Presentación del libro de Alfonso Vázquez (Ateneo de Málaga, 14 de marzo)
El periodista Alfonso Vázquez y el fotógrafo Francis Silva han realizado un profundo y paciente trabajo de recopilación de información biográfica y fotográfica de las veinte familias burguesas por antonomasia de Málaga.
Génesis, desarrollo y consolidación de sus miembros más ilustres y emprendedores. Un colectivo (en muchos casos allende nuestras fronteras) que, con sus luces y sus sombras, como dice Juan de Dios Mellado en la introducción, crearon riqueza y puestos de trabajo, sintiéndose cercanos al pueblo, y organizaron la vida de la ciudad durante dos siglos. Gran parte de las construcciones de Málaga de entonces, con sus palacetes y sus grandes casas señoriales, son debidos a ellos y, a caso, diríamos gran parte de la prosperidad o miseria de la ciudad durante muchos años. Porque es evidente que Alfonso Vázquez ha querido escribir un libro diferente y, desde mi punto de vista, benévolo con esas sombras a las que aludía Mellado al principio.
En doce o trece páginas por familia logra una acertada síntesis, una instantánea, una imagen de época que les permite a los lectores adentrarse raudamente en la memoria histórica de un colectivo hacendoso y solvente. Su estilo es ágil, preciso, centrándose en aspectos claves de las vidas de estos malagueños ilustres pero también fiel a la anécdota, a las historias familiares tumultuosas o las desgracias que infelizmente acompañan a todo el mundo, sea rico o pobre.
La Málaga del siglo XIX se despierta en realidad en 1831 cuando asesinan a un grupo de liberales con Torrijos a la cabeza en las playas del Bulto. Los intentos revolucionarios se suceden en los cuarenta, alcanzando Málaga el título de “la primera en el peligro de la libertad”. En los 70 de ese siglo se declara el cantonalismo y se suceden los asaltos revolucionarios. En ese magma, gracias a muchas de estas familias, fundamentalmente la familia Heredia y los Larios, Málaga llega a convertirse en pionera en la revolución industrial y primera ciudad industrial de España, cediendo el puesto más tarde a Barcelona, pero no dejando el segundo durante tiempo.
La génesis de esta industrialización se debe en gran parte a estas familias (y por supuesto a los malagueños de a pie, no nos olvidemos de ellos) que en una época tan temprana emprendieron un camino de progreso económico. Será hacia finales del siglo XIX y principios del XX cuando esta situación sea más sugestiva, con la familia Cánovas del Castillo y los citados Larios y Heredia, los Loring, los Krauel, los Huelin, los Gross… y después los Souvirón, los Bolín… cuando se consolida esta frenética actividad comercial, textil, vitivinícola… que situará a Málaga a la cabeza de la producción de hierro y en determinados momentos en los primeros puestos del textil. Se crea el Banco de Málaga, la Cámara de Comercio, se comienzan a construir vías férreas…
Uno de los burgueses más hacendosos, sin duda, fue Manuel Agustín Heredia, que llegó a convertirse en el hombre más rico de España desde un origen humilde. Siendo dependiente de una de casa de comercio, la Guerra de la Independencia le permitió hacer negocios extrayendo y exportando grafito de Marbella. Después vendrían múltiples actividades como el abastecimiento de presidios, la fabricación de azúcar, la ferrería La Constancia en las playas de Huelín…
No anda muy lejos la familia Larios, una familia modesta de un pueblo de Soria a unos cuarenta kilómetros de Logroño, cuya génesis en Málaga es de principios del XIX cuando Pablo Larios de las Heras se establece con sus cinco hijos para hacer fortuna. El textil, con la Industria Malagueña, sería el gran instrumento de enriquecimiento de esta familia, pero también los seguros marítimos y terrestres, la fabricación de sal, el negocio de las bodegas, una sociedad de vapores… que llevaron a Martín de Larios y Herreros a convertirse en el marqués de Larios en 1865, título concedido por Isabel II.
Desde Boston llegaron los Loring, y entre ellos el más destacado Jorge Loring Oyarzábal que nació ya en Málaga y estudiaría ingeniería. Participa en la creación del Banco de Málaga, en la construcción del Hospital Civil, responsable de la recuperación del patrimonio arqueológico… En esta saga llama la atención Amalia Loring Heredia que contrajo matrimonio con el líder de los conservadores españoles tras el asesinato de Cánovas, Francisco Silvela.
Por supuesto que entre todas estas familias, a lo largo del siglo XIX y más tarde durante el siglo XX, se produjeron todo tipo de alianzas matrimoniales con objeto de aunar las respectivas herencias en pos del mantenimiento de un estatus social y unos privilegios que estaban en el signo de los tiempos y mantendrían su poder político y económico durante más de un siglo. Así, por ejemplo, Jorge Loring Oyarzábal se casará con Amalia Heredia Livermore, hija del empresario Manuel Agustín Heredia e Isabel Livermore. Y dos hijas de Federico Grund, Trinidad y Julia Grund Cerero de Campos, se casarán con dos hijos de Manuel Agustín Heredia: Manuel y Tomás.
La necesidad de construir zonas populares, le llevó a Eduardo Hueling Reissig (de la nobleza hugonote normanda y conocido como El Brillante) a edificar el barrio que lleva su nombre, aplicando alquileres bajos. El más famoso de toda la saga fue el citado Eduardo, que construyó una fábrica de azúcar y un negocio de gorras y sombreros.
Pero es sin duda Antonio Cánovas del Castillo el referente político máximo de todas estas familias al alcanzar la jefatura del gobierno de la nación. Nacido en Málaga en 1828, pronto alcanzó buena génesis por su matrimonio con Matilde, una hija de Manuel Agustín Heredia, y la apertura del escritor y primo Estébanez Calderón.
La medicina siempre estuvo asociada a los Gálvez en Málaga, sobre todo el famoso José Gálvez Ginachero, del mismo pueblo de la familia Larios. Inicialmente le abriría las puertas de la ciudad Manuel Agustín Heredia. Su nombramiento de alcalde en los años veinte le permitió redactar el Plan General de Grandes Reformas de Málaga que comprendía reformas bienhechoras para los ciudadanos como la traída de aguas o el alcantarillado, pero también fundó las escuelas del Ave María… A los cincuenta años de su muerte, en 2002, la diócesis de Málaga volvió a dar vida al proceso de beatificación de este ilustre malagueño.
Los alemanes tienen su lugar en Málaga con el apellido Gross, que pronto se convierte en sinónimo de bodegas, inversiones en bolsa y negocios de aceites… gracias a la empresa Federico Gross y Cía. Su alianza más importante se produce con el banquero Adolfo Pries Sanites con cuya hija se casa Teodoro. Los negocios de grandes almacenes como el del Bulto y su visión moderna del comercio les abrirían caminos productivos, convirtiéndose en proveedores del presidente de los Estados Unidos de México. Uno de sus últimos vástagos en tener una trascendencia política es Bernardino León Gross, secretario de Estado de Asuntos Exteriores y Secretario General de la Presidencia del Gobierno con el PSOE.
Pero son muchas más las familias de las que escribe Alfonso Vázquez: los Bolín, navegantes, joyeros, aventureros y políticos; los Caffarena, de vinateros a expertos en la edición o la farmacopea; los Creixell, unidos a la información y la edición, con la creación en 1886 de la Unión Mercantil; los Crooke, con el negocio de los vinos y los licores; los Grund con su labor metalúrgica y asistencial; los Krauel, y su tradición vinatera continuada en Málaga en 1875; los Muñoz Rojas, que descienden de los Rojas que tomaron con los Reyes Católicos la ciudad de Antequera: destaca el poeta y narrador José Antonio Muñoz Rojas, fallecido hace poco; la familia Oliva, médicos, abogados y personajes de las cultura; los Pérez Estrada, abogados, pintores y poetas desde que llegaron a Málaga a finales del XVIII y relacionados familiarmente con los Souvirón, los Bryan y los Livermore; la familia Scholtz que abrieron unas bodegas en Málaga en 1807 y se convirtieron en las más importantes; la familia Souvirón con el comercio de tejidos y sus actividades como abogados, llegaron a ser apoderados de los marqueses de Larios; los Taillefer, con los que surgieron centrales eléctricas, madereras y cadenas de montaje de automóviles y coches; y, finalmente, los Temboury, que desde Francia llegaron para albergar riqueza gracias a las ferreterías, los negocios textiles y la recuperación arquitectónica.
Historias truculentas como las desgracias de la familia de Trinidad Grund, historias tiernas, significativas y apasionantes, anécdotas jugosas, datos históricos y comportamientos familiares, alianzas y filias y fobias se unen en este compendio ilustrativo de una sociedad poderosa que llevó los destinos de Málaga durante generaciones. En unos casos liberales, en otros conservadores y en otros progresistas, muchos se adaptaron al signo de los tiempos y jugaron las cartas que creyeron conveniente en cada situación. Pero lo cierto es que al día de la fecha todavía muchos de ellos mantienen un estatus económico y político aunque sin llegar a la preponderancia de finales del XIX y principios del XX.
Un obra importante para la ciudad y atractiva por su valor de cuadro de época y de compendio brillante de un periodo de la historia malagueña.
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