sábado, 16 de febrero de 2013

ENTREVISTA A FRANCISCO MORALES LOMAS

En la revista WADI-AS (Guadix, Granada) correspondiente a los días 15-19 de febrero de 2013 han aparecido estas dos páginas con una entrevista de ENCARNI PÉREZ al escritor F. MORALES LOMAS


viernes, 15 de febrero de 2013

LA REINA DE LAS DOS LUNAS DE J.M. GARCÍA MARÍN POR MORALES LOMAS





José Manuel García Marín

LA REINA DE LAS DOS LUNAS, ROCAEDITORIAL, BARCELONA, 2012.

          Desde la publicación de Azafrán, novela con la que alcanzó una gran repercusión, García Marín es uno de los escritores españoles que ha anclado sus naves literarias en las historias que tienen como protagonistas la cultura árabe y cristiana. Sobre Azafrán afirmé que era una visión idealizada (con mucho de cosmovisión complaciente) sostenida en un pensamiento y una erudición que conecta con lo mejor de la cultura judía y musulmana fundamentalmente. Después llegó La escalera del agua, a la que definí como una novela iniciática, de comienzo de la existencia vital, en la que el joven narrador y descendiente de moriscos, Ángel Castaño Crespo, nos explica su azarosa existencia una vez que asesina a un hombre que ha forzado a su hermana.
           En esas novelas tomaba como armazón estructural el viaje (un constructo creativo que puso de moda la novela bizantina) y ahora en su nueva entrega La reina de las dos lunas (Rocaeditorial, Barcelona, 2012) se lleva de nuevo a término con la historia del joven mijeño Estevan Peres, enamorado de la mujer del sultán de Fez, Yumana, con la que logra casarse tras una serie de peripecias muy novelescas que le dan profundidad y sentido a la obra.
            Es una intensa historia de amor (amor real en tiempos convulsos) que en las manos de García Marín adquiere un enorme interés pues es un perito en la construcción de lo esencial narrativo, en la verosimilitud de los personajes, en la imaginería y condición de ese mundo (costumbres, hábitos, formas de pensamiento, filosofía vital…), pero también en la organización de la estructura y en el manejo de la lengua. Es un producto literario en el que se nota la mano de la investigación histórica y sus continuas referencias a hábitos y costumbres de la época que permiten crear un mundo en el que visualizamos todos sus componentes y podemos penetrar con razón de ser en diálogos perspicaces y bien conducidos.
        Toma como base estructural la organización en capítulos. En total siete (el número mágico) que van desde el año 1518, fecha en que en la playa de Fuengirola es capturado por los turcos el joven Estevan para ser convertido en esclavo, hasta el capítulo siete en que tienen lugar los esponsales con la joven sultana ya cristianizada. Entre tanto, cada uno de los capítulos es una incidencia fragmentaria de la historia con los acontecimientos en torno a Fez, la ciudad donde finalmente llega como esclavo, la huida hacia España, la persecución a la que se ven sometidos por mandato del sultán que quiere darles muerte....
           La novela se va configurando por una serie de meandros internos que van mostrando las intrigas palaciegas, los intentos de asesinato del sultán (sobre el que hay todo un entramado que desea sus cabeza), la intervención casual de Estevan que salva a la sultana y los anuncios de la adivina de que finalmente vivirá lejos del harén en el que pasa su vida.
       Pero también la historia conforma el imaginario de una “cierta liberación de la mujer”. Yumana es una mujer rebelde que no está de acuerdo con su condición y desea vivir libremente, una vida propia y no una dictada por la sociedad y las costumbres de la época. Yumana se adelanta a ella y su valentía es el inicio de un tiempo nuevo. Dice la sultana: “No he nacido para ser una esposa más del monarca, depender de su humor o de su variable antojo (…) Yo soñaba con enamorarme de un hombre común (…) Ni estoy enamorada, ni deseo un hijo suyo; como tampoco envejeceré junto a él” (p. 119).
       La dificultad en la construcción de este tipo de obras radica en el exceso. Es fácil organizar situaciones secundarias, caer en el determinismo de la destreza. Pero el acierto de García Marín es su contención, su prevención, saber siempre qué cuerda ha de ser pulsada y durante cuánto tiempo. Hubiera sido fácil perderse en mil y una aventuras pero él logra introducir el punto de equilibrio en la narración de modo que todo fluye con naturalidad y contención narrativa.
        Aunque sabemos desde el principio que los enamorados van a conseguir su propósito, el secreto de la obra es la narración en sí, su gestación y sus procesos constructivos, pero también el pensamiento de los personajes que tiene tanta fuerza como la historia en sí. Pero junto a ello la intriga que, en un relato con estas condiciones exógenas, es fundamental. El acierto en su mantenimiento determinará el éxito del producto estético.

miércoles, 6 de febrero de 2013

HOMENAJE A JOSÉ LUIS SAMPEDRO


Con motivo de la presentación de la obra con la que el Ateneo homenajea al gran escritor y pensador español, estas palabras que siguen


PENSAMIENTO Y FICCIÓN EN LA OBRA DE JOSÉ LUIS SAMPEDRO


F. MORALES LOMAS



     Humilde y errabundo, hombre de paisajes fronterizos y actor furtivo en la literatura (al margen de camarillas y corrientes), José Luis Sampedro es un homo oeconomicus en un paisaje transfronterizo y literario. Literatura y economía, acaso ficción y vida, acaso develamiento último del creador, que, en su afán por revelar en su obra la raigambre de la autenticidad, conquista mundos verdaderos y probables. Aunque sea a la vez muy consciente de que su relación con estos está condicionada por esa incapacidad manifiesta para abarcar todas las dimensiones posibles.
        Tánger, años veinte, fue la infancia, quizá una gran mentira de sueños idolatrada. Lugar de encuentros, cosmópolis, linde, espacio fabuloso, una auténtica alianza de civilizaciones y una escuela de tolerancia. Allí se fue forjando su espíritu de hombre que aspira a conocer el mundo desde su diversidad y riqueza multicultural.
         Más tarde, a los dieciocho años llega a Aranjuez, y la historia se adueña de su espacio vital, un símbolo para comprender el pasado o para engendrar los mitos cotidianos que llegan desde este con aromas, con murmullos, con voces de aves, con “crujidos de hojas caídas como rumor de pasos furtivos y ecos de misteriosas profundidades”, como dirá. Y añade: “Entonces sólo aspiraba a ser un escritor de segunda. Y pensar en eso ya me hacía feliz”. Será allí, en Aranjuez, cuando comience a escribir narrativa y a interpretar y a crear su mundo, a caballo entre la realidad y la ficción, consciente de que la novela siempre “despliega la inapelable verdad de su autor, que la ha vivido al crearla, para que se haga verdad también en los lectores”.
        Y comenzarán a engendrarse y desmenuzarse ambos mundos: el fronterizo y el central. El primero como un canto a la búsqueda, fundamentalmente bifronte, e instalado en la ambigüedad. El segundo, estable, resistente a esa movilidad, guardián de la tradición. Ambos modos de vida, el central y el fronterizo, coexisten.  Pero entre ellos también hay zonas convergentes y transitorias, aunque lo importante, en última instancia, es “ser lo que se es con dignidad, entendiendo la dignidad ajena”. Un centro que se hace cada vez más norte y una frontera que amaina en el sur como la sístole y la diástole de nuestro mundo.
      José Luis Sampedro es un humanista que cree profundamente en la fortaleza del ser humano y la necesidad de su protección absoluta y, en consecuencia, en aquel aserto de los griegos de que "un hombre es la medida de todas las cosas". Un hombre y una mujer, habría que añadir para valorar en su realidad inmanente. Un inmenso humanista que considera que estamos entrando en los años de la barbarie como en aquel poema de Kavafis y para el que la literatura era y es algo irremediable, a la que lleva la vida, forjándose desde entonces una urdimbre imposible de romper.

         No algo ajeno a la economía, a la que considera una ciencia social que estudia los comportamientos humanos; y se preguntaba, ¿y qué si no es una novela? ¿No es esta una cuestión de comportamientos? Y añadía: “Yo soy un economista social y el escribir con facilidad me ha ayudado a hacer más legibles mis obras de economía; y el saber de la economía me ha permitido hacer más sistemática mi preparación, sobre todo en la estructura de mis novelas”.
         Pero, mayormente, José Luis Sampedro es un magnífico conocedor de la lengua española y de los recursos que han de ser puestos en funcionamiento para darle mayor verosimilitud y fortaleza a los sentimientos y las sensaciones. La época actual, la fantasía, el erotismo, el mito… son elementos propios de una narrativa reposada e intelectual que emociona.

       Quizá sean la estulticia y la brutalidad los escenarios humanos que más le han impresionado siempre y junto a ellos la alegoría con sus puertas de entra y salida, con sus ritos fronterizos. Puertas como objeto de vida y pálpito de una existencia. La casa de la ficción con muchas ventanas y sólo dos o tres puertas que dijo James Wood.
          Dieciséis son su legado narrativo. Dieciséis obras que estremecen y emocionan. Un mundo novelesco coherente en el que el amor, la vitalidad, la comunicación, la solidaridad y los grandes principios que han forjado nuestra creencia en esa bonhomía o maldad del ser humano han estado presentes. Dieciséis perspectivas, dieciséis mundos muy diferenciados y plurales desde Congreso de Estocolmo (1952) hasta Cuarteto para un solista (2011) en colaboración con Olga Lucas.
      La visión humorística y crítica llega desde la obra inaugural pero también la percepción de la naturaleza como espacio no resuelto y como sabiduría y vitalidad conquistada que corre pareja al amor del personaje y sus ansias de vivir. Con motivo de un viaje a Estocolmo en un congreso de economía, este pretexto le sirve para explicar la alienación en las sociedades contemporáneas, pero también bucea en algo que ha sido trascendental en su obra: el misterio de la vida y de la condición humana. Por una parte surge su actitud crítica y por otra a partir de las reflexiones de Espejo muestra su propia visión del mundo, como invariablemente ha hecho siempre.
         Con frecuencia ha dicho José Luis Sampedro que su narrativa es el viaje hacia sí mismo. A través de los gancheros, el transporte fluvial de los troncos por el Tajo, crea un mundo particular y propio en el que sus ideas siempre están asidas al sentimiento último: la vida es más importante que la muerte; la naturaleza más todavía que el progreso. Un viaje que, en el guilleniano El río que nos lleva, precisa de esa relación de lo individual y lo colectivo. Paisaje de los madereros en el torno de los mundos propios e imaginarios de Paula y Shannon, en una soledad bipolar de naturaleza y cultura, campo-ciudad… Decía el crítico Quiroga Clérigo que “en ella mostraba el alma ibérica en su ruda y magnífica identidad como si cualquier momento de la vida fuera una aventura completa o una insinuación para seguir avanzando por el mar de dificultades que a cada minuto aparece frente al ser humano”.
         Considerado como escritor furtivo, desde una supuesta marginalidad construye una obra acopiada por lo auténtico. Como sucede en Octubre, octubre (acaso su obra más ambiciosa y considerada una de las más importantes del XX), magma babélico de indagaciones, reflexiones certeras y suculentas vidas que van y vienen en un ciclo arácnido, como en esa malla alambicada de la existencia, donde el collage se organiza sobre las esencias de la enumeración desequilibrada y la alternancia o la oposición de motivos, o la morosidad de la teoría del conocimiento propuesta y esta toma de conciencia personal, de lucidez en el espeso paisaje del recuerdo de una formularia y falsaria educación, siempre superada por el descubrimiento de la realidad. Una novela también ávida de sí misma, de perspectiva y de reflexiones sobre la creación, como en tantas otras obras suyas. Organizada en diecisiete capítulos desarrollados cada uno en tiempos distintos en los que aparece Miguel, el protagonista de una parte de la novela, que escribe para conocerse a sí mismo cuatro versiones. Y también la relación con Nerissa en ese amor sublime. Pero son muchos más personajes, como Luis y Ágata… Esa necesidad de introspección ha sido algo que lo ha acompañado siempre: “El ser arqueólogo en los sucesivos niveles de mis galerías interiores. Llegar a saber quién soy pero sigo sin saberlo porque todavía estoy siendo”.
       El mundo de Sampedro está como “fronterado”.  Con palabras se construyen las puertas y ventanas de la literatura, como en La sonrisa etrusca, y ese símbolo de la sonrisa de los esposos que connota la existencia dual del protagonista entre el pasado y el presente, la memoria y la actualidad, lo agrario y lo urbano…, y donde la novela crece sobre el filo mismo de la realidad y la ficción mientras Salvatore reconstruye su enigmático mundo a partir del momento en que cercana la muerte, el anciano decide abandonar su aldea y andar por Milán a la espera de que esta llegue. Los recuerdos se acumulan y también esa enigmática sonrisa etrusca que procede de la escultura que conoce Salvatore y será un símbolo continuo en la novela como depositaria de la simbología de la muerte.

        Aranjuez y El Real Sitio fue decisivo para su vida y por eso ha permanecido siempre en el corazón de su novela, a través de los sucesos yuxtapuestos de un pasado que aspira a ser futuro concedido, porque la humanidad avanza en espiral o en círculos concéntricos, como dijo en su discurso académico.
       Y La vieja sirena, adicción a lo fronterizo, paisaje histórico de una Alejandría que quiere ser descubierta por esa amante de Ahram y Krito. Una civilización de fronteras, no sólo fronteras espaciales sino temporales. Pero fronteras para ser franqueadas, trascendidas, invitaciones a la posesión. Una novela con un trasfondo mitológico en la que surge como un gran magma la Alejandría histórica del siglo III d. C. Con ella quiso mostrar también el proceso de decadencia de la cultura egipcia frente a la fortaleza del imperio romano y el persa. Es la historia de la sirena Glauka que quiere perder su inmortalidad a cambio de la vida entre los hombres y el conocimiento del amor. Una hermosa metáfora histórica de la existencia en la que también se nos acerca a nuestro presente con esa denuncia de la corrupción, la pérdida de valores, el descontento y la inestabilidad.

       En definitiva, la literatura de José Luis Sampedro de gran variedad temática y diversidad fabuladora, ha sido un viaje hacia sí mismo, un viaje para encontrarse con él pero también para ofrecer la dignidad del ser humano, su sentido último a cuanto le sobreviene, para comprender a los demás, para comprendernos a nosotros mismos.

sábado, 2 de febrero de 2013

NUEVA CRÍTICA SOBRE PUERTA DEL MUNDO DE F. MORALES LOMAS

En LA OPINIÓN DE MÁLAGA
http://www.opinionmalaga.com/especiales/libros/2013/01/27/naturaleza-vida-y-mundo-interior/

POESIA | FRANCISCO MORALES LOMAS
ALFONSO VÁZQUEZ
Se inicia esta nueva obra poética de Francisco Morales Lomas, Puerta del mundo, de Ediciones en Huida, con unos versos de Ángel González: «La esperanza es el quicio de una puerta que se abre». Y por ella se asoma el poeta para ofrecernos unos versos melancólicos y, al mismo tiempo, caleodoscópicos, como ese mundo ancho y ajeno que vislumbra. Y esa mirada nos deja gratas sorpresas, hermosas imágenes poéticas, la mayoría de ellas relacionadas con la Naturaleza, que tantas reflexiones arranca al autor. Y así, mientras amanece, «se abre el mundo, y los pájaros sostienen con su canto fervorosas claridades»; al evocar ese machadiano cielo azul de la infancia podemos leer: «Y soy nube en el aire cálido de la tarde,/la mies que ondea y danza su eterna sinfonía/ de olorosa tierra que ha vencido al tiempo/ y sus desgastes». O al plasmar el mundo en otoño: «Tiempo que doran bosques despojados,/vástagos del dolor y sus traiciones».
Pero esta Puerta del mundo, viaje interior, esconde en sus versos contemplativos una innegable desengaño por ese mundo construido en la infancia «una especie de cuento infantil que contaron fingidores longevos y madres sensitivas», marcado por el contraste con el mundo descarnado del adulto, cuajado de cumbres borrascosas, «tratando de satisfacer una pregunta que sólo conduce al vacío». En este sentido, el último de los poemas, con la irrupción de la burda burocracia en algo tan hermoso como la evocación de la primera lluvia, es un buen punto de llegada para esta obra, puerta de entrada a una Naturaleza no siempre amable, a veces inquietante, que sigue el ritmo interior del poeta. Y el lector tendrá que concluir que en estos tiempos de agitaciones e inseguridades, la poesía también realiza periplos por mares encrespados para ser testigo de su época. Puerta del mundo es, por tanto, hija de su tiempo, presagio de tormenta, evocador despliegue de melancolía frente al paisaje de nuestros días.


OTRAS REFERENCIAS CRÍTICAS:

Garrido Moraga, Antonio: Todos somos mundo, pero no sabemos cuál, Diario Sur de Málaga, 26 de enero de 2013, p. 46.

Cózar, Rafael de: Poética de la crisis (sobre Puerta del mundo de F. Morales Lomas), Cuadernos del Sur de Diario Córdoba, 26 de enero de 2013.

Lozano, C.: Morales Lomas se adentra en el humanismo, Diario Córdoba, 23 de enero de 2013.

Vázquez, Alfonso: Naturaleza, vida y mundo interior, Libros, La Opinión de Málaga, 15 de diciembre de 2012, p. 56.

Romero, Filomena: Una puerta para otros tiempos, Papel Literario Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria, 30 de noviembre de 2012, [en línea], Dirección URL: .


S.A.: “Morales Lomas regresa a la poesía”, La Opinión de Málaga, 21 de noviembre de 2012, p. 52.

Martínez, Marina: “Morales Lomas abre una nueva Puerta al mundo desde la poesía”, Sur de Málaga, 20 de noviembre de 2012, p. 45.

Tapia, Juan Luis: “Se necesita reconquistar el ser” (sobre Puerta del mundo de Morales Lomas), Ideal de Granada, 27 de noviembre de 2012, p. 64.
FICHA
Puerta del mundo
FRANCISCO MORALES LOMAS
EDICIONES EN HUIDA
12 €
En Puerta del mundo su autor nos rescata de la banalidad y nos enfrenta a las contradicciones del mundo contemporáneo. Desde una lírica de implosivas consecuencias, el lector no permancerá ajeno a la integridad y honestidad de un decir vinculado al escenario de dudas y miedo que nos plantea el tiempo actual. Una poesía que contrae la dualidad de asentir a la desolación y, sin embargo, profesar la más íntima convicción en la necesidad de la búsqueda de un hombre nuevo. Una obra deslumbrante que nos reconcilia con la ética.

miércoles, 30 de enero de 2013

FINALISTAS DEL XIX PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA 2013








Web Oficial de la AAEC: www.aaec.es



XIX PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA 2013
FINALISTAS



          Tras la votación llevada a cabo por más de un centenar de miembros de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios (www.aaec.es) durante el mes de enero han sido elegidos como finalistas los escritores y escritoras relacionados. 

           El Jurado del Premio Andalucía de la Crítica formado por veinte miembros entre profesores de Universidad, escritoras y escritores, críticos literarios y periodistas se reunirá el primer fin de semana de abril de 2013 en la ciudad de Málaga para proceder a elegir entre estos finalistas a los ganadores o ganadoras de los premios de narrativa y poesía de este año.

            Los premios se entregarán durante el mes de mayo en la ciudad de Huelva y cuentan con la colaboración de la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, de la Diputación Provincial y de la Universidad onubense.
           A los ganadores/as se les entregarán sendas estatuillas creadas por el escultor Andrés Alcántara y reproducidas por la Escuela del Mármol de Andalucía (Almería).


           
Narrativa

1. Hablar solos de Andrés Neuman 
2. Los amores oscuros de Manuel Francisco Reina 
3. Palabras insensatas que tú comprenderás  de Salvador Compán
4. El escalador congelado de Salvador Gutiérrez Solís   
5. El chico de  la estrella de José Lupiáñez   
6. Las estaciones del viento de José María Molina Caballero


Poesía


1. Posdata de Ángel García López  
2. Canción en blanco de Álvaro García   
3. Los héroes derrotados de Enrique Barrero
4. Las visiones de José Luis Rey       
5. Las categorías de Kant no funcionan en la noche de Julio César Jiménez  
6. Danaide de María Sanz    
7. La mala letra de Domingo F. Faílde
8. Últimas mareas de José Antonio Moreno Jurado


  









martes, 29 de enero de 2013

CONSEJERÍA DE CULTURA Y DEPORTE JUNTA DE ANDALUCÍA


REUNIÓN CON EL CONSEJERO DE CULTURA Y DEPORTE DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA, LUCIANO ALONSO

F. MORALES LOMAS



LUCIANO ALONSO

        A las 16: 30 del pasado lunes día 28 de enero el consejero de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, Luciano Alonso, acompañado por la viceconsejera, María del Mar Alfaro; la secretaria general, Montserrat Reyes; el director general de Industrias Creativas del Libro, David Luque; y el director del Centro Andaluz de las Letras, Juan José Téllez… nos convocó a una reunión a diversas asociaciones representativas de los sectores relacionados con el libro: escritores y críticos (estuvimos presentes nuestra Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios, representada por mí, y la Asociación Colegial de Escritores de España-Sección Autónoma de Andalucía por Francisco Basallote), una comisión que asesora a la consejería (entre ellos podemos citar a Rafael de Cózar, Antonio Rodríguez Almodóvar, Salvador Gutiérrez Solís…), los representantes de los editores de Andalucía (con Álvaro Luengo a la cabeza), de los libreros, de los bibliotecarios…
        El consejero expuso a los allí presentes el Pacto Andaluz por la Cultura expresando su convicción de que en momentos de crisis es posible llevar a cabo políticas culturales convincentes. Así se mostró al hablar del Anteproyecto de la Ley de Mecenazgo así como reformas en el IRPF que prepara su departamento, que prevé, entre otras, una deducción en el IRPF en el tramo autonómico por el consumo de cultura (lo que significa que será deducible hasta una cantidad lo consumido en cine, teatro, libros…); también la deducción por donación en cultura (aquellas personas que donen cantidades de dinero a centros culturales, librerías, bibliotecas…) que permitirá beneficiarse de su correspondiente deducción en la declaración de la renta… Todo ello fue más abundantemente expuesto por la viceconsejera que, a continuación, cedió el testigo al director general de industrias creativas quien expresó lo que tiene previsto llevar a cabo su departamento (entre otras: digitalización de libros que estén descatalogados de autores contemporáneos, profundizar en la necesidad de que el libro llegue a los colegios, las bibliotecas y los clubes de lectura…), y, finalmente, el director del CAL explicó lo que llevará a cabo su departamento en el ámbito de sus funciones como el circuito literario (se prevé la participación de 800 escritores/as), el programa de club de lectores, la presentación de libros… y algunos otros programas novedosos que en su momento se irán viendo.
       
         Desde luego que todos los allí presentes saludaron con beneplácito esta iniciativa del consejero que nos permite dar voz a lo que opinan los diversos sectores implicados en el libro, que nos vemos gravemente perjudicados en la actual situación económica pues somos conscientes de que todavía la cultura sigue siendo la gran pagana de las crisis. No obstante, las medidas expuestas, de ser llevadas a cabo, serán buenas para el sector sin duda. Y les agradecimos que contaran con nosotros, al menos en la comunicación. Pero el camino habrá que recorrerlo con prudencia.
           Después hubo un turno de intervenciones de los allí presentes. En primer lugar intervino el presidente de los editores, Álvaro Luengo, que expresó sus opiniones al respecto. En nombre de la Asociación de Escritores y Críticos Literarios hablé yo. Me congratulé por lo escuchado pero somos precavidos porque como le expresé al consejero todo pacto o actividad debería ir acompañado de su correspondiente memoria económica para hacer creíble lo programado. También hice hincapié en una serie de principios que forman parte de las señas de identidad de la AAEC:
1. La necesidad de emplear todos los medios para la difusión del libro andaluz a través de los programas respectivos en centros escolares de diversos niveles educativos y en la Universidad. Es triste que el alumnado andaluz desconozca la literatura de los escritores y escritoras contemporáneos. Le hablé del proyecto que se presentó en su momento a la anterior consejera Rosa Torres.
2. Les recordamos proyectos del pasado que en su momento pasaron desapercibidos y que iban en esa línea.
3. Les recordamos que había una carta del presidente José Antonio Griñán con una serie de compromisos como la Mesa Andaluza por la Cultura.
4. Hablamos también de la necesidad de tener un foro anual, un encuentro similar al que se realizó en Antequera durante 2012. Insistimos en la necesidad de escuchar al sector porque solo a través del diálogo podría hacerse comprensible la realidad.
         Después hubo diversas intervenciones de Rafael de Cózar, de Antonio Rodríguez Almodóvar, de los bibliotecarios, otros editores… que expresaron diversos pareceres, así como de Francisco Basallote en nombre de la ACE, que habló de la posibilidad, en tiempo de crisis y ante la situación que impide la compra de libros por las bibliotecas, de crear un sistema centralizado para que los autores/as puedan enviar sus libros a universidades, bibliotecas… y que de ese modo el público tenga la posibilidad de que se conozcan las obras de autores contemporáneos.
           El ambiente fue distendido y amable. En su despedida el consejero nos dio las gracias por nuestra presencia y nos habló de la posibilidad de que estas reuniones podrían mantenerse a lo largo del tiempo.
       
Imagen de la reunión de septiembre de 2012
J. García Pérez (presidente ACE), Luciano Alonso (consejero de Cultura Junta de Andalucía), F. Morales Lomas (presidente de la AAEC) y Montserrat Reyes (secretaria general de Cultura Junta de Andalucía)

ANTONIO CARVAJAL, PREMIO NACIONAL DE POESÍA


ANTONIO CARVAJAL ENTRE LA POESÍA PURA Y EL COMPROMISO ÉTICO Y ESTÉTICO (III) POR F. MORALES LOMAS



El Preludio con el que comienza Casi una fantasía, como en cualquier pieza musical, es un ensayo instrumental de voz y canto, sirve para fijar el tono antes de comenzar la obra, y así lo considera Carvajal, no sólo por ser el apartado más reducido sino porque entendemos que se sitúan los motivos fundamentales que van a encontrar amplio desarrollo y eco en los apartados siguientes. La luz y el fuego como símbolos de la existencia, de tanto arraigo en Fernando de Herrera, surgen como motivo inicial del poema: “Amanezca otra luz, si el fuego sabe/ nadar entre dos cielos...” Ese principio quieren las cosas como si se tratara de crear ex novo, como si comenzara la existencia, es el preludio inicial en el que la disquisición o la luz o la penumbra hermosa se resuelve en el canto gozoso de la poesía. Un canto que llena la segunda estrofa, reiterada como isotopía semántica en los cuatro apartados que componen el libro: en el Preludio (versos 8-9) “Canten todos: los jóvenes, los viejos,/ acorde en su vuelo hacia la aurora”; en el Adagio (versos 38-39): “Todos cantan: Los jóvenes, los viejos./ Es el coro de las generaciones” y en el 45: “Cantar, cantar, cantar nuestro destino”; en el Scherzo (versos 98-102): “Todos cantan: los jóvenes, los viejos./ Es el coro de sus generaciones./ Todos vibran y cantan. Todos vuelan/ y es cantar y volar el bien que anhelan...”; y, finalmente, en el Allegro (versos 86-89): “Todos cantan, los jóvenes, los viejos,/ es el coro de sus generaciones./Todos vibran y cantan. Todos vuelan/ y es vivir y cantar el bien que anhelan”. Una exaltación del canto que es todo un homenaje a la existencia como si ésta súbitamente comenzara, de ahí los continuos motivos alusivos al viaje (“como nave...”, “zarpé hacia el mundo...”). Un comienzo apoyado en la vibrante aliterada en la tercera estrofa: rompan, palabra, abran, ríos, mar, abra, promesa, extender, banderas, resplandor, primaveras, etc. Pero en lugar de ser entendida como un canto a la aspereza, lo comprendemos como el servicio de la fonética expresiva al terremoto de la creación.
          El poeta, como ese navegante de El Criticón, zarpa imaginariamente al mundo, pero es muy consciente de que “el mundo era una herida”. En las dos estrofas siguientes trata de sortear la distancia de ese mundo como “sorpresa y aventura” (cuarta estrofa) o como “sorpresa y desagrado” (quinta estrofa). El mundo como “sorpresa” comprendería la vida como juego, una imagen idílica de la existencia en ese edén mágico en el que el polisíndeton y la aliteración de la vibrante cumplen un papel reiterativo preciso: “...casi posible de alba y fresa/ puro y reciente y venturoso y mío”. Pero también el mundo “desagrado”, con la metáfora definitoria e hiperbólica y de nuevo con la aliteración de la vibrante: “esa enajenación que en el costado/ marca con hierro ardiente los errores/ Amarga el mar si el sol le sorbe el jugo”.
       Una disquisición antitética entre un mundo-aventura y mundo-desagrado que le lleva a plantearse la pregunta retórica: “¿Qué esperaba?”. Una pregunta que no posee la respuesta sino la duda, una duda plagada de sensualidad en la que vemos una clara influencia de Vicente Aleixandre cuando dice Carvajal como respuesta: “Acaso labios como armada lava” o “labios como pluma y gozo”. Una estrofa en la que se configura la disposición de los contrarios ante el mundo que adviene como en el origen de la creación a través de la configuración de campos semánticos contrapuestos: hosco fuego, arpones, rotos, halcones frente a armada lava, pluma y gozo, alborozo o lúganos (en realidad este último vocablo no es proparoxítono según el DRAE y el “Diccionario de uso del español” de María Moliner; Carvajal cambia el acento sobre él para configurar un ritmo basado en los acentos en 1ª, 4ª, 6ª, 8ª y10ª en un endecasílabo enfático  y no en uno heroico; un endecasílabo con cinco acentos sobre vocales también contrapuestas, pues tres van sobre vocales cerradas y dos sobre vocales semiabiertas). Una lírica de profunda musicalidad en el que si el heroico, en la estrofa que comentamos, es habitual en los dos últimos versos, es sustituido por el enfático en un afán de ascensión e intensidad, un hecho que también desde el punto de vista fonético se consolida con la aliteración de los fonemas vibrantes y la epímone de brinda, evidente elemento de arrebato verbal.
          El advenimiento de un mundo que crea la metáfora del “otro rostro” (en una paronomasia resolutiva) y el símil del arcángel (espíritu angélico, perteneciente al octavo coro, intermedio entre los principados y los ángeles) al que se demanda la salvación. A través del símbolo del espejo en el que se refleja ese “otro rostro” llega “silente” y “violeta”, definición adjetival muy del gusto modernista y la predisposición fonética a la acentuación en la vocal /e/ al comienzo de cada verso: silente, violeta, supliqué (en dos ocasiones). Liberación de esa cárcel del otro yo (a través de la ruptura del espejo) que se consigue en la última estrofa de este Preludio cuando el arcángel se convierte en salvador en los anafóricos versos cuarenta y cuatro y cuarenta y cinco. Unos versos en los que como decía Pedro Provencio Carvajal apunta “a una poesía como bálsamo reconfortante, como única armonía posible entre el poeta y el mundo hostil”.


       El segundo apartado Adagio, precedido por un verso del “purista” Paul Valéry: “Il faut tenter de vivre”, advierte del tema como recordaba el poeta ab initio con un movimiento lento lleno de exaltación vital, toda vez que las ataduras de antaño han quedado liberadas por la ayuda del arcángel. Una lírica en la que el paisaje y los elementos que lo configuran, todo gozo, adquiere un musicalidad extraordinaria y una sensualidad preciosista. Tomando como recurso el apóstrofe, ahora se dirige a ese arcángel salvador para expresarle que la luz (ese nuevo simbolo remozado por la existencia, ese tenter de vivre) sabemos que sólo tiene sentido en el amor, muy similar en su concepción teórica a los versos de Herrera: “La luz de hermosura verdadera,/ por quien suspira el venturoso amante,/ por quien en esperana desespera”.
          El conocimiento preciso de la disposición fónica y la configuración del proceso rítmico adquiere en la segunda estrofa todo su sentido en unos versos metaliterarios en los que las “aes” son broncas y las “oes” roncas, y las líquidas en aliteración “lirias y lauros y un lirial de lises”, un despegue sonoro hacia esta nueva sensibilidad conquistada, que en la aliteración de la sibilante y la alternacia /e,i/ encuentra su mayor expresión sensual: “sentimental, sensible y sensitiva” (verso 15) que tanto advierte de sus débitos modernistas.
         El canto de los jilgueros, la devoradora alegría y la siempre solícita imagen del vuelo adquieren la perfecta modulación en el inicio de la aliteraciòn de la estrofa cuarta: “Era la era del granar primero”, progresivamente amplificada a través de otros términos siempre positivos en los que la isotopía fónica configura todo un proyecto vital: jilguero, aurora, amarantos, ardiente, alegría, volador, placer y reacio. La sutileza y reiteración de la vibrante, lejos de conformar una sensualidad bronca producen un despegue vital, como la vibración inicial a la vida, el despertar ahíto de los sentidos. Una exaltación a la vida constante en las estrofas ulteriores, el tema del salto vital (con la glosa de Beethoven), el canto del “sonoro río”, el vuelo recortado de los pájaros, la exaltación del canto. Todo debe ir dirigido hacia el verso axiomático de Valéry: tenter de vivre, es decir, el intento debe ser “mirar al sol, hasta quedarse ciego”.
         El poeta se siente inmerso en un proceso de éxtasis vital que produce una clara identificación con el paisaje, la naturaleza y los pájaros, que son contemplados desde la óptica de un remozado pensamiento, porque como decía el propio Carvajal en otro momento, aunque aplicable a éste, trata de “aliar, en estos poemas, la melodía de la voz y la melodía de la idea”. Así esa integración se produce con el recurso a todo tipo de sonoridades, como las sibilantes y laterales en la estrofa novena, o las vibrantes en la octava o las nasales en la séptima, o las velares sordas en la décima: “acostumbrado, canto, ronca, caracola, acanto”.
       Por un momento esta algazara vital se ve ensombrecida por la súbita aparición del símbolo del antiguo miroir glissé y la metáfora de la niebla (“y un latido de niebla en su hermosura/ sigue las pulsacioens de tu herida”) que surge en toda su consistencia. Pero es el ángel de la brisa quien lo conduce hacia el mar, una configuración alegórica en la que la amplificatio adquiere todo su sentido también vital: un caracol marino suena, canta la espuma, te atreves, entras, te sumerges. El motivo de la inmersión en el agua es una forma de plenitud, de amor conseguido en el que de nuevo la aliteración de la vibrante corrobora la dicha cuando el vuelo se alcanza: “Riza el ala en su roce raudas olas;/ las transporta a rubores, a caracolas”.  El poeta en las últimas estrofas se despide de ese descubrimiento de la naturaleza y regresa a la ciudad pero en su memoria queda esa ambientación natural de la alegría resucitada: “Sonoro pie, sonora voz, sonoro/ el corazón y, en las pupilas, oro”.

        Si en el segundo apartado Carvajal es más garcilasiano en las resonancias del paisaje y la naturaleza, en la tercera,  Scherzo, se produce un acercamiento hacia la poesía mística en ese ansia de elevación (“...Todos vuelan/ y es cantar y volar el bien que anhelan”) pero también en expresiones de tan evidente tradición mística como “temblor remoto”, “tormento sin delicia”, “siempre asciendes, siempre aspiras/ a la luz, a los labios, a las piras/ del árbol del amor”, etc.  Así el amor adquiere una fuerza capaz de ennoblecer la esfera terrenal y unirla a la celeste.
           Un Scherzo con movimiento ágil y estimulante en el que Carvajal ofrece el concierto alegórico de la subida, de un éxtasis que siempre es amoroso (“Un caballero de oro me desea”) en el que los instrumentos retóricos del amor como en la literatura mística son los mismos que los del amor carnal y la elevación de los sentidos es una forma de éxtasis espiritual: “....quiero/ subir hasta los altos corredores”. Desde el siempre presente recurso a la apóstrofe, con el que pretende un desdoblamiento, se van encabalgando las cinco primeras estrofas de este Scherzo, un subapartado de la subida, en los que se impone una orientación del camino a seguir (“orientar tu desvío”), a través de un discurso alegórico-simbólico en el que la desviación inicial o iniciático-simbólica se construye a través de la imagen de las aguas que orillan el césped o se consiente en un mundo alusivo al deseo “obscenamente enturbia, obsceno abreva” y la inmersión del corazón.
        El lenguaje se van conformando con un alusivo cripticismo misterioso en el que surge el diálogo en la estrofa séptima y la visión de “un caballero, oro en la frente/ con los labios de oro y las mejillas”, del que después en la estrofa duodécima dirá: “Un caballero de oro me desea”. Visión subliminal en la que tanto podemos observar ese amor real cuanto la conformación de una perífrasis, caballero de oro, que despide ese ansia de amor. Pero existe una confusión inicial porque se anuncia que es un “afilador de las cuchillas”, un ave de mal agüero a la que rechaza el poeta porque, como dirá en la estrofa undécima, éste quiere “subir hasta los altos corredores” y no morir joven, porque esa muerte anunciada no podrá contra la juventud de un pecho recio con “un furor y una sangre y una boca”, polisíndeton con el que intensifica esa necesidad de asentamiento personal en el desarrollo de la vida, fiel a su camino, ajeno al “afilador de las cuchillas”.

La creación literaria y el escritor

La creación literaria y el escritor
El creador de libros, pintura de José Boyano