Publicada en Cuadernos del Sur de Diario Córdoba el 26 de marzo de 2022
https://www.diariocordoba.com/cuadernos-del-sur/2022/03/26/piedad-cotidiano-64262684.html
LA PIEDAD
DE LO COTIDIANO
TODA LA VIOLENCIA DE ABRAHAM GUERRERO
TENORIO, PREMIO ADONAIS 2020
F.
MORALES LOMAS
Con Toda
la violencia de Abraham Guerrero Tenorio se adentra por asuntos cotidianos
que nos afectan como seres humanos, en su violencia, en su fiereza o en su
pálpito, y los singulariza tratándolos con una mirada propia, y acaso desconocida,
y dotándolos de un sentido nuevo con un discurso coloquial e imágenes desnudas,
siendo lo humano el discurso que las anima y permite ver el latido profundo de
una existencia.
Está estructurado en cinco apartados
(“violencias”) que van desde el ámbito más familiar al más social. En aquel se
hallan presentes las relaciones padre-hijo, con un deje de ironía. Un lenguaje
a veces descarnado donde mezcla una visión bastante realista con sensaciones
poderosas que hablan de violencia, venganza y la rémora del ser. También hay
referencias al abuelo a punto de morir, a la abuela, a la madre… con una
extraña ternura, como cuando describe a esta y finalmente dice: “Qué lástima
cuando ya no esté,/ mi madre,/ con todo lo inmortal que es la palabra madre”. A
veces este ámbito se llena de incomunicación familiar y por momentos con una áspera
visión crítica.
También el mundo de la mujer se halla muy
presente en su cansancio, en su desgarro, con un lenguaje que aglutina
enumeración de sintagmas para precisar una atroz violencia (ese principio que
guía el libro), incluso trasladada al acto amoroso: “El tacto de una lengua
roja sobre/ un cuerpo oscuro. El tiempo fustigado./ Las uñas en la carne. El
resuello/ de dos pechos sonando en el silencio”.
Tiene la habilidad para la creación de
imágenes impactantes como en “Ave rapaz”, con la simbología de una empatía tan
consistente. En otras puede ser una especie de oda a las zapatillas abandonadas
en cualquier lugar y con las que hace el símil de dos ataúdes. En todas las
situaciones siempre hay un recóndito sentimiento que late en el poema en torno
a situaciones existenciales que causan todo tipo de zozobra o solidaridad en el
escritor, con un lenguaje directo y un tanto despojado o de un singular lirismo
muy cautivador, como en “La caricia”, donde nos muestra la imagen de alguien
que se asfixia en los brazos del sujeto poético mientras avanza en su ojos la
muerte: “Y se los fui cerrando lentamente,/ con las yemas heladas de mis dedos/
cayendo/ sobre sus párpados,/ como si mi caricia fuera/ el peso rotundo y
sombrío/ de una losa de mármol”.
El poemario va surcando sutilmente por
toda suerte de imágenes que nos anuncian algún tipo de dolor o muerte con la
tranquilidad de todo lo cotidiano, con su humanidad y su daño. Pero también
puede haber momentos para la ironía, como en “Pilates”, o la referencia a los
padres que continuamente hablan de sus hijos pequeños mientras el sujeto
poético se centra en la crematística y vulgar realidad.
El discurso metaliterario desmitificador
se halla presente en “Escribir” al definirlo como: “Es esperar/ la quimera de
un premio,/ el dinero preciso que convierta el poema/ en una nómina,/ números
que exhibir con mis amigos/ para que así se crean que hay trabajo/ en mi
silencio”. Y siempre con la ansiada búsqueda de la autenticidad y el milagro de
la palabra sobre cosas importantes. Recuerda a Borges y el mundo del ciego, la
angustia de no poder dormir, o a Bolaño y su hijo sobre las rodillas mientras
escribe y esa imagen de la deriva de la noche y el resplandor de la pantalla
del ordenador. Y desde luego la contemplación de la muerte con absoluta
naturalidad como “Treme”: “Si he de morir que ocurra en Treme/ y que mi muerte
sea una anécdota que mis hijos/ cuenten a sus amigos, mientras juegan/ y comen
gumbo en el porche grande/ de la casa de madera blanca que siempre soñamos”.
Lo social está muy presente en el último
apartado, en poemas como en “Ceceo” o
“Chicos de barrio”, donde la sombra del paro se hace presente: “Hoy algunos, en
paro y sin salida,/ sentados en los bancos de la plaza/ se miran las uñas y se
preguntan/ qué hacer con tanta tarde entre las manos”. La realidad de los
jóvenes que tratan de fabricarse su destino en “B2”, la búsqueda del
funcionariado en muchos de ellos, los problemas para poder cuidar a los hijos,
o bien los bienes que sus padres les ofrecieron a sus hijos y los que ellos les
ofrecen: “Nosotros,/ estirpe de padres sin hijos/ ofrecemos nuestras manos
vacías”.
Un poemario que aborda la cruda realidad
del presente con su desgarro, con su ternura, con su desolación y violencia,
acaso con una naturalidad lírica que en su sencillez potencia el acto creador y
le da alas.