jueves, 3 de junio de 2010

LA ESTRATEGIA DEL AGUA DE LORENZO SILVA POR MORALES LOMAS


En El simple arte de matar, Raimond Chandler definió la novela negra como la novela del mundo profesional del crimen. Desde que a comienzos de la década de los 80 se pusiera de moda en España la novela policíaca, negra y de intriga ha tenido importantes cultivadores: Vázquez Montalbán, Juan Madrid, Andreu Martín, Jorge Martínez Reverte, Eduardo Mendoza, Carlos P. Merino, Pedro Casals, Muñoz Molina, Juan José Millás, Soledad Puértolas… Lorenzo Silva se une a esta larga lista de cultivadores y, además, con gran éxito.

La pareja de la Guardia Civil -el brigada e inmigrante uruguayo licenciado en psicología, Rubén Bevilacqua (Vila) y la sargento Virginia Chamorro- recuperados para la normalidad democrática por Lorenzo Silva inician una nueva andadura en La estrategia del agua (Ed. Destino, 2010). Esta pareja comenzó su serie en 1998 con El lejano país de los estanques (Premio El Ojo Crítico), siguió con El alquimista impaciente (2000) (Premio Nada), La niebla y la doncella (2002), Nadie vale más que otro, cuatro asuntos de Bevilacqua (2004) y La reina sin espejo (2005).
La novela policíaca en manos de Silva no sólo es una novela de intriga que permite al lector pasar un buen rato de lectura sino, como en Hammett o Chandler, adentrarse en la sociedad contemporánea, analizarla y ofrecer una opinión al respecto, así como penetrar en los entresijos del alma humana y sus comportamientos.
Desde la focalización interna y el punto de vista del protagonista Bevilacqua nos llega la historia de La estrategia del agua que pretende descubrir a los asesinos de Óscar Santacruz, de treinta y nueve años, muerto a consecuencia de dos impactos de bala en un ascensor.
Vila recibe el encargo de la investigación de este caso del teniente coronel Pereira, a pesar de que su situación anímica no es la mejor, pues viene resabiado de un caso anterior. Intervienen su compañera durante diez años, Virginia Chamorro y el recién incorporado, el joven Arnau; y más adelante la cabo Delgado que se encargará de las escuchas telefónicas.
Las primeras pesquisas se centran en torno al espacio o hábitat del fallecido, el levantamiento del cadáver… El lector comienza a descubrir la fábula linealmente y existe una primera sorpresa en sus lecturas y sus devaneos líricos con la historia de las Waffen SS, sobre los que Óscar Santacruz era gran conocedor: “Las tropas de las Waffen SS nunca se rendían. Combatieron hasta el fina…” Las SS son tomadas como símbolo, no porque se sintiera nazi, sino por ser personas que combatían hasta el final cuando ya lo habían perdido todo y no tenían ninguna esperanza. Es un ejemplo que puede malintepretarse, no obstante.
Progresivamente nos va adentrando en la filosofía y la psicología del muerto (su lecturas) y el pensamiento de El arte de la guerra de Sunzi (Sun-Tzu), los escritos del estoico griego Epicteto…
La entrada en escena de Magdalena Santacruz, la hermana del muerto, nos pondrá al tanto de su ex cuñada, Montserrat Castellanos García, procuradora de los tribunales, a la que considera responsable de su muerte (y las personas con las que se relaciona), al pensar que podía perder la custodia del hijo de ambos. Ella había logrado al final la custodia del hijo y una buena pensión, con lo que se consideraba ganadora de la batalla del divorcio.
El encuentro de Óscar y los estupefacientes desvían esa hipótesis inicial y anuncian uno de los procesos habituales en el género: la entrada en laberintos diversos y caminos con final truncado, en este caso en su relación con la droga, pero esto sólo lo iremos averiguando poco a poco.




Morales Lomas y Lorenzo Silva en 2000



Las entrevistas a los personajes que tuvieron algo que ver con la vida de Óscar Santacruz se suceden de modo que el lector se pueda crear una composición de lugar: su novia Ainara (que acusa también a la ex mujer de Óscar)… En algunos momentos se producen metalepsis (la cena de Chamorro con Vila o los comentarios sobre la situación del país, el encuentro de Vila y su hijo) que desvían la atención del caso, amenizadas por las lecturas que Vila hace de los libros que amaba el fallecido, que nos advertirán de la profunda filosofía del mismo y del valor simbólico del agua, su naturaleza y sentido: “El flujo del agua está determinado por la tierra (…) El agua no tiene forma constante: se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose al enemigo”. La estrategia de Óscar para vencer a su ex mujer y obtener la custodia del hijo está implícita en la estrategia del agua.
A partir de los pinchazos telefónicos a Montserrat y las personas que con ellas se relacionan, Juan Alberto Monroy Menchaca…, también la trascendencia de los serbios… se irán averiguando detalles relevantes del caso, pero no será hasta las últimas páginas cuando se resuelva realmente y se solucione el valor simbólico de la estrategia del agua en el libro. Cosa que no vamos a revelar.
A medida que la obra se va acercando hacia el último tercio aparecen con más frecuencia las reflexiones sobre Epicteto, el filósofo griego de la escuela estoica que predicaba la vida contemplativa centrada en la eudaimonía (la felicidad), producto de la virtud como aplicación de la razón a la vida. Predicaba el autoconocimiento, la ataraxia (la imperturbabilidad) y la apatía (el desapasionamiento) y las eupatías (los buenos sentimientos). Algunas de sus ideas:
"El hombre sabio no debe abstenerse de participar en el gobierno del Estado, pues es un delito renunciar a ser útil a los necesitados y una cobardía ceder el paso a los indignos." –
- “Ninguna persona es libre si no es su propio amo."
- "Lo que tú evitas sufrir no lo hagas sufrir a otros."
En la obra se suceden esas reflexiones filosóficas a partir de la página 263 en torno al sentido del alma, al papel del ser humano como actor de un drama, a la muerte y el perjuicio, las circunstancias difíciles en la vida de una persona… y su relación con el personaje: “Deduzco que Óscar no ignoraba el riesgo que estaba corriendo. Y que lo había asumido” (p. 267). Siguiendo las enseñanzas de Epicteto y Sunzi. Lo importante no era morir o vivir sino vencer finalmente.
El atractivo de esta obra radica en su normalidad. Los personajes, muy bien caracterizados, son personas cotidianas, muy cercanas al lector que podrá ver en ellos a cualquier individuo con el que se relaciona habitualmente. Esta normalización de héroes cotidianos produce un especial atractivo, así como la trascendencia del diálogo que está llevado de un modo ágil, acercando en determinados momentos el habla jergal, sobre todo en algunos exabruptos de Vila, pero siempre de un modo comedido. En todo el proceso existe gran comedimiento y una organización sistemática en veinte capítulos y un epílogo que circulan raudos.

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