viernes, 3 de septiembre de 2010

SI EL CORAZÓN PENSARA DE A. R. ALMODÓVAR POR MORALES LOMAS

A. R. Almodóvar
A. R. Almodóvar, Si el corazón pensara, Alianza Editorial, Madrid, 2009, 469 págs.

Los pueblos suelen tener una memoria frágil y transitoria, y los escritores estamos aquí para tratar de no olvidar y de construir su edificio sociológico y sentimental. Para evitar que el tiempo nos oscurezca la visión de lo que fuimos.
Si el corazón pensara de A. R. Almodóvar crea y recrea ese momento de nuestra posguerra en el espacio sevillano. Almodóvar es uno de los grandes referentes de las letras andaluzas y su labor es amplia, magnánima con todos los géneros literarios, y recompensada con el Nacional de Literatura infantil y juvenil, el Internacional de Narrativa Infanta Elena, el Ateneo de Sevilla de relatos... Sus Cuentos al amor de la lumbre rebasan las cuarenta ediciones. Es el Perrault o el Andersen español.
El tono jocoso, sarcástico y esperpéntico, el aire festivo y desinhibido con que aborda los acontecimientos de Villanueva de Algaidas suponen un gran aliciente para el lector, que asiste divertido a los intentos de la Guardia Civil por recuperar un documento comprometedor para el Régimen, por lo que a la moral pública podía afectar; pero también pone en solfa las represiones sexuales de una época gris y absurda de la historia de España, su moral decrépita y su hipocresía abacial. El cineasta valenciano Luis Berlanga disfrutaría mucho con esta novela de corte costumbrista e histórico que retrata, como en su cine, una moral absurda, retrógrada y cruel. Cardenales, el propio Franco como personaje, guardias civiles, ricos hacendados, prostitutas y personajes grotescos asisten a la parodia como actores de un guiñol, de una Comedia del Arte cuyos hilos Almodóvar mueve con soltura.

Currito Domínguez y sus feúchas hermanas Rosario y Carmela proceden de una familia fascista que llamaba rojos-hijos-de-puta a los perdedores. Representan el más vivo retrato de una familia dominada por la religiosa moral cartuja. Asistimos en los primeros capítulos a la construcción de esa educación sentimental de época, el ingreso de Currito en los Salesianos, la muerte de sus padres. Una fortuna media les permitirá vivir como rentistas y gracias también al estraperlo. Estudiante de Comercio al socorro sexual de su prima Amparito que no se deja, Currito acude a los burdeles. Llega a su conocimiento que Rosa la Culona ejerce de puta y desea rescatarla del descarrío con el coadjutor don Francisco Domínguez, para ello vende algunas propiedades y le pone una vivienda y le busca una ocupación honorable. Algunos capítulos se centran en el prostíbulo y las prostibularias. El suicidio de R. D. de M. genera un informe del flaco Remigio García Bocanegra donde se cuentan las aventuras sexuales del prostíbulo, informe que aprovechará para extorsionar al Régimen y que sin saber cómo se ve publicado en el Boletín Oficial de la Provincia con el consiguiente revuelo de las autoridades y la intervención hasta del mismísimo Franco (al que llama “el gran Batracio”), que, a partir del capítulo catorce, aparece como personaje, junto al cardenal Segura y sus discrepancias con el dictador, unos capítulos que operan como metalepsis en el proceso de reconstrucción de la historia de Currito.
A lo largo de la novela, van entreverándose fragmentos del informe que no tienen nada que envidiar al Kamasutra: “El hombre, luego de embutir bien su ardiente vara, desplace una mano libre hasta tocar la almendra de la dama” (p. 351). De modo que al final devienen como dos vías narrativas paralelas que se van concentrando continuamente: la historia del informe policial y la de Currito con Rosa la Culona.


Morales Lomas, Raimundo Amador y A. R. Almodóvar

Los elementos paródicos se sostienen sobre la hipérbole, la degradación de los personajes, la infamia, la deformación caricaturesca, el desparpajo celiano procedente de El cipote de Archidona con abundancia metafórica y/o lírica (por ejemplo, de Rosa dice que tenía “un clítoris instalado en un entorno muy complejo, como una sofisticada orquídea roja, perfectamente visible gracias a que el vello apenas apuntaba todavía” (p. 364), el tono burlesco y picaresco (por ejemplo en la reconstrucción de la historia de Rosa la Culona), el detallismo de muchos acontecimientos sobre los que se desea mostrar el elemento más psicalíptico o absurdo, como, por ejemplo, en la imagen que proyecta del destacamento de curas vascos que son enviados al pueblo para recristianizarlo (cap. 22 y siguientes) o la moral sexual de la época que reflejan muy bien estas palabras de Rosa a Amparito: “Porque que tú sepas que los hombres lo único que quieren es meterla en todas partes. Donde ven un agujero, ahí mismo. Y las mujeres, a dejarse. Y también les gustaría follar con tantos hombres guapos como hay por ahí. Lo que pasa es que no lo dicen, y algunas ni lo piensan, porque tiene el coño aplastado por el miedo” (p. 413)… Pero no sólo Cela, también Valle-Inclán es un gran precedente de esta obra en algunos usos, por ejemplo, la animalización de personajes. No obstante, no se puede olvidar un evidente compromiso del escritor con unas ideas progresistas y de izquierda. La voz del narrador en el proceso creador en tercera persona omnisciente está presente, incluso la primera persona con intención defensiva como cuando dice el narrador, referido a Rosa la Culona: “Pero no es nuestra intención abandonar a la muchacha a tan abominable jauría. Esperemos que no sea demasiado tarde” (p. 363); una voluntad de denunciar el absurdo del sentir de una época, la moral hipócrita, la represión de la posguerra sevillana y la sinrazón histórica, algunos de cuyos acontecimientos son analizados críticamente por Almodóvar como en el capítulo 19, en el 26, “Méritos de guerra”, donde dice: “Sólo en Sevilla pasaron de ocho mil los fusilados en el periodo de 1936 a 1953”. También en los capítulos 31y 33 donde nos hablará del primer cura obrero y su relación con Amparo Rodríguez…
El trágico final, que no desvelamos al lector, es el punto de acíbar a una vida, a una historia de España tan esperpéntica como sus personajes redondos y bien resueltos por la maestría de un narrador curtido en mil aventuras.

Pilar P. Esteban, Morales Lomas, Rosa Díaz, Juan Ortega y A. R. Almodóvar (Guadalajara, México, 2006)

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