sábado, 26 de enero de 2013

PUERTA DEL MUNDO DE F. MORALES LOMAS POR ANTONIO GARRIDO MORAGA (DIARIO SUR DE MÁLAGA)

RESEÑA DE ANTONIO GARRIDO MORAGA SOBRE PUERTA DEL MUNDO DE F. MORALES LOMAS EN DIARIO SUR, 26 DE ENERO DE 2013, pág. 44.





CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Todos somos mundo, 


pero no sabemos

 

cuál


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6.01.13 - 01:23 - 


El poemario del autor jiennense se articula en cinco partes y me parece muy reveladora la cita de este verso de Ángel González: «La esperanza es el quicio de una puerta». El hallazgo lírico radica en la selección de la palabra 'quicio', podría haber sido también 'quicial', que se ofrece como un ángulo de fuga más que como una parte de la puerta o de la ventana. Morales Lomas selecciona del paradigma posible la unidad 'puerta' que se completa con 'del mundo'; es decir, conocimiento, investigación y poesía perfectamente incardinada en la realidad con vocación de permanencia. La palabra lo es en el tiempo y ese tiempo la determina en primera instancia y esta aparente servidumbre, que no lo es, si como en este caso el poeta supera lo inmediato, se convierte en virtud textual, en poesía sin más adjetivos.
El poeta se siente en el mundo y sufre con el mundo, mucho más cuando la injusticia se hace monarca de la vida de tantos, cuando el materialismo más soez se convierte en globalización, cuando la corrupción es el vaso sucio que todo lo mancilla como afirmó Bertolt Brecht y siendo esta realidad materia de creación la supera con la belleza justa y precisa que discurre como linfa en un paisaje hostil en muchos casos, en la mayoría de ellos. Es evidente el esfuerzo y lo granado de los resultados. La palabra se hace itinerario de un deseo humanista que tiene al 'yo' como forma más pura de enunciación, como la esencia de una manera especial de confesarse, de unirse a todos en la común tarea de cansar los años, que eso es el vivir.
El punto de partida, en (I,1): «La esperanza es el quicio de una puerta que se abre / al mundo donde todo está por descubrir». A partir de esta afortunada imagen el poeta desarrolla un magnífico ejercicio de recuperación de la memoria que se articula en diferentes niveles de significación con logradas formulaciones: «Mundo (.) lejano y transparente», «.rumor de cohetes / y gratas apariencias, castillos de azúcar», «Mundo refugio, mundo más allá de sí mismo» pero a ese universo, observe el lector la originalidad de la imagen «lo dificultan temperaturas bajas / y dolientes conciencias, resistencias ancianas». El último verso establece una restricción previa al desarrollo de lo que sigue: «Se ha abierto una puesta y en el umbral luz acaso».
En (I,3) encuentro el mito de la tierra de la abundancia que busca el «explorador», una tierra donde la belleza tiene su asiento pero el poeta queda suspenso en la interrogación: «¿Dónde vas con el ánimo en llamas y los pies heridos?» Al encuentro con la utopía que toma forma en una comunión esencial con la naturaleza. El poeta es «Un hombre solo en busca del aceite dorado». Quiero destacar la unidad de estructura, el nivel lírico sostenido, el apasionado tono reflexivo y el equilibrio en el nivel de uso del lenguaje.
Una esencial indagación del yo al 'otro' sin caer en la facilidad de lo que puedo calificar como coyuntura, ni en la designación cómoda de lo inmediato; así en (II,1) el poeta se reviste de la dignidad estoica para mirar a la cara a la muerte cuyas «escaleras» sube en «una mañana de sol y candelas». En (II,5) la fragilidad del poeta, que es la nuestra, es naturaleza de «un sueño impuro» del que nos rescatan purezas ancestrales como en (IV,3) la imagen de la madre. Poemario de madurez, intenso, con un punto irónico y otro de elegía, lluvia del recuerdo y del presente.

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