lunes, 9 de abril de 2018

CRÍTICA EN "CUADERNOS DEL SUR" DE LA NOVELA DE ENRIQUE BOCANEGRA, UN ESPÍA EN LA TRINCHERA, POR F. MORALES LOMAS






ESPÍAS EN LA GUERRA CIVIL. KIM PHILBY EN ESPAÑA

EL ESPIONAJE EN EUROPA POR ENRIQUE BOCANEGRA



F. MORALES LOMAS

En los últimos tiempos la realidad ha querido adueñarse de nuevo del arte. En el cine, para atraer nuestra atracción, nos anuncian con profusión  y sin cortapisas pero, sobre todo con una voluntad de reclamo publicitario, que la película está basada en hechos reales. También la narrativa se ha visto inmersa (con más prodigalidad ahora que antes) en esta dinámica creadora, quizá porque el lector también necesita que las historias contadas hayan sido verdad. Desde el Arte poética de Aristóteles, la verdad y la mentira literaria han construido grandes obras. No es momento para un ensayo concienzudo al respecto sino para hablar de una obra que se anuncia como novela, Un espía en la trinchera, del periodista sevillano Enrique Bocanegra pero que, en realidad obtuvo el XXIX Premio Comillas  de Historia, Bibliografía y Memorias.
Un espía en la trinchera incursiona en un mundo tan novelesco como el del espionaje. En torno a la figura de un burgués británico, Kim Philby (1912-1988), graduado en Cambridge y decidido defensor del comunismo, que ocupó cargos en el servicio secreto británico para después desertar y trabajar para el espionaje ruso. Lo curioso es que Philby fue espía en la guerra civil española para los rusos y, al mismo tiempo, condecorado por el mismísimo Francisco Franco.
Enrique Bocanegra ha realizado un buen trabajo periodístico organizando la obra en diez capítulos desde el inicial “El obús soviético” hasta el finisecular “Epílogo. El último viaje”, aunque incluye también significativos apéndices con créditos de fotografías y bibliografía.  El mestizaje de subgéneros literarios está muy presente con esa alianza significativa entre el ensayo histórico, el periodismo y el artificio novelesco. Bocanegra concita situaciones reales pero también crea diálogos, incita al lector a introducirse en la creación literaria como mentira. Porque si en determinados momentos, como diría Aristóteles en la obra citada, el autor necesita hablar de la “verdad”, contrastada por la investigación, de los acontecimientos históricos, en otros hay una evidente voluntad novelesca, de búsqueda del artificio artístico en una línea que en los últimos años puso de moda Javier Cercas con Soldados de Salamina o Antonio Soler con Apóstoles y asesinos.
Siguiendo el juego de temporalidades, y espacial por Europa y también EE.UU., la novela se adentra ab initio en la fecha del 31 de diciembre de 1937 para después incursionar en acontecimientos de la segunda guerra mundial o encauzar la analepsis para retrotraernos a fechas anteriores y explicar la génesis de Philby en Gran Bretaña o bien adentrarse con la prolepsis en la Rusia de la posguerra mundial y el enorme papel que jugó Philby en la intrahistoria de los acontecimientos mundiales.  Su carácter fragmentario, la ausencia de una continuidad lineal crea un enorme laberinto vital y ofrece al lector síntesis sugestivas de una realidad que se  va construyendo a cada instante con detalles significativos que revelan esa “verdad histórica”.
En la etapa española Philby fue corresponsal del periódico The Times y entrevistó a Franco, alabando la administración y calificándola de “sólida y eficiente”. Sus crónicas le valdrán ese reconocimiento del dictador y este hecho le permitirá, como dice Bocanegra, iniciar su andadura y años después en plena guerra fría entrar al servicio de la Unión Soviética y recibir la orden de Stalin de matar a Franco a través de Yezhov.
Tímido e introvertido muchacho, un hombre modesto pero de grandes conocimientos, un intelectual burgués capaz de pasar horas escuchando la sonatas de Beethoven pero con una inteligencia sublime para nadar y saber guardar la ropa, en una época en la que la vida no valía nada, como bien le sucedió a su jefe directo, el jefe de los espías rusos. Personajes históricos como el espía bolchevique Orlov (y sus diversas identidades: Leon Feldbin, Nikolsky, Golding…), que con veinticinco años se convirtió en el responsable de la inteligencia del Ejército Rojo de Stalin, pero también Mally, Deutsch, Krivitski, Koestler, Yezhov, Spiegelglass, Reiss, Sudoplátov… son personajes que conforman este enorme puzle en torno al espionaje soviético y europeo.
Pero ¿por qué un burgués inglés ingresa en el servicio secreto ruso? Lo mueven ideales. Pensaba que la Unión Soviética era la esperanza para la humanidad, la respuesta a los desafíos como la desigualdad, la injusticia y la pobreza.
Bocanegra ha sabido compendiar perfectamente la fábula con la historia creando una obra cautivadora para el lector, amenizada con abundantes datos históricos; en definitiva, un buen producto literario.

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