sábado, 9 de enero de 2010

LA POESÍA DE RICARDO BELLVESER. PREMIO GIL DE BIEDMA POR F. MORALES LOMAS



Las cenizas del nido (XIX Premio Jaime Gil de Biedma, Visor, Madrid, 2009) de Ricardo Bellveser es un libro que ahonda en el emoción y la memoria. Es fiel heredero de una trayectoria de la literatura española rica y emotiva que llega desde Jorge Manrique (al que alude directamente en el poema “Una postal de Uclés”: “Su cuerpo se ha perdido en la humedad de los siglos”) y sigue con Antonio Machado (del que tiene una cita en el poema “El olvido”) hasta convertir el poema en el arqueo de lo que somos. Dotado de un lenguaje reflexivo, conciso, intemporal, muy cercano al lector, le permite al poeta valenciano desandar el camino familiar y reencontrarse con los restos incandescentes o ajados de un viaje, el viaje de la vida. El poeta entra en la casa de sus padres una vez que estos han fallecido y se reencuentra de pronto con los objetos del pasado, con las huellas distantes, con las sacudidas, con los detalles y las pequeñas cosas que van conformando una vida y asciende al cielo de la evocación o desciende al infierno de los ideales no consumados. Es un libro de inventarios también que nos permite reflexionar sobre lo que somos en función de lo que quisimos ser, un tránsito en ese vértigo que produce adentrarse en el desván de la memoria, en el pálpito de los vestigios de una época periclitada. Es difícil el propósito desde el punto de vista estético y mantener el pulso más aún porque es sumamente complicado no caer en la fácil emoción o el despecho solemne. Mantener el ritmo, la entonación adecuada y crear una magnífica obra es harto complejo, pero Bellveser conduce su aliento con mesura, con claridad, con sinceridad y con harto valor trascendente y simbólico.
Conforma el poemario un poema prosificado prologal “Lo que quedaba de ellos” y dos partes: “Fugit Prima” (dieciséis poemas) y “Fugit Secunda” (siete poemas). La imagen se apodera de todo el poemario que posee una enorme carga visual. Y cada icono proyecta una idea, un sentimiento que sabe tocar en la fibra sensible de cualquier ser humano. Todos han tenido la experiencia del poeta y, si no, todos la van a tener algún día. De modo que nosotros, como lectores, somos partícipes de la misma sacudida, de la misma emoción interior. La primera imagen es la ausencia de valor (el valor, aquello que tanto sostiene a los seres humanos) en ese magma. Lo que un día fue, ya no es. El motivo del ubi sunt se anuncia en estos versos. Y, por supuesto, el homo viator, tan querido para Manrique: “Esto ya no es una casa, sino un almacén del desengaño, aquí nada vale nada, nada vale para nada, no se preserva el recuerdo de vida alguna”. No es fácil andar esta jornada sin pesar. Y el tiempo tampoco se detuvo allí. El poeta percibe que su percepción del tiempo no es el mismo que el que ahora contempla y llega el desengaño: el engaño del tiempo: “La vida no se detuvo el día que me fui de allí”. Organiza la memoria, la infancia, los juguetes, la cama de los padres (“el templo que estoy derribando”), las parábolas y sus extensiones, la alegoría de las emociones y la conmoción de esa nueva y cruel percepción que nos abre los ojos: “Tras de mí se ha derrumbado una parte de mi vida que de pronto ha envejecido, mientras hago inventario de la destrucción (...) Llego herido por la daga de una nostalgia imposible que es está transformando en melancolía”. La sensación de que todo se va con los trastos que desempolvamos, de que no nos da tiempo de despedirnos ni de nosotros mismos, ni de nuestra propia esencia y esa sensación de inquietud, de zozobra cuando se recuerda el desgarro de la ausencia sospechada de los hermanos, su cómplice dispersión. Lo que parecía cielo, resulta cueva: “Sólo me queda una sombra de futuro”.
Félix Grande le abre el camino con una cita muy adecuada que dice: “Donde fuiste feliz alguna vez no debieras volver jamás: el tiempo habrá hecho sus destrozos levantando su muro fronterizo”. Esa mirada hacia el interior se apodera del poemario a través de un sendero dinámico unas veces y estático, otras, que permite la contemplación y la lección bien aprendida, sin emoción consciente de que el mundo es la espera. No es un poemario para la autoflagelación sino para la valentía vital. Mirar hacia atrás no es convertirse en estatua de sal sino preparar el camino futuro con valor. Sin embargo, la turbación es inherente a esa mirada. Y así poco a poco nos va haciendo llegar esas reliquias o residuos sobre los que se detiene: un poemario antiguo, una antigua agenda (“extraño abecedario/ de impuros olvidos y memorias truncadas”), una fotografía (pero sobre todo una mirada), un libro viejo (y el ubi sunt de nuevo, adueñándose de la memoria: “dónde estuvo estos años,/ dónde estaba, dónde ha dormido su sueño,/ sobre qué regazos...”), una postal de Uclés y Jorge Manrique como fiel estandarte de sus derrotas, la foto familiar y, sobre todo, la pérdida de la memoria, ese gran mal del siglo, con la desmemoria como aliados irónicos porque “La trampa está muy bien pensada/ pues el olvido no hace que olvidemos/ sino que le cambia el nombre de las cosas”.


F. Morales Lomas y Ricardo Bellveser (2009)


La ausencia de los padres es también el nido encerrado en sí, la ceniza del título (tomando ese nido de un verso de Luis Cernuda) que arrastra al poeta hacia sí y percibe la nueva mirada que el tiempo ha logrado vencer. Ahora todo es más pequeño, más prosaico, menos idealizado. El poeta entonces mira hacia su interior, se pregunta sobre las razones de su andadura vital, la trascendencia del viaje en su vida (“¿de qué huyo?”) y esa percepción de no ser nada en el trayecto, de ser pasto del olvido, como ahora va siendo el nido familiar que definitivamente se pierde en la memoria. El poeta se sincera con el lector y en este acto de revelación que es el poema afirma: “No estoy nada seguro de que esta vida/ que llevo sea la que yo habría elegido”. El vértigo se apodera de tantas vidas, la audacia en las acciones y la cobardía en las emociones: “Por ello no siempre me atreví a hacer lo que mi cabeza me propuso”. Pero definitivamente, confiado concluye: “He hecho lo que había que hacer”. Alcanza, pues, el ámbito de las conquistas personales y la identidad perdida o recobrada, esa mirada hacia atrás (que, repito, no es de sal) es también hacia sí, hacia el otro yo que está agazapado y nos contempla desde su refugio y no se extraña de verse y de dar la medida de las cosas.
En Fugit secunda asume la esencia de la inmortalidad a través de varios poemas, su presencia como un elemento trascendente en nuestras vidas, en unos casos identificados como mito reproducido a través del objeto artístico o en otras con ese mensaje arrojado en una botella. Se produce una variante en ese trayecto anterior y el poeta se adentra en una contemplación esteticista y simbólica que proviene de la poesía de Baudelaire, Rimbaud o Verlaine con la que estuvo en contacto durante el periodo en que fue corresponsal del diario Las Provincias en París. “Anciana en el museo” advierte de la conquista del tiempo, de la destrucción cuando la belleza perdura y se hace “pórtico de la eternidad”. Una simbólica anciana de París camina en el museo de estatuas, sitiada por cientos de esculturas, se acerca a Venus y la acaricia, observa la fortaleza del mito, la fuerza del arte a través de la imagen de esa escultura del rey Pigmalión dotada finalmente de vida. La vida de los entes creados, de las cosas aparentes, de la fuerza de lo erigido, su inmortalidad, ajena al tiempo. Como lo es en “Última residencia” esa escultura de Galatea que preside el patio y no envejecerá nunca, siempre emergiendo dichosa como incesante fuente que ordenara la bondad de lo creado ante la incomprensión ajena, ante esa apatía de la vida. O como “Greta Livissa Gustaffson” (la divina Greta Garbo) que tampoco quiso envejecer ante el público y se retiró a los treinta y cinco años. Canto a la eternidad, a esa percepción nueva del tiempo y sus bondades, para no sentirnos presos de su propia destrucción de horas, esa podredumbre que se va adueñando de la “Anciana tras la ventana”, irreversiblemente mientras se contempla todo despojo, desposeída del tiempo: “Por qué/ fue bellida y nada queda ahora,/ dónde fue, como acabó todo aquello”. Una reflexión sobre la existencia y los palmarios efectos del tiempo que todo lo transforma, que todo lo destruye, para devenir al final en “Sombras”. Pero se impone el regreso, aunque no se vuelva si se regresa, con el extravío en la mirada, perdidos sintiendo el pálpito de lo que fue. Y, como el náufrago, encerramos nuestros sueños, nuestros gozos y sombras, en una botella, escribimos nuestro mensaje, lo enviamos al mundo, lleno de luz y de sombras, para que otros recojan el testigo o no, porque “todo mensaje que no va a nadie/ es inútil como lo son el despertar de las aves,/ y lo fue el canto de las bestias el primer día”. El mensaje de la vida, el mensaje inútil y perverso como lo son los restos de nuestra civilización.
Un poemario intenso, frenético y vital con un aire de melancolía, un regusto amargo que deja en el paladar la esencia de nuestras conquistas triviales y de nuestros rotos atardeceres.



Breve reseña bibliográfica de Ricardo Bellveser



Ricardo Bellveser (Valencia, 1948) es licenciado en Filología hispánica por la Universidad de Valencia. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y licenciado en Periodismo por la Escuela Superior de Periodismo de Madrid. Es director-gerente de la Institución "Alfons el Magnànim" de la Diputación de Valencia, profesor titular de la asignatura Crítica Literaria, en la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación de la Universidad Herrera-Ceu de Valencia. Desde 1995 hasta 2005, ha sido Conseller electo por las Cortes Valencianas de la Comisión de Promoción Cultural en el Consejo Valenciano de Cultura, máximo organismo asesor de la Generalitat en materia cultural, del que actualmente preside la Comisión del Legado Histórico Artístico. Vicepresidente de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios. Presidente de los Premios de la Crítica Literaria Valenciana desde 1997. Miembro fundador de la Asociación Andaluza de Críticos Literarios, Críticos del Sur, y miembro fundador del "Salón de Independientes". Académico Correspondiente Electo de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. Patrono y miembro del Comité científico de la Fundación Max Aub. Miembro habitual de jurados de Premios Literarios.
Publicaciones: poesía
1. "Cuerpo a Cuerpo". Ediciones 23/27. Col. Alabare. Murcia, 1977.
2. "La estrategia". Lindes, Cuadernos de Poesía. Valencia, 1977.
3. "Manuales". Fernando Torres Editor. Valencia, 1980.
4. "Cautivo y desarmado". Ediciones Libertarias. Madrid, 1987.
5. "La memoria simétrica". Huerga & Fierro Editores. Madrid, 1995.
6. "De profundis". Los Cuadernos del Céfiro. Móstoles, 1996.
7. "Julia en Julio". Huerga & Fierro Editores. Madrid, 1999.
8. "El agua del abedul". Ed. Visor. Madrid, 2002.
9. "Mare in calma". Quaderni della Valle. Nº 44. Marco in Lamis. Italia, 2003.
10. "Paradoja del éxito" IAM. Valencia, 2003.
11. "Fragilidad de las heridas". Editorial Calambur. Madrid, 2004.
Publicaciones: ensayos y antologías
1. "Un siglo de poesía en Valencia". Editorial Prometeo. Valencia, 1975.
2. "Un Purgatorio". Institución Alfons el Magnànim. Valencia, 1984.
3. "El 'Pare' Mulet (1624-1675)". VVAA. En Teatro y prácticas escénicas. Tamesis Books Limited. London, 1986.
4. "Teatro en la encrucijada". Ayuntamiento de Valencia. 1987.
5. "Clásicos valencianos contemporáneos". En colaboración con Manuel García y Pedro J. de la Peña. Conselleria de Cultura, Educació i Ciència. Col.lecció Homenatges. Valencia, 1988.
6. "El 'Pare' Mulet (1624-1675). Un enigma desvelado". Instituto Valenciano de Estudios e Investigación. Valencia, 1989.
7. "Tractat del Pet" del 'Pare' Maestro Francesch Mulet. Edición, notas y estudio crítico. Ediciones Aitana. Altea, 1990.
8. "La Ilusión. Homenaje a Gil-Albert". (Ed.) Palau de la Música. Valencia, 1992.
9. "Vita Nuova". "Antología de escritores valencianos en el fin de siglo". Ayuntamiento de Valencia. Valencia, 1993.
10. "En el abismo del milenio" (Ed) Palau de la Música. Valencia, 1993.
11. "Sonata Piano Forte" (Ed.) Valencia, 1996.
12. "Blasco Ibáñez y el novelista universal". (Ed.) Diputación provincial de Valencia. Año Blasco Ibáñez. 1998.
13. "Antologías breves". (Plaquettes, en torno a las cincuenta páginas). Editadas por el Palau de la Música. Ajuntament de València.
A. "50 años sin Machado. 50 años sin sus versos". (1989).
B. "El verbo hecho mundo". (1988).
C. "La Ilusión". (1991).
D. "En el abismo del milenio". (1992).
E. "El goig del silenci". (1992).
F. "El bosque de Birman". (1992).
14. "Hecho de encargo". Biblioteca Valenciana. Colección Literaria. Valencia, 2002.
15. "Hecho de encargo, II". Biblioteca Valenciana. Colección Literaria. Valencia, 2003.
16. Estudio preliminar, edición y notas de "A" de Max Aub. Edición Facsímil y edición rústica. Fundación Max Aub. Segorbe, 2003.
Publicaciones: novelas
· "El exilio secreto de Dionisio Llopis". Algar del Taller de Mario Muchnich. Alzira, 2002.
Publicaciones: otras materias
· Autor del libreto de la ópera contemporánea, "L'home de cotó-en-pèl", música de Francisco Traver y Carles Picó. Estrenada en el teatro Principal de Valencia el 10 de junio de 1974.
· Autor del poema Sinfónico "Castell de l'Olla". Música de Bernardo Adam Ferrero. (Editado en CD). Altea/Madrid. 2000, y Altea/Madrid, 2003.
Traducciones de su obra
Su obra ha sido traducida a diversas lenguas como el portugués (traductor, Luis Filipe Sarmiento. Ed.Tertulia), al ruso (traductor Pável Grushkó. Biblioteca de la poesía), al turco (traductor Adnan Ozer), al croata (traductora, Tania Tabuk), al serbio (traductores Radojé Tatié y Marija Laliá), al italiano (traductor, Emilio Coco) al inglés, francés y catalán
1. Primer Premio de Periodismo del Colegio oficial de Arquitectos de Valencia, Murcia y Alicante (1984).
2. Segundo Premio Nacional "Eduardo Dato" (1986).
3. Premio de la Federación Valenciana de Municipios y provincias (1987).
4. Premio de la Crítica Literaria Valenciana, poesía (1996).
5. Premio Jaime Gil de Biedma. Accésit de la Junta de Castilla-León (2002). Premio Ciudad de Valencia, "Vicente Gaos" de poesía (2003).





















1 comentario:

fydo dijo...

Me parece que no sólo es un buen escritor si no también un gran comunicador en el programa "encontres" de RTVV. Enhorabuena por este premio. Un saludo. Fydo.

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