JORGE LUIS BORGES, LA INFAMIA COMO SINFONÍA ESTÉTICA
DE FRANCISCO MORALES LOMAS,
EDICIONES CARENA, BARCELONA, 2011, 300 PÁGS.
Será presentado en Málaga el jueves 6 de octubre a las 20:00 h. en la librería CinchoEchegaray por el escritor y profesor titular de la Universidad de Málaga, Antonio García Velasco.
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Se acaba de publicar la obra “Jorge Luis Borges, la infamia como sinfonía estética” del escritor y ensayista F. Morales Lomas.
Se acaba de publicar la obra “Jorge Luis Borges, la infamia como sinfonía estética” del escritor y ensayista F. Morales Lomas.
Borges es un escritor universal. Su obra abarca lo oriental y lo occidental, lo cristiano y lo musulmán pero también un nuevo concepto de la realidad y de lo mágico. Su figura se agranda con el tiempo tanto que es necesaria su revisión constantemente y su consideración como uno de los grandes escritores en español del siglo XX. El escritor y profesor Morales Lomas ha querido adentrarse en los mecanismos que conforman su capacidad creativa a través de “Jorge Luis Borges, la infamia como sinfonía estética”, con la que ha querido revelar un mundo preciso desde su obra inicial, cuando la lectura llevada a la obra propia alcanzaba un valor literario en sí mismo. Metaficción, metaliteratura, creación de mundos cabales de gran capacidad artística y, sobre todo, organización de una narrativa tan original y personal como pocos escritores en la historia de la literatura.
(Fragmento del Prólogo)
El principio que sostiene la literatura borgeana es que «la literatura no es otra cosa que un sueño dirigido». La ficción estética y sus galanes procesos nacen y crecen en los sueños, como la existencia de los seres humanos en la imaginación de Dios y de Lucifer. Así lo declara en el Prólogo de El informe Brodie (1970), donde realiza un análisis epilogal y expresivo de su estética literaria y, entre otras cosas, observa que con sus cuentos no pretendió sino distraer y conmover. Creo que estos dos principios, que suscriben muchos escritores entre los que me encuentro, son inherentes al hecho literario, lejos de esa dimensión estética y ética que igualmente posee, al menos para el que esto subscribe. También nos afirma Borges que pocos han sido los argumentos que le han hostigado a lo largo del tiempo y, en consecuencia, se autodefine como un escritor monótono temáticamente. Y siempre ha preferido en su obra «la preparación de una expectativa o la de un asombro» y no las sorpresas del estilo barroco o las que deparan un final imprevisto. Se define lingüísticamente en la indefinición porque nunca ha pretendido concentrar su obra en lo que dicen los diccionarios a los que considera reductores de la realidad. Pero, sobre todo, se ha dejado llevar en la construcción por el principio absoluto de la libertad, de ahí el situar sus obras en lugares lejanos al momento en que escribe que impidan los límites espaciales tanto como la relación sentimental con la causa-efecto.
En consecuencia, sus principios rectores son:
1) El escritor debe elaborar su obra en plena libertad creativa.
2) La literatura debe distraer, entretener o divertir al lector.
3) La literatura debe conmover, emocionar, impresionar al lector.
4) La literatura debe crear expectativas y asombro en el lector.
5) La literatura debe abarcar la lengua en su más elevada dimensión.
Morales Lomas
(Fragmento del Prólogo)
El principio que sostiene la literatura borgeana es que «la literatura no es otra cosa que un sueño dirigido». La ficción estética y sus galanes procesos nacen y crecen en los sueños, como la existencia de los seres humanos en la imaginación de Dios y de Lucifer. Así lo declara en el Prólogo de El informe Brodie (1970), donde realiza un análisis epilogal y expresivo de su estética literaria y, entre otras cosas, observa que con sus cuentos no pretendió sino distraer y conmover. Creo que estos dos principios, que suscriben muchos escritores entre los que me encuentro, son inherentes al hecho literario, lejos de esa dimensión estética y ética que igualmente posee, al menos para el que esto subscribe. También nos afirma Borges que pocos han sido los argumentos que le han hostigado a lo largo del tiempo y, en consecuencia, se autodefine como un escritor monótono temáticamente. Y siempre ha preferido en su obra «la preparación de una expectativa o la de un asombro» y no las sorpresas del estilo barroco o las que deparan un final imprevisto. Se define lingüísticamente en la indefinición porque nunca ha pretendido concentrar su obra en lo que dicen los diccionarios a los que considera reductores de la realidad. Pero, sobre todo, se ha dejado llevar en la construcción por el principio absoluto de la libertad, de ahí el situar sus obras en lugares lejanos al momento en que escribe que impidan los límites espaciales tanto como la relación sentimental con la causa-efecto.
En consecuencia, sus principios rectores son:
1) El escritor debe elaborar su obra en plena libertad creativa.
2) La literatura debe distraer, entretener o divertir al lector.
3) La literatura debe conmover, emocionar, impresionar al lector.
4) La literatura debe crear expectativas y asombro en el lector.
5) La literatura debe abarcar la lengua en su más elevada dimensión.
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