ESPÍAS
EN LA GUERRA CIVIL. KIM PHILBY EN ESPAÑA
EL ESPIONAJE EN
EUROPA POR ENRIQUE BOCANEGRA
F.
MORALES LOMAS
En los últimos tiempos la realidad ha
querido adueñarse de nuevo del arte. En el cine, para atraer nuestra atracción,
nos anuncian con profusión y sin
cortapisas pero, sobre todo con una voluntad de reclamo publicitario, que la
película está basada en hechos reales. También la narrativa se ha visto inmersa
(con más prodigalidad ahora que antes) en esta dinámica creadora, quizá porque
el lector también necesita que las historias contadas hayan sido verdad. Desde
el Arte poética de Aristóteles, la
verdad y la mentira literaria han construido grandes obras. No es momento para
un ensayo concienzudo al respecto sino para hablar de una obra que se anuncia
como novela, Un espía en la trinchera,
del periodista sevillano Enrique Bocanegra pero que, en realidad obtuvo el XXIX
Premio Comillas de Historia,
Bibliografía y Memorias.
Un
espía en la trinchera incursiona en un mundo tan
novelesco como el del espionaje. En torno a la figura de un burgués británico,
Kim Philby (1912-1988), graduado en Cambridge y decidido defensor del comunismo,
que ocupó cargos en el servicio secreto británico para después desertar y
trabajar para el espionaje ruso. Lo curioso es que Philby fue espía en la
guerra civil española para los rusos y, al mismo tiempo, condecorado por el
mismísimo Francisco Franco.
Enrique Bocanegra ha realizado un buen
trabajo periodístico organizando la obra en diez capítulos desde el inicial “El
obús soviético” hasta el finisecular “Epílogo. El último viaje”, aunque incluye
también significativos apéndices con créditos de fotografías y
bibliografía. El mestizaje de subgéneros
literarios está muy presente con esa alianza significativa entre el ensayo
histórico, el periodismo y el artificio novelesco. Bocanegra concita
situaciones reales pero también crea diálogos, incita al lector a introducirse
en la creación literaria como mentira. Porque si en determinados momentos, como
diría Aristóteles en la obra citada, el autor necesita hablar de la “verdad”,
contrastada por la investigación, de los acontecimientos históricos, en otros
hay una evidente voluntad novelesca, de búsqueda del artificio artístico en una
línea que en los últimos años puso de moda Javier Cercas con Soldados de Salamina o Antonio Soler con
Apóstoles y asesinos.
Siguiendo el juego de temporalidades, y
espacial por Europa y también EE.UU., la novela se adentra ab initio en la fecha del 31 de diciembre de 1937 para después
incursionar en acontecimientos de la segunda guerra mundial o encauzar la
analepsis para retrotraernos a fechas anteriores y explicar la génesis de
Philby en Gran Bretaña o bien adentrarse con la prolepsis en la Rusia de la
posguerra mundial y el enorme papel que jugó Philby en la intrahistoria de los
acontecimientos mundiales. Su carácter
fragmentario, la ausencia de una continuidad lineal crea un enorme laberinto
vital y ofrece al lector síntesis sugestivas de una realidad que se va construyendo a cada instante con detalles
significativos que revelan esa “verdad histórica”.
En la etapa española Philby fue
corresponsal del periódico The Times
y entrevistó a Franco, alabando la administración y calificándola de “sólida y
eficiente”. Sus crónicas le valdrán ese reconocimiento del dictador y este
hecho le permitirá, como dice Bocanegra, iniciar su andadura y años después en
plena guerra fría entrar al servicio de la Unión Soviética y recibir la orden
de Stalin de matar a Franco a través de Yezhov.
Tímido e introvertido muchacho, un hombre
modesto pero de grandes conocimientos, un intelectual burgués capaz de pasar
horas escuchando la sonatas de Beethoven pero con una inteligencia sublime para
nadar y saber guardar la ropa, en una época en la que la vida no valía nada,
como bien le sucedió a su jefe directo, el jefe de los espías rusos. Personajes
históricos como el espía bolchevique Orlov (y sus diversas identidades: Leon
Feldbin, Nikolsky, Golding…), que con veinticinco años se convirtió en el
responsable de la inteligencia del Ejército Rojo de Stalin, pero también Mally,
Deutsch, Krivitski, Koestler, Yezhov, Spiegelglass, Reiss, Sudoplátov… son
personajes que conforman este enorme puzle en torno al espionaje soviético y
europeo.
Pero ¿por qué un burgués inglés ingresa en
el servicio secreto ruso? Lo mueven ideales. Pensaba que la Unión Soviética era
la esperanza para la humanidad, la respuesta a los desafíos como la
desigualdad, la injusticia y la pobreza.
Bocanegra ha sabido compendiar
perfectamente la fábula con la historia creando una obra cautivadora para el
lector, amenizada con abundantes datos históricos; en definitiva, un buen
producto literario.
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