Hace unos meses la Editorial Calambur publicó Un único día[1] del escritor zamorano Jesús Hilario Tundidor, obra en dos volúmenes y cerca de mil páginas que se considera hasta ahora su obra completa:
Sus dos partes –dice el poeta- formarán una entidad única, organizada, que ofrece mi visión personal del mundo, mi reflexión sobre la vida que viví y mi esfuerzo por clarificar la emoción del conocimiento que me produjo el acontecer, sus circunstancias y sus experiencias.[2]
Hilario Tundidor es uno de los más conspicuos miembros de la generación del 60, lo que en algunos estudios he dado en llamar Poetas del 60. Una promoción entre paréntesis[3], y a la que pertenecerían, entre otros, Antonio Hernández, Diego Jesús Jiménez, Joaquín Benito de Lucas, Francisca Aguirre, Ángel García López…
Un grupo poético anterior a los Novísimos y al que estos, quizá por azares de la mercadotecnia de Castellet y el grupo catalán, despojaron del protagonismo que se merecían. No obstante, aunque lentamente y de la mano de ensayistas y críticos como Gonzalo Santonja, Francisco J. Peñas-Bermejo, Manuel Rico, Pilar Palomo, L. García Jambrina, Antonio Domínguez Rey, Miguel Galanes, Alberto Torés, y yo mismo… se está ubicando a este grupo en el lugar histórico que se merece y se le está devolviendo el protagonismo cultural y social que ha tenido, aunque es evidente que se necesita de estudios de conjunto necesarios –en uno de ellos estamos inmersos- que hagan definitiva esa imagen pública. Algo similar sucedió en su momento con el Grupo Cántico de Córdoba (y su máximo representante, P. García Baena) cuya ubicación en los manuales de literatura como excelente grupo poético ha sido relativamente reciente, gracias fundamentalmente a los estudios de G. Carnero.
La publicación última de la obra completa de algunos poetas de este grupo como Ángel García López, Antonio Hernández, Joaquín Benito de Lucas y ahora J. Hilario Tundidor contribuirá sin duda a ello.
Volumen 1 Borracho en los propileos
La poesía de Hilario Tundidor es personal y original. Tiene un estilo propio, una marca indeleble que concita la nutrición del mundo, del hecho de vivir y del camino y la jornada con un lenguaje creador aunque inserto en una tradición literaria que llega desde Jorge Manrique y el Renacimiento. Posee una voz propia, rotunda, castellana aunque también en ella existen efluvios del Sur, vía JRJ básicamente. Para Hilario Tundidor la poesía es “inteligencia, emoción, intuición y lenguaje”. ¡Cuántas resonancias de Juan Ramón Jiménez! Y esto le permitirá, como en su momento al poeta de Moguer, relacionar inteligencia y poesía, pero en el caso de Hilario Tundidor con una variante manifiesta de la libertad y sus correlatos jugando a la síntesis: “Sólo tú inteligencia, puedes darnos el nombre: Poesía, oh, libertad, oh libertad inmensa”. Y, en esa dinámica creadora, es el signo lingüístico, la palabra (“ácido código”, “inhóspita soledad, cauce imposible de la forma seca) quien funde y dilata el poema, desvelando y ordenando la realidad: “la realidad real que cerca al hombre y que nunca podremos establecer definitiva en el conocimiento”.
Aunque dividido en dos volúmenes, Un único día ha sido concebido con una voluntad esencial y unitaria, de circularidad, por cuanto Hilario Tundidor ha optado por darle sentido al conjunto desde la ordenación sistémica del mismo en dos grandes apartados que llevan al final un colofón (el poema último) a modo de cierre; pero también por las palabras de la “Addenda” en la que el poeta explica la razón de ser de Un único día como una síntesis entre un intento por comprender el mundo y su luminosidad junto al encuentro del ser en una dialéctica profundamente conmovedora. La ensayista Giuliana Baita hablaba también de dos épocas en su obra: “El vivir y su entorno” para los libros de la primera época y “La poesía ontológica”, para la segunda. En la primera habría una visión existencial máxima, una inmediatez geográfica emocional de implicaciones personales y reflexiones críticas de carácter testimonial que trascienden la objetivación específica: “En esos reflejos mi tono poético nunca ha sido, plenamente, ni testimonial ni crítico hasta ahora, sino reflexivo”[4].
La unidad del libro, salvo Pasiono, no se presenta en aspectos argumentales temáticos sino emocionales. En la segunda, cada libro, “refiriéndome exclusivamente a la construcción formal ofrece una estructura orgánica de argumento unitario, bien en su totalidad (Libro de amor para Salónica, Mausoleo, Construcción de la rosa) bien en cada una de sus partes (Repaso de un tiempo inútil, Tejedora de azar y el mismo Tetraedro)”[5]. Pero esta elaboración en dos apartados, desde el punto de vista crítico, no debe verse como compartimentos estancos tal como ha dicho la crítica:
No se trata, pese a lo que podría pensarse, de bloques estancos, cerrados en sí mismos, sino que, aunque existan similitudes y diferencias que permitan realizar la división entre ambos conjuntos (por ejemplo, la unidad orgánica y temática de los segundos, frente a una unidad lograda por cierto tono general en los primeros), la obra de Tundidor, puede ser valorada, según expresión de Miguel Casado, como "un continuo", que asienta su trabazón orgánica en la dinámica desarrollada, a lo largo del recorrido creador, por la adopción de posturas sucesivas, pero a la vez superpuestas, que podríamos resumir mediante el triple calificativo: EXISTENCIAL- EMOCIONAL-ESENCIAL. Este trinomio funcionará como eje conductor de una poesía que se debatirá en un primer momento dentro de una preocupación existencialista y social, para más adelante, centrarse en la reflexión sobre el conocimiento, en una epistemología.[6]
En el primer volumen, que lleva por título Borracho en los propileos (1960-1978), reúne los siguientes libros: Río oscuro (1960), Junto a mi silencio (1963), Las hoces y los días (1966), Voz baja (1969), Pasiono (1972) y Tetraedro (1978). Expone Hilario Tundidor las razones de este título de Borracho en los propileos:
El argumento general de este poema globaliza las connotaciones de la búsqueda de conocimiento y la luz en la emoción de la escritura poética (…) La materia fundamental unitiva, organizante del libro, es la emoción existencial y sentimental del individuo ante la existencia y lo consuetudinario.[7]
Volumen 2 Repaso de un tiempo inmóvil
El segundo volumen de su poesía, titulado Repaso de un tiempo inmóvil (1980-2008), se compone de los siguientes títulos: Libro del amor para Salónica (1980), Repaso de un tiempo inmóvil (1982), Construcción de la rosa (1990), Tejedora del azar (1995) y Las llaves del reino (2000).
[1] Hilario Tundidor, J.: Un único día, Madrid, Calambur, 2010.
[2] Hilario Tundidor, J.: “Addenda” en Un único día, op. cit., p. 416.
[3] Morales Lomas, F.: “Promociones y grupos poéticos” en Travesías de las lírica española, Centro de Ediciones de la Diputación, Málaga, 2006, pp 309-331 y también en mi estudio “Poetas del 60 (Una promoción entre paréntesis)”, Canente (2ª época), núm. 1, Málaga, 2001, pp. 259-300.
[4] Artuñano, G.: “Dos entrevistas fundamentales”, ABC Castilla y León, 23 de enero de 2000.
[5] Ibidem.
[6] Hilario Silva, P. y Crespo Massieu, A.: “Apasionar la inteligencia: un recorrido por las claves poéticas de Jesús Hilario Tundidor” en La Pasión por reconocerse. La poesía de Jesús Hilario Tundidor (Ed. de Baita, Giuliana, traducción de la autora con revisión de Pedro Hilario Silva y Prólogo del mismo y Antonio Crespo Massieu). Valladolid, Ediciones de la Academia Castellano–Leonesa de Poesía. 2002.
[7] Rodríguez Muñoz, P.: “Enclaverevista analiza Un único día, toda la poesía de Tundidor”, [en línea], dirección URL:< http://www.enclaverevista.com/libros/articulo.php?id_articulo=795> (Consultado el día 11 de junio de 2011).
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