XIX PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA 2013
A través del lenguaje
coloquial y de un proceso narrativo que trata de reflejar la realidad de una
forma totalizadora, El escalador
congelado (Ed. Destino, Barcelona, 2012) de Salvador Gutiérrez Solís es la
metáfora de la existencia, como reflejo de ese camino interrumpido, esa
frontera que estamos dispuestos o no a traspasar en la figura del escalador que
queda solidificado. Su arresto o pánico será el límite o corolario de su
existencia.
Con esta obra Gutiérrez Solís
muestra su capacidad de entramar situaciones y personajes cotidianos creando
una metáfora de la existencia que nos ayuda a comprender el profundo vacío
interior al que nos enfrentamos cuando la frustración y los deseos no resueltos,
pero también la desesperación que cunde en el escalador atrapado bajo la lava
del hielo. Poseedor de un lenguaje propio, culto pero traspuesto por el tono
inequívoco de lo cotidiano, Gutiérrez Solís acierta de nuevo en la traslación literaria
de los asuntos intrascendentes al plano de lo metafórico. Una estructura
envolvente va integrando y ordenando las diferentes realidades, como un émbolo
de extraño giro donde finalmente confluyen los argumentos más dispares.
Conocedor de la naturaleza humana y la materia de la escritura, nos enfrenta a
la dialéctica contemporánea incapaz de prever el abismo que existe entre lo
posible y lo conquistable.
Para ello toma como
protagonistas a un grupo de personas que poseen diferentes motivaciones en sus
respectivas vidas y con un pasado determinado. Progresivamente estas vidas, que
aparecen individualizadas en cada uno de los capítulos que conforman el libro
(alusivos a los nombres de cada uno de ellos: Luna, Jesús, Susana, Amadeo… y
otros no necesariamente), van integrándose y ordenándose en una convergencia
necesaria (unos conocen a otros en determinadas situaciones vitales),
conformando una estructura envolvente que gira en torno al mismo hecho: ¿Cómo
resolver las apuestas de la vida y cómo resignarse a no conseguirlo y quedar
como el escalador congelado?
El día a día en la
existencia de cada uno de los personajes permite al lector reconocerse en
muchas de sus situaciones y casi formar parte de sus historias que se mueven en
torno a ámbitos de frustración y de deseos no resueltos. Esto lo permite un
lenguaje cotidiano, cercano y fácil para el lector que determina y conduce esa
cotidianidad a través de muchas situaciones anodinas e intrascendentes que solo
reflejan de un modo certero nuestro diario existir.
Joao -el joven que sucumbe
a ser Luna, un travestido espectacular y bello cuya crueldad se hace patente al
asesinar al taxista y tío suyo que pretende abusar de ella al verla tan hermosa-
es también el símbolo de la sexualidad y un icono sensual de la
contemporaneidad. Algo permanente y habitual en los mass media. Nos permite dar rienda suelta al erotismo vital a
través de su singladura por diversos lugares del mundo. Le da un aire más
internacional a la obra: Roma, Barcelona, Río de Janeiro, Sevilla… También Luna descubre al escalador congelado
en un DVD en Río.
Amadeo acaba transformado
en un gran cocinero en la ciudad de Málaga, pero su vida rápidamente cambia al
convertirse en un huido de la justicia, desde el momento en que mata a Raúl, el
amante de Marianna (tras el suicidio de esta) y huye. Toda una breve historia cerrada dentro de
esta gran historia abierta que de vez en cuando deja elementos de unión entre
ellos. El inspector Carlos Torres seguirá las pesquisas de este asesinato hasta
el intento de suicidio de Amadeo.
La historia de Jesús y
Susana conforman otra visión particular, otro apéndice que crea la
multipluralidad de perspectivas. El primero, funcionario de la Junta de
Andalucía y, la segunda, productora en una agencia de publicidad. El día a día
de ambos, sus rutinas cotidianas… son conducidas con naturalidad por Gutiérrez
Solís. También Jesús, como los demás personajes de la obra, recuerda la imagen
del escalador congelado, ese elemento de relación entre ellos. La obsesión de
Susana por el peso y la dieta. Los desencuentros de Jesús y Susana y las
rememoraciones de Ana por Jesús. Los pensamientos de Ana en torno a iniciar un
tratamiento de fecundación y su frustración amorosa con Jesús, y la grave
enfermedad.
Carolina está a punto de finalizar
Turismo y Mario que había abandonado Geografía e Historia. Este acaba
finalmente enamorándose de Joao (Luna).
La sensación de hundimiento
de Ana López, la contemplación de su cuerpo, la enfermedad de su madre, sus
amigas Ángela y Mónica. En un momento determinado piensa que si se pudieran manipular/inventar/programar/
escribir los sueños, seríamos más felices. Esta búsqueda de la felicidad en una
mujer de casi cuarenta años, que percibe cómo pasa el tiempo sobre ella y se
siente feliz solo por el hecho de tener una talla baja.
Los capítulos son raudos,
breves, sostenidos sobre unas pinceladas… Se trata de secuencias que permiten
conformar una escena, un pensamiento o una reflexión vital, y en su variedad
generan un enorme atractivo en la obra y de este modo impiden la monotonía.
Gutiérrez Solís ha creado
un entramado de vidas cotidianas en las que el lector actual se puede sentir
identificado perfectamente. En una época de frustraciones vitales, con el
marcaje a hierro de la crisis, esta novela aspira a convertirse en un paradigma
de esas frustraciones, en una búsqueda incansable de los ideales vitales y en
un orden desde el desorden que constituye toda creación.
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