PROFESOR DE POESÍA DE ANTONIO GARCÍA VELASCO
F.
MORALES LOMAS
A lo largo de la historia de la literatura se ha
dicho siempre que una novela es un cajón de sastre donde cabe todo. Cela la
definía como aquel escrito bajo cuyo título figura la palabra novela.
Uno de los casos curiosos donde se interfieren,
coordinan y amalgaman todos los géneros a una fue la maravillosa Saga/Fuga
de J.B. del también profesor y escritor gallego Gonzalo Torrente Ballester,
uno de nuestros escritores olvidados.
Profesor de poesía es una curiosa síntesis
inter géneros. Por una parte el ensayo literario sobre poesía y crítica
literaria y por otra la creación novelesca.
Una novela, como decían nuestros escritores del XVIII, altamente
instructiva. También lo dice el propio autor, que se ha caracterizado siempre
por hacer un tipo de literatura que aúne diversos “constructos”.
Como docente en la universidad de Málaga sabe perfectamente de las
dificultades en muchas ocasiones de llevarle la poesía a nuestro alumnado. La
poesía sigue siendo en este sentido un género maldito para determinadas edades.
Son muchos los alumnos que dicen que no leen poesía porque no la entienden. Es
lo que ha llevado hace unos años a los Poetas ante la incertidumbre a recrear
el concepto de poesía que se entienda. De hecho en la novela, el hijo de Jorge
Soler, no ya tiene problemas con la poesía sino directamente con la Lengua.
Esta razón didáctica y pedagógica también está en el origen de la obra.
Pero sobre todo el amor a la poesía y la enseñanza, a la docencia como arte.
Este es un libro de un docente y, en muchos casos, puede ser visto para
docentes y para personas que aman la poesía y la literatura porque su
perspectiva inicial aúna ambas.
Pero es la poesía en última instancia la que sirve de instrumento o
pegamento narrativo, porque está claro que la dispersión en este tipo de
configuraciones narrativas puede ser el objeto a batir.
Sí me gustaría destacar sucintamente que el lector se encontrará con ese
Jorge Soler Gallardo (el alter ego de
García Velasco) que lo va a conducir por la ensenada de poetas españoles
contemporáneos sobre los que degusta textos y los lleva al público incluso
desde un cierto anonimato porque está claro que conviven algunos muy conocidos,
caso del penúltimo premio nacional Antonio Hernández, con otros menos éditos
como Alicia Aza, de la que habla en las páginas 125 y ss.
Desde aquí desde luego quiero agradecerle el que me haya incluido y analizado
en las páginas 236 y ss. y, por supuesto, también agradecerle en nombre de los
demás su existencia en el libro.
Es un acto que habría que calificar de enorme generosidad por su parte.
Algo que nadie discute a estas alturas de Antonio García Velasco, persona
generosa donde las haya, que ha dedicado muchas horas de su vida a desvelar y
comunicar la poesía de los demás. Como sucede en este libro.
El diálogo entre los alumnos es un instrumento de esa retórica didáctica
que tan bien conduce, a la que se debe incluir una rabiosa actualidad y la
relación con diversos tipos de discursos como puede ser el periodístico, las
cartas… o el estudio propiamente literario, así como cierto misterio entre el
profesor y la alumna. A lo largo de la lectura y crítica de los poemas, los
alumnos plantean preguntas sobre los textos, resuelven dudas, sienten las obras
de cerca. El día a día del profesorado y el alumnado es visto con naturalidad y
espontaneidad no olvidando el efecto literario y el ámbito para la
verosimilitud. También habrá un espacio
a partir de la página 205 a los haikus… Y en medio ese misterio que configuran
las relaciones entre Jorge y Tamara con el accidente final.
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