Noche oscura del cuerpo (Ayuntamiento de Málaga, 2006), La última lluvia (Ediciones Carena, Barcelona, 2009) y Puerta del mundo (Ediciones En Huida, Sevilla, 20012).
Narrativa: El sudario de las estrellas (Ed. Corona del Sur, Málaga, 1999), Juegos de goma (Ed. Libros Encasa, Málaga, 2002), Candiota (Editorial Sarriá, Málaga, 2003), La larga marcha (Editorial Arguval, Málaga, 2004), El extraño vuelo de Ana Recuerda (Editorial Alhulia, Gra- nada, 2007), Tesis de mi abuela y otras historias del Sur (Editorial Aljaima, Málaga, 2009), Bajo el signo de los dioses (Alcalá Grupo Editorial, Granada, 2013) Cautivo, (Editorial Nazarí, Granada, 2014).
Teatro: El lagarto (Alhucema, Granada, 2001), Un okupa en tu corazón (Alhucema, Granada, 2003), La yaya de Mauritania (EntreRíos, Granada, 2005), El uró- logo (Alhucema, Granada, 2007), El caníbal (Alhucema, Granada, 2009), Caníbal teatro (14 obras de teatro breve, Ed. Fundamentos, Madrid, 2009), El encuentro (Ediciones Carena, Barcelona, 2012), El desahucio (Ediciones Care- na, Barcelona, 2014), Vaffanculo y Los monstruos de la razón (en Teatro completo. Volumen 1, Ediciones Carena, Barcelona, 2014).
Y entre las obras de ensayo: Literatura en Andalucía. Narradores del siglo XX (Consejería de Educación Junta de Andalucía, Málaga, 2001), Bajel navegando por la lite- ratura andaluza actual (Consejería de Educación, Junta de Andalucía, Sevilla, 2002), Poesía del siglo XX en Andalucía. Del Modernismo a Cántico (Ed. Aljaima, Málaga, 2004), Narrativa española contemporánea (Centro de Ediciones de la Diputación, Málaga, 2002), Narrativa andaluza fin de siglo (1975-2002) (Ed. Aljaima, Málaga, 2005), La lírica de Valle-Inclán. Sistema rítmico y aspectos temático- simbólicos (Servicio de Publicaciones de la Universidad, Málaga, 2005), Travesías de la lírica española (Centro de Ediciones de la Diputación, Málaga, 2005), Periodismo y literatura en Málaga, Unicaja, Málaga, 2006), Poesía y esperpento en Valle-Inclán. La pipa de kif (Ed. Alhulia, Granada, 2007), Claves del andaluz (Ed. Aljaima, Málaga, 2008), Compromiso y fantasía. La narrativa de Antonio Martínez Menchén (Instituto de Estudios Giennenses, Jaén, 2008), Invitación a la libertad. La lírica de Manuel Altolaguirrre (Universidad de Málaga, 2009), Jorge Luis Borges, la infamia como sinfonía estética (Ediciones Carena, Barcelona, 2011), Sociología de la literatura infantil y juvenil (Editorial Zumaya, Granada, 2011), Narradores en el umbral. Ensayos de narrativa contemporánea (Editorial Ánfora Nova, Rute, Córdoba, 2012), Poesía viva. Ensayos de poesía española (Fundación Unicaja, Málaga, 2013), Veinte años de literatura en Andalucía (1994-2014). Los premios Andalucía de la Crítica (Ediciones Carena, Barcelona, 2014) y Poetas del 60 (Una promoción entre paréntesis) (Editorial El Toro Celeste, Málaga, 2015).

Académicos asistentes al acto: Francisco Gil Craviotto, Fernando de Villena, Antonio Sánchez Trigueros, José Moreno Arenas y José Ignacio Fernández Dougnac


EL POETA Y NARRADOR ANTONIO HERNÁNDEZ, MEDALLA ANDALUCÍA, POR F. MORALES LOMAS



F. MORALES LOMAS Y ANTONIO HERNÁNDEZ (MÁLAGA, 2014)






LA NARRATIVA Y LA POESÍA DE ANTONIO HERNÁNDEZ, MEDALLA DE ANDALUCÍA 2015


F. MORALES LOMAS
UNIVERSIDAD DE MÁLAGA

No es hasta los años 70, en concreto en 1978, cuando publica su primera obra, El Betis: la marcha verde (1978, reeditado en 1987: cuentos de fútbol que tratan sobre asuntos o temáticas diversas,  un retrato psicológico de las distintas aficiones que aparecen en el libro, incluso de la del eterno rival, el Sevilla, también protagonista de fondo de uno), y diez años más tarde Goleada. Con estos relatos sobre el fútbol, Antonio Hernández logró colocar su nombre en un ámbito muy popular por el efecto mediático que siempre ha tenido este deporte.
Será en este mismo año 1988 cuando publique su primera novela, Nana para dormir francesas (1988), a la que seguirá un año más tarde Volverá a reír la primavera (1989), y ya en la década de los noventa El nombre de las cosas (1993), Sangrefría (1994), La leyenda de Géminis (1994) y  Raigosa ha muerto, ¡Viva el Rey! (1998).  Y, a partir del siglo XXI, Vestida de novia (2004), El submarino amarillo (2008) (que incluye los relatos El submarino amarillo, El pintor que sólo ama dos colores, El trofeo, Los gemelos y Del saber a la constancia) y Gol Sur (2008).


ASPECTOS ESENCIALES DE SU NARRATIVA

La tradición picaresca y clásica, y el cultivo de la forma

Para un poeta como Antonio Hernández, cuya obra posee un especial cuidado en el significante tanto como en la forma de construcción del hecho literario, no podría pasar desapercibido este asunto en el ejercicio narrativo. Y de hecho ha sido un elemento que siempre se ha destacado por la crítica en general. Ángel Basanta decía desde las páginas del diario ABC que en su obra existe un evidente virtuosismo lingüístico; Santos Alonso en el diario El País advertía de la impecable técnica narrativa; José Lupiáñez hablaba de eficacia narrativa y lujo barroco en su expresión desde las páginas de República de las Letras; Rodríguez Pacheco en Tierra de Nadie saludaba la autenticidad suprema del estilo, la agilidad, la frescura y la donosura gozosa de su dicción y ejecución; y el crítico Miguel Hernández, desde El Urogallo, nos anunciaba que con Antonio Hernández llega el castellano mejor escrito.
En consecuencia, existe un concurso formal que nos permite testificar que, con la narrativa de Antonio Hernández, la lengua española alcanza una enorme magnitud literaria y se ancla en la mejor tradición narrativa española que procedería, desde mi punto de vista, de la picaresca, Quevedo y Cervantes. Podemos hallar a Lazarillo, a Guzmán de Alfarache, a Marcos de Obregón, al Buscón... en su narrativa, pero también y sobre todo podemos encontrar al gran creador de la narrativa de la modernidad: Cervantes.
La narrativa de Hernández tiene el anclaje en toda una tipología propiamente castiza y en un modus narrandi que participa de las claves constructivas de ella. Pero esto no significa una imitatio clásica, porque los instrumentos de construcción teórica que ha creado la narrativa del siglo XX como, por ejemplo, el monólogo interior o determinado perspectivismo, están también presentes en su obra. Se produce así una síntesis ecléctica entre la picaresca y la renovación técnica de la novela del XX. Todo lo cual nos indica que no será el realismo strictu sensu, tal como lo creó la novela decimonónica, el campo abonado de su narrativa sino la deformación caricaturesca de la mejor narrativa española, la transformación del espacio y el tiempo narrativo en aras de dotar al relato de expresividad y fuerza convincente como no se hacía en la narrativa española desde Valle-Inclán y su Ruedo Ibérico o desde La familia Pascual Duarte. Lo que me lleva a entender que Hernández lee en la picaresca a través del esperpento de Valle y la narrativa remozada de Cela básicamente.
La construcción del significante posee en su obra tanta o más relevancia que la estructura narrativa o la conformación de un mundo novelesco. Antonio Hernández es consciente del dominio del lenguaje, la selección de un léxico culto o popular según necesite en cada contexto narrativo y el recurso a las metáforas significativas, la adjetivación apreciativa, los símiles espectaculares que creen una impresión imaginaria en el lector, el uso de la metonimia con valor expresivo, las estructuras paralelísticas y acumulativas que tienden a la enumeración como efecto de creación de un mundo y las intertextualidades como recursos literario formal que crean riqueza y variedad a una prosa sazonada y siempre sorprendente. Y toda esta batería formal la pone al servicio del personaje, básicamente, que en muchos casos adquiere una evidente simulación caricaturesca o deformadora pero también del propio decurso narrativo que se ha parangonado con el juego conceptista de Quevedo sobre todo en el efectismo hiperbólico o en el lenguaje de germanía o en el recurso a un lenguaje sentencioso y definitivo al definir situaciones o personajes. Uno de los recursos caricaturescos más empleados es el sarcasmo, la ironía, la degradación caricaturesca, incluso los feísmos, pero también, como recordaba Lupiáñez (2008:  ): “Un humor inteligente, de un humor de tertulia, de un humor periodístico y provocador, portador a veces de contravalores y de subversiones, y otras de grandezas insólitas e inesperadas”. En este aspecto habría que colegir ese maridaje también entre lo canallesco y lo señorial, el lenguaje envilecido pro la sociedad y el cultivado por la elite y la expresividad de su prosa.

Los personajes y su mundo personal

Sabemos que los personajes que organizan su mundo novelesco siempre han formado parte de su propia realidad. No nacen de la nada. El propio narrador, en muchas ocasiones en primera persona, conforma una dimensión que se alía con el escritor Antonio Hernández, con sus vivencias familiares, sociales o amicales. Muchos de los personajes que forman parte de su existencia nacen en ese ámbito de la memoria y de lo vivido. Lo vemos de un modo manifiesto en Volverá a reír la primavera  cuando nos habla de un bar, de una sala de billares, de unos futbolines y un cine como espacio de ese ámbito familiar en el que se reflejarán algunos de sus familiares. Pero también en muchos de los personajes que surgen en Nana para dormir francesas que han poseído una existencia real que se evidencia en muchos elementos de la narración, del anecdotario particular e incluso la existencia del propio autor en esa novela, el personaje Fabio –poeta y de Arcos, para más señas- y amigo del protagonista, el Cordobés Manolo.
La construcción del personaje es uno de los máximos valores de su narrativa. Son personajes que en muchos casos forman parte del ámbito de la picaresca o de la creación literaria (tan poco ajena a la picaresca) o el ámbito familiar. Pero son construcciones muy personales, claramente identificativas. Los mundos de cada uno de ellos están marcados y determinados por la esencia vital. En ocasiones pertenecen al ámbito del desarraigo y el desengaño que actúan en una sociedad en la que no creen y tratan de sobrevivir en ella con toda suerte de actos asociales que les permitan hacer frente a esa degradación exterior. Pero en cierto modo también ellos se conforman en personajes degradados y críticos con la sociedad que les ha tocado vivir.
Algunos de sus personajes han conformado todo un escenario preciso y rico, como Raigosa, en la novela homónima, el rey de los poetas, el bohemio y visionario retratado con solvente habilidad en Raigosa ha muerto viva el rey, un poeta narcisista (como todos), vanidoso e indolente, un crápula de la noche madrileña sobre el que circula como emblema y centro toda la obra. Un antihéroe, más cercano a la picaresca que a la honradez personal que se mueve en las turbias aguas de los pícaros cercanos como pez en el agua, un Quijote degradado, pero también un creador, una caricatura de una época.  
En ocasiones el autor aparece como una especie de alter ego de algunos de sus personajes, como el Pedro Calvete de Sangrefría, el narrador y vendedor de parcelas, manager de artistas que desarrolla los acontecimientos como narrador-testigo. Un narrador intelectual que maneja con rigor la lengua y con un profundo desparpajo en la creación de un mundo propio.
Pero algo fundamental también en su narrativa es la importancia que adquieren los personajes secundarios (una especie de colmena o aluvión en todas sus obras). Por ejemplo en Sangrefría: El Palitroque, Juanito el Coraza, la Esperanza, Mojama el taxista… pero también en Nana para dormir francesas con Barbate, Mediopero, la Cantaora, Morado, Benito… o en Volverá a reír la primavera con toda la saga familiar de tíos y tías.



La construcción narrativa

Un elemento común en algunas de sus obras es el proceso de acumulatio, depósito y  acopio de situaciones y circunstancias narrativas, escenas secundarias o primarias que no forman parte de una estructura precisa sino de un decurso en un juego que nos permite anticipar situaciones que más tarde a lo largo de la novela se van a conformar pero que se interrumpen y zozobran en todo el proceso, creando como meandros que van sobre el río principal de la narración. Así nacen múltiples historias que van adentrándose en el río general de la historia. Es un proceso de acumulación que está presente en El Quijote y en gran parte de la narrativa picaresca. Al respecto se decía, por ejemplo, que  esa serie interminable de situaciones estáticas o circulares se presenta, aparentemente, organizada en sarta a lo largo de las dos partes, pero su acumulación va desgastando progresivamente al personaje para conducirlo hasta el desengaño final. Algo similar sucede en Nana para dormir francesas en torno al personaje protagonista, Manolo que va contando toda una serie de aventuras, sin solución de continuidad con escenarios diversos: Madrid, Andalucía y múltiples personajes tanto desde el cuartel como mujeres que aparecen y desaparecen de su vida: Dominique, Claudine, Marie-France, Marion, la mexicana… con el desengaño final: “Recordé, como pidiéndoles perdón, a todas mis víctimas (…) Y fue entonces, precisamente entonces, cuando me di cuenta de que mi vida se había ido al mismísimo carajo” (Hernández, 1988: 271).
En la misma línea se conforma la estructura de Volverá a reír la primavera desde ese joven narrador-testigo de los acontecimientos que va progresivamente introduciéndonos en múltiples situaciones vitales relacionadas con el contexto familiar y sobre todo con la figura de Tío Andrés, pero también de toda la saga familiar.
En una línea similar se desarrolla Sangrefría con la multiplicidad de historias que conforman la cuadrilla del torero Manolo que, como en las anteriores, conforman sucesos variopintos y canallas.



ALGUNOS MIEMBROS DEL PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA CON ANTONIO HERNÁNDEZ EN EL CENTRO ANDALUZ DE LAS LETRAS (MÁLAGA, MARZO, 2014)




La poesía ha sido definida por él mismo como el saber “adecuar el caudal de experiencias, tanto sociales como mágicas, al cauce expresivo más o menos profundo que se posea”. Caudal experiencial, lenguaje y proyección lírica para transformar el mundo, poesía cívica y profundamente humana, neorromanticismo… son las claves de toda la lírica del escritor de Arcos. Insistía Hernández que “la función de la poesía es iluminar una zona oscura de la realidad. Vale cualquier tema si el poeta está dotado para hacerlo trascender universalmente, lo que no quiere decir a todo el mundo porque no todo el mundo tiene el mismo grado deseable de capacidad perceptiva”[1]. Si la tradición lírica del Sur es una flor encendida para muchos autores de esta Promoción, más aún si cabe es la visión del Sur, su paisaje, su cultura y su idiosincrasia desde una visión desmitificadora y fundamentalmente desde la memoria, desde esa pulsión nostálgica que entra cuando la tierra está lejos en el recuerdo, como le sucedía a Rafael Alberti, a quien le tuvo especial querencia Antonio Hernández.
La poesía de este gaditano de Arcos se caracteriza, como decía Rafael Morales Barba, por lo “neorromántico y sentimental desde sus comienzos, es un poeta que, pese a sus incursiones en lo existencial o en el ámbito indagatorio de la reflexión, de la solidaridad, o de un culteranismo de plenitud tardía, tiende a vertebrar siempre su mundo sobre sus sentimentalismo inicial, cuya vena entreverada siempre surge o como amor o como su contrario, que es el despecho irónico, doloroso o agónico”.[2]
La obra de Antonio Hernández admite la formación de una serie de trilogías, según el poeta y crítico Manuel Galanes[3], no siempre compartido por otros críticos:
1.    La formarían Oveja negra (1969), Donde da la luz (1968), Metaory (1979). Poesía con la que Hernández quiere dar su voz a los marginados, forjando así una conciencia ante la realidad colectiva.
2.    Homo loquens (1981), Diezmo de madrugada (1981), Con tres heridas yo (1983). De carácter íntimo y personal.
3.    Compás errante (1985) Indumentaria (1986) Campo luminario (1988): exaltación de la cultura de Andalucía, el proceso poético, el amor, la historia de España, la importancia del paisaje, etc.
4.    Lente de agua (1991), Sagrada forma (1994), Habitación en Arcos (1997). En ella hay alusiones a la infancia, a la cotidianidad pasada y a la función estética.
Esta división por trilogías la han visto algunos como algo artificial pero pueden tener un valor didáctico evidente. Ha habido críticos, caso de Laura Rosana Scarano[4], que han señalado el conflicto que subyace en toda la lírica de Hernández que provoca un “extrañamiento” del yo y unas vías para superar este conflicto a través de: 1) Andalucía (se produce un proceso de fusión de identidad entre el hombre y su tierra), 2) El amor humano (el yo ensancha su espacio vital y accede a su plenificación), 3) La palabra (verbalización del yo). Y llega a las siguientes conclusiones: “Es evidente la centralización de los temas poéticos en torno a un yo que se mira y analiza, en un sondeo permanente, descubriendo su identidad conflictiva: la incertidumbre agónica, el vértigo del absurdo, la angustia del desdoblamiento  continuo y la coexistencia dual, la extrañeza ante el misterio del propio ser. Esta  minuciosa visión introspectiva del yo sumerge también al poeta en un clima de evocación y recuerdo como vía de aprehensión de partes de ese yo imnovilizadas en el pasado”[5].




[1]           Carrión, Héctor: Poesía del 60. Cinco poetas preferentes, Endymión, Madrid, 1990, p. 167.
[2]           Morales Barba, Rafael: El mundo renovador de la segunda promoción de los 50: Joaquín Benito de Lucas, Antonio Hernández y Manuel Ríos Ruiz, en Ínsula, nº 543, marzo de 1992, p. 17
[3]           Galanes, Miguel: Historia personal en Habitación en Arcos de Antonio Hernández, Libertarias/Produfi, 1997, pp. 11-12.
[4]          Sacarano, Laura Rosana: “La poesía de Antonio Hernández: Tránsito del “yo” al “nosotros””, en Cuadernos para investigación de la Literatura Hispánica, Fundación Universitaria Española, núm. 14, Madrid, 1991, p. 204.
[5]           Ibidem, p. 238.

La creación literaria y el escritor

La creación literaria y el escritor
El creador de libros, pintura de José Boyano