viernes, 17 de septiembre de 2010

POESÍA COMPLETA DE ÁNGEL GARCÍA LÓPEZ POR MORALES LOMAS




Los poetas del 60, esa generación tan andaluza en la que se incluyen García López, Antonio Hernández, M. Ríos Ruiz, R. Soto Bergés… y otros de otras latitudes como Benito de Lucas, Diego Jesús Jiménez, Hilario Tundidor… está en pleno apogeo. Casi todos (los vivos, claro está: dolorosa fue la pérdida de Diego Jesús Jiménez y Rafael Soto Vergés) publican obras completas. Son un claro referente de las letras españolas actuales alcanzada esa edad de la razón y de la absoluta madurez. Su consagración definitiva como generación vendría de la inclusión de algunos de ellos en la R. A. E., méritos desde luego no les faltan ni a García López ni a Antonio Hernández para ello.
La Diputación de Cádiz ha publicado en tres volúmenes y mil páginas de poesía la lírica completa de Ángel García López, uno de nuestros poetas actuales más importantes. El hecho de que sea de Rota (Cádiz) sólo insiste en lo que ya dejó dicho Juan Ramón Jiménez, que la poesía española o es andaluza o no es. García López lo constata en esta magna obra que Prieto de Paula valoraba como de exuberancia retórica, sustancial; Eloy Sánchez Rosillo lo consideraba uno de los poetas más completos y variados; José Hierro afirmó el dominio de su expresión poética y Jaime Siles acertaba al decir de él que es uno de nuestros clásicos contemporáneos.
En el primer volumen reúne Emilia es la canción (1963), Tierra de nadie (1968), A flor de piel (1970), Volver a Uleila (1971), Elegía en Astaroth (1973), Retrato respirable en un desván (1974), Mester Andalusí (1978) y Auto de fe (1979). En el segundo volumen se encuentran: Trasmundo (1980), Comentario de textos (1981), Los ojos en las ramas (1981), Memoria amarga de mí (1983), De latrocinios y virginidades (1984), Medio siglo, cien años (1988) y Perversificaciones (1990). Y, en el tercer volumen, los siguientes títulos: Territorios del puma (1991), Glosolalia (1998), Bestiario (2000), Mitologías (2000), Son(i)etos a Pablo (2003), Apócrifos (2004), Ópera bufa (2004) y Universo sonámbulo (2006).
La escritura de García López conecta directamente con la poesía del Renacimiento y el Barroco, pero también con la lírica modernista y los movimientos vanguardistas de principios del XX. Una poesía personal y eminente en la conformación de las temáticas y profundamente rica en la creación lingüística, siempre hábil e indiscutible. Un poeta en el amplio sentido del término que es consciente de la trascendencia del idioma, de su tradición literaria pero a la vez es capaz de crear una poesía personal e inalienable.
Con el transcurso del tiempo su poesía se ha hecho plural y se ha ido enriqueciendo con propuestas diversas y ha ampliado su visión temática , pero, como decíamos anteriormente, siempre se ha sostenido sobre dos nociones indelebles: la trascendencia del discurso poético y el dominio de la métrica tradicional y la renovación del lenguaje, que nos ha llevado a una lírica expresiva y profunda en la que los procedimientos lingüísticos y creadores han sido una forma de conocimiento y de profundización en la lengua española para alcanzar altas cotas de calidad.
García López es extremado maestro en ritmos diversos y su adaptación al medio es prodigiosa, a cualquier medio, en el que entra con suma destreza y logra subyugarlo. Un escritor que ha llevado a cabo una de las líricas más atractivas de la literatura contemporánea por su versatilidad, su variedad y su riqueza personal, donde lo mismo se hayan los temas trascendentes como los más propensos a la sátira y la deformación caricaturesca, pero siempre llevados con una sorprendente ternura y una enorme capacidad.
Hay en su obra un ingente dominio del ritmo y la armonía, pero también de la humanidad como espacio para mostrar sus verdades y mentiras, sus imposturas y sus devaneos diversos. Todos los metros son susceptibles de ser hallados y también el versículo con sus cadencias operísticas, y siempre la creatividad como norma y guía, el derroche de energía imaginaria.
Sus preocupaciones vitales, la conformación de una sensualidad complaciente, el altozano de la existencia y sus fórmulas vitales y sensitivas, la ironía para salir del coliseo de la locura o la presencia mágica y doliente del Sur con sus arrebatos de vida y tierra, la reflexión en torno a la esencia y la propia identidad del poeta, el recurso al paisaje de la memoria y, por supuesto, mucho de ese tiempo detenido que en la lírica barroca y creadora se hace extensión y gesto perpetuo.
En definitiva, una poesía para los siglos venideros.


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