domingo, 27 de marzo de 2011

ROSA ROMOJARO Y JOSÉ ANTONIO RAMÍREZ LOZANO GANAN EL XVII PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA

Manuel Gahete (Secretario de la AAEC), Manuel García (Delegado de Cultura de Málaga, Junta de Andalucía), Morales Lomas (presidente AAEC), Francisco Cañadas (Fundación Unicaja)


Siendo 12:00 h. del 26 de marzo de 2011, en Málaga (España), se anuncia el fallo del XVII PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA 2011.


El Jurado, constituido por Francisco Morales Lomas, Manuel Gahete, Antonio Hernández, Antonio Garrido Moraga, Ricardo Bellveser, Antonio Enrique, José María Barrera, José Sarria, Rosa Díaz, Manuel Urbano, José García Pérez, Paloma Fernández Gomá, Miguel Chaparro, Miguel Ángel Fernández, Pilar Quirosa-Cheyrouze y José Antonio Santano concede

el Premio Andalucía de la Crítica de narrativa a la obra Las manzanas de Erasmo de José Antonio Ramírez Lozano por entender que es una alegorización en torno a la creación del principio del mal y las falsas reliquias con una prosa preciosista de gran nivel literario que nos introduce con habilidad en el espíritu erasmista y crea un mundo original y propio.

José Antonio Ramírez Lozano es un poeta y narrador extremeño afincado en Sevilla donde es profesor de instituto en el área de Lengua y Literatura Española. Su obra en prosa se inicia con Don Illán (Orihuela, 1978), una narración corta con algunas de las claves de su mundo narrativo, a la que han seguido otros muchos títulos, aparecidos en un corto espacio de tiempo: Flos Sanctorum (Valencia, 1982), Titirimundi (Madrid, 1986), La gran oca (Valencia, 1990), La historia armilar (Alicante, 1992), La derrota de los fabulistas (Alicante, 1994), Gárgola (Madrid, 1995), Animañas (Badajoz, 1995), Bata de cola (Sevilla, 1995) El birrete de papel (Badajoz, 1996) y Las argucias de Frestón (Sevilla, 1997), entre otros.


Igualmente, el Jurado ha decidido conceder el XVII PREMIO DE POESÍA a la obra Cuando los pájaros de la que es autora Rosa Romojaro porque posee una poesía interiorizada pero fluida. Juan Ramón asoma su violín. No es por el símbolo de los pájaros sino por cierta capacidad para convocar lo ausente que cobra vida en el nombre exacto de las cosas. La contención que, en otros casos, aboca al freno de marcha, no le quita ritmo ni cadencia. La serenidad machadiana apaga la desolación de fondo. La falta de entusiasmo subraya el escepticismo. Y, de cuando en cuando, el amor como bálsamo. Pájaros dibujando una tilde circunfleja en el aire. Pájaro de la música, no de algarabía.

La poesía de Rosa Romojaro es de una dicción muy depurada, se caracteriza por su carácter emblemático, en cuanto que el poema aparece como un artefacto cuya organización intelectual debe ser descodificada para que rinda la emoción y belleza que habitan ese jardín "cerrado para muchos". En poesía ha publicado Secreta escala (1983), Funambulares mar, (1985), Agua de luna, (1986), La ciudad fronteriza, (1987), La ciudad fronteriza, (1988), Poemas sobre escribir un poema y otro poema, (1999), Zona de varada, (2001) y Poemas de Teresa Hassler (Fragmentos y ceniza) (2006).

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