ESTA RESEÑA HA SIDO PUBLICADA EN LA REVISTA ALHUCEMA, NÚMERO 32, ENERO-JUNIO DE 2015, PP. 197-199
Como
crítico, poeta, presidente de la Asociación de Críticos de Andalucía, novelista
y muchas cosas más, Francisco Morales Lomas es un excelente escritor que conoce
la belleza del lenguaje, su poder que imanta la imaginación, las sombras que la
palabra, en su sendero de iluminación, va dejando en el lector.
Envuelve su obra un largo proceso de
encuentro con la palabra, como un tesoro de riquezas inigualables, como muestra
su libro de poemas Puerta del mundo,
editado por Ediciones En Huida, en el
año 2012. Se trata de un poemario donde los versos galopan por el lenguaje,
buscan la luz que va dejando la ventana, esa luz cenital que adviene sombras,
las de la vida y las del paso del tiempo, porque el libro es una reflexión
sobre nuestra caducidad, en la línea manriqueña o machadiana, un encuentro con
la palabra para saber que somos solo eso, humo en volandas, palabras que se
cruzan y se van, dejando las sombras chinescas de su vuelo sobre las cosas.
La muerte es un tema esencial en el libro,
como muestra en el poema que comienza: “¿Mi muerte a quien importa o mi vida? /
Alegre me iré, sé que nadie me apremia, / que nadie fuerce este silencio, / que
no tiene alcance ni audencia”
El poeta navega en ese anonimato, el del
hombre que es invisible y va cubierto de sombras, porque la vida es un tapiz,
un lienzo que se va deshilvanando, caminamos al borde del silencio, para ir
borrándonos lentamente.
También la escritura es un tema del libro,
la palabra hecha verso, que no escucha nadie, un lenguaje que se borra, porque
solo se oye en sueños:
“Hay muchas
palabras por explicar hoy. / Un lenguaje ajado que no admite sílabas / para un
mundo oscuro que guarda sus secretos”.
Palabra ajada, lenguaje que se quiebra, en
un mundo interior que es impenetrable, el poema busca traspasar la frontera del
silencio, lo no dicho, verbalizar lo que se intuye, hacerlo eco. Para el poeta,
las palabras solo sirven cuando se desean, en la seducción que el lenguaje nos
produce, por ello, dice:
“Y aunque
las palabras dejen su retama / en los agrios labios, solo el deseo / de
conquista me hace fuerte y duradero. / Nadie apresará mi canto que vibra / en
limpios reclamos de la noche y el sueño. / Las palabras son como niebla que
habla”.
El lenguaje está teñido de la niebla del
tiempo, de esas sombras que se ven lejanas, pero que vuelven, nos acunan en la
soledad de la noche.
Para el poeta andaluz, la madre es evocada,
no en vano, el poemario está dedicado al padre, porque Morales Lomas sabe del
influjo de los seres queridos, los progenitores que han dejado su huella en la
piel y en la mirada.
En el poema a su madre, la describe
hundiendo el pan con “el cuchillo rojo del sueño”, clara metáfora del paso del
tiempo, donde vemos y sentimos a quien no está, sus presencias viven, calan en
nosotros, nos tocan y van puliendo nuestra piel, dorando nuestro besos idos:
“Mi anciana
madre hendía el pan / con el cuchillo rojo del sueño. / En la alacena azul sus
nostalgias / se acunaban con mimos de años / y la casa se hacía infinita / con
sus manos de hierba recién / cortada, fresca hierba que crece”.
Hubo ternura en las manos, la que caló en
él, porque la madre era el paño donde sentir la caricia del tiempo, el velo
donde ocultar la tristeza de la niñez, pero también el arco iris de la alegría
al ver a la madre, cercana, próxima, en la cadencia de unos besos que llenaron
su vida.
Y queda la naturaleza en este bello
poemario, el paisaje que inunda al poeta, más allá de las palabras, de la infancia,
de cualquier atisbo del ayer, la Naturaleza permanece, es el tiempo detenido,
donde iremos muriendo unos y otros, pero las estaciones seguirán, testigos de
nuestra caducidad, de nuestra temporalidad.
Lo dice Morales Lomas y cumple ese
compromiso con el ser que lleva dentro y que conforma este bello libro, de un
poeta de exquisita elegancia ante el lenguaje, donde el verso lleva música:
“Ya amanece
el día: ya la noche / pierde su batallar de oscuridades / y la aurora despliega
el temblor / del cielo. Se abre el mundo, y los pájaros / sostienen con su
canto fervorosas claridades.”
Poeta que sabe que debe seguir, que el
mundo lo reclama, que morir es un destino, pero que la vida es hermosa, vale la
pena y debemos ahondar en la claridad del día, tocar el mundo, amarlo, para que
nuestra huella quede cuando ya no estemos, bello libro de un poeta andaluz que
nos ilumina con sus versos transparentes.
DATOS SOBRE PEDRO GARCÍA CUETO
Ensayista español (Madrid, 1968). Doctor en filología y licenciado en antropología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned). Docente en educación secundaria en la Comunidad de Madrid. Crítico literario y de cine, colaborador en varias revistas literarias y de cine, autor de dos libros sobre la obra y la vida de Juan Gil-Albert y un libro, La mirada del Mediterráneo, sobre doce poetas valencianos contemporáneos.
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