
En El sol de la decadencia desarrolla la historia del caballero inglés (se decía hijo menor de unos aristócratas divorciados) afincado en California, Alfred Sheen o Alfred Taylor, un decorador de éxito que llegó a Hollywood en 1919, novio secreto de Marlene Dietrich, con la que intercambiaba parejas: él le traía chicas a ella y ella le traía chicos a él. Sheen manejaba una red de muchachos que alquilaba o cedía a gentes ricas y famosas del mundo del cine. Sheen, con setenta y un años, contrata al joven Phil en 1940 (en el final casi de su vida) para la elaboración de sus memorias. Le acompaña su amigo y novio Toby, que también caerán presos de sus zarpas de afamado conquistador de jovencitos. La obra está construida técnicamente desde diversos puntos de vista, tanto en primera persona, a través de la voz del propio Sheen o Taylor, como en tercera persona omnisciente, o a través de las voces de Phil o Toby, como testigos o depositarios de los secretos de Sheen. Esta simbiosis entre la heterodiégesis y la homodiégesis provoca una multiplicidad de puntos de vista que enriquecen la obra y le dan una solvencia narrativa deseable. Cuando muere Phil, hacia el final de la obra, será Toby el encargado de dar fin a esta novela que expresa la decadencia del título: un hombre que estuvo en la gloria máxima para acabar finalmente olvidado, loco... En realidad, Alfred Taylor fue un personaje real que fue condenado a la misma pena que Óscar Wilde y, como él tendrá un final pedigüeño y misérrimo, y del que se perdió la pista finalmente. El libro que finalizará Phil llevará por título Días dorados. Mi vida en Hollywood. A medida que se construye el rostro y la existencia de Sheen vamos descubriendo su interpretación de la existencia y la verdad que encierra esa constante búsqueda del cuerpo joven y vigoroso del hombre, su juventud, su deseo...: “Fuera del placer no existe vida. Sólo el placer da sentido al mundo, aunque haya a la vez decepción y hastío”. Lo que permite adentrarnos por una tipo de narrativa donde la argumentación y la exposición en torno a estos grandes temas es constante, aunque en determinados momentos podamos hallarla un tanto reiterativa y envolvente, como si el escritor estuviera girando la misma peonza continuamente. Por esta surgen personas tan conocidas como Óscar Wilde, que aquí aparecerá como amigo de Sheen, el novelista William Somerset Maughan (que tenía un secreto: coleccionar fotos de jóvenes), la relación del famoso actor Rodolfo Valentino (que quería a Ramón Novarro pero soñaba con muchacos rudos que le recordaran el mundo vivido en el sur de Italia), con Greta Garbo, lord Wikefield y los uranistas, pero también sus innumerables amantes, su insatisfacción. De ahí que siempre se halle como eterno emblema la constante reflexión en torno al amor, el deseo, la juventud y la felicidad.
Villena, Luis Antonio de: El sol de la decadencia, El Aleph Editores, Barcelona, 2008, 285 págs.
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