PROFESORES
Y POETAS (IV): EL HUMANISMO SOLIDARIO
(Puerta del mundo, de Francisco Morales
Lomas)
ANTONIO AGUILAR
En el año 2013, Francisco Morales Lomas, profesor de la Facultad
de Ciencias de la Educación de la UMA y escritor total (cultiva la poesía, la narrativa,
el teatro y el ensayo), fundaba junto a un grupo de intelectuales la “Asociación
Humanismo Solidario”, con la finalidad de hacer una llamada de reflexión sobre
el papel que debe jugar el creador en la sociedad actual. Tras un primer
manifiesto en defensa del compromiso personal y literario de los artistas, el
trabajo de esta Asociación comenzó a dar sus primeros frutos con el apoyo a la
edición de Humanismo solidario. Poesía y
compromiso en la sociedad contemporánea (Visor, 2014), una antología que
recogía la obra de 59 poetas de 12 países distintos (España, pero también otras
naciones de Latinoamérica, Magreb y Oriente Próximo) con un denominador común:
la defensa de la ética personal y literaria como manera de hacer frente a la
pérdida de valores que caracteriza a la sociedad de este siglo XXI. Entre los
poetas españoles que participaron en este proyecto hay nombres tan conocidos
como los de Luis García Montero, Javier Salvago o el propio Francisco Morales
Lomas.
Aunque no puede obviarse que la poética defendida por el
manifiesto humanista tiene su punto de partida en el conocido principio “La poesía es un arma cargada de futuro” y
que, por tanto, resulta deudora de la poesía social que imperó en la España de los
años 50 y 60; existe, sin embargo, una diferencia fundamental entre ambas:
frente al compromiso “social” del pasado siglo, el humanismo solidario se
inclina por el compromiso ético y personal (sin olvidar el literario) de cada
uno de sus integrantes.
A esta corriente reivindicativa pertenece Puerta del mundo (2012), último poemario publicado por Morales
Lomas. Sendas citas de los poetas Ángel González, Octavio Paz y W. H. Auden,
sirven de puerta de entrada al texto,
así como de declaración de principios y afinidades.
Aunque el tono general de los 33 poemas que lo componen (donde
predominan los versos alejandrinos y endecasílabos, a veces en asonancia) es apesadumbrado,
gris o incluso melancólico, la palabra que abre el libro (tomada de la cita de
Ángel González) es expresivamente luminosa: “esperanza”. Una oportuna manera de señalar a los lectores el camino
a seguir. Además, muchos de los poemas finalizan con uno o dos versos que, como
faros en una densa niebla, iluminan fugazmente el texto gracias a una imagen
brillante: “Desnudo y libre en el zumbido
/ que despide la alondra de la lluvia”.
Puerta del mundo es también un homenaje (implícito o explícito) a parte de la gran
poesía en español (especialmente la de voces comprometidas) de la primera mitad
del siglo XX gracias a las emotivas citas intertextuales: Antonio Machado
sobrevuela en el poema que comienza “cielo
azul de mi infancia”, y el eco del mejor Juan Ramón Jiménez (aunque también
el de César Vallejo) resuena en versos como “me iré una mañana de sol y candelas”.
Pero quizás los dos poemas que mejor pueden servirnos como ejemplo
del tono del libro y de su finalidad ética sean “Paraíso cerrado para muchos” (otro homenaje intertextual) y “Los hombres duros se alimentan del rescoldo…”,
ambos con espléndidos finales.
En el primero, el “yo poético”, después del viaje realizado a
través de una vida siempre incierta, aguarda a las puertas del mundo con la
esperanza de que esté al llegar la regeneración buscada: “Tan grande es / mi hambre y tan frágil mi tristeza”.
El segundo poema abunda en el tópico de los “hombres duros”,
todavía presente en muchos sectores de la sociedad, “Sufren el embate de las olas pero se dejan / querer, porque son duros
(…) Son hombres duros que no se agotan en el caos / y sobre su historia siempre
hay algún monólogo, / algún acto heroico con estatua”, para llegar finalmente
a un espléndido último verso (casi un epifonema) que, con un sesgo irónico, da su
verdadero sentido al texto: “Protégeme,
maestro, de tanta fortaleza”.
Un poemario, en definitiva, que, muy lejos del panfleto y la
soflama, pone en cuestión muchas de las “verdades” que han ido instaurándose
(casi sin darnos cuenta) en el conjunto de nuestra sociedad: la importancia del
éxito, la obligación de ser feliz, el alejamiento de los ciclos naturales…, todo
aquello contra lo que el Humanismo Solidario ha levantado su voz crítica.
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