lunes, 13 de octubre de 2008

EL CRACK DE 1929 Y LA CRISIS ECONÓMICA: STEINBECK POR MORALES LOMAS


(Publicado en el Suplemento de Libros de La Opinión de Málaga el día 25 de octubre de 2008, p. 45 http://media.epi.es/www.laopiniondemalaga.es/media/suplementos/2008-11-15_SUP_2008-10-25_00_41_23_libros.pdf)
Son muchos los que estos días, cuando el mundo se tambalea ante la mayor crisis económica desde 1929, han recordado aquel fatídico año, que fue el inicio de consecuencias funestas: generó el ascenso del nazismo y el fascismo en el mundo, paro, incertidumbre y miseria en todas partes. Al hilo de aquellos acontecimientos la publicación de Las uvas la ira (Premio Pulitzer) (1939) del premio Nobel (en 1962) John Steinbeck adquiere hoy día una total relevancia.
Steinbeck, que escribió la obra frenéticamente en cinco meses (y también de corrido se lee por su interés y excepcionalidad como documento histórico-literario), quiso simbolizar en ella las consecuencias de la terrible crisis. Una familia de agricultores de Oklahoma, los Joad, debe abandonar su tierra, pasto de la sequía, y emigrar más de mil quinientas millas hacia el oeste (California) donde, en teoría, se necesita mano de obra abundante. Luego nos daremos cuenta de que la miseria se ha apoderado de toda la geografía americana. Este bíblico recorrido que comienza con una sequía (“La tierra se deshizo en secos riachuelos de polvo”) y acaba en una inundación es contado pormenorizadamente por Steinbeck en una intensa y extensa novela que recoge la mejor literatura de todos los tiempos. La componen treinta capítulos y más de seiscientas páginas organizados en tres partes: la llegada de Tom Joad desde la cárcel y el espectáculo que se le ofrece, sequía y hambre (en los capítulos 1-11). En el undécimo deja Steinbeck una épica y sentida descripción de la ruina en la que quedan las viviendas y los campos que los campesinos deben abandonar: “Y en las noches ventosas las puertas golpeaban contra los marcos y las cortinas en jirones aleteaban en las ventanas sin cristales”.
El terrible camino de ida en una camioneta desvencijada, las penurias, la miseria que van viendo por doquier será motivo de los capítulos 12 a 18: las necesidades perentorias: cómo conseguir agua, de qué alimentarse, cómo conseguir algo de dinero para esta larga travesía, cómo arreglar las averías de la camioneta, cómo impedir que la familia se vaya resquebrajando y disipando en la extensa geografía americana; y, por último, los capítulos 19 a 30 se desarrolla la terrible experiencia californiana, el fin de la ilusión y el acercamiento a la tragedia definitiva.
La novela tiene el rigor del análisis de personajes, la fortaleza de haber recogido de modo magistral sus vidas, de habernos hechos partícipes de sus sentimientos, de sus depresiones y su miseria, y de haber creado un mundo coherente. Steinbeck consigue crear el espíritu de la época: un mundo sin salida, un mundo sin solución... Y en esta debacle su creencia en las personas, en su dignidad, en su generosidad y en su solidaridad. En un momento de la novela le dice Tom a su madre: “Sé que un hombre no sirve para nada si está solo”. Y efectivamente, este concepto de solidaridad y unidad está tan presente en la obra, y quien lo institucionaliza es Madre (que aparece sin nombre) porque es un símbolo de fortaleza, claridad mental y seguridad. Cuando su mundo se tambalea es Madre quien toma las riendas y decide lo que hay que hacer, es la que mantiene esos valores últimos que le hacen aflorar al ser humano cuando la debilidad y la muerte asoma. Y así dirá Madre: “La mujer tiene la vida en los brazos. El hombre la tiene toda en la cabeza (...) La mujer fluye como un arroyo, con pequeños remolinos y pequeñas cascadas, pero el río sigue adelante”.

La desgracia se va apoderando de los personajes, de la familia Joad a la que acompaña el lector a través de su camino, y por momentos pensamos que todos van a perecer, que el hambre va a ser más fuerte, pero Steinbeck defiende que no puede ser así, que la fortaleza del ser humano es mayor que cualquiera de los males y esa fe en el ser humano lo hace crear una de las más bellas escenas de solidaridad que se han escrito en una novela. Hacia el final de la obra, la hija recién parida, al no poder darle de mamar a su hijo muerto, opta por amamantar a un hombre que está muriendo de inanición: “El espíritu de todo mi trabajo ha estado dirigido a hacer que las personas se entiendan las unas a las otras”, dijo Steinbeck.
También se muestra crítico y asume un papel casi revolucionario y comprometido con unas ideas de defensa del ser humano, de su dignidad, etc. frente a los propietarios de turno y los capitalistas sin escrúpulos a los que sólo les interesa acumular: “Las compañías poderosas no sabían que la línea entre el hambre y la ira es muy delgada”. Idea que le hace estallar a uno de los personajes: “Estoy aprendiendo una cosa nueva (...) Si tienes problemas o estás necesitado... acude a la gente pobre. Son los únicos que te van a ayudas... lo únicos”. Y más contundente las consecuencias de la miseria y el concepto de propiedad: “Cuando hay una mayoría de gente que tiene hambre y frío, tomará pro la fuerza lo que necesita”.
Novela para tiempos de crisis, novela actual en la que algunos se verán reflejados y que no ha dejado de vender millones de ejemplares en todo el mundo desde su creación, y llevada al cine en 1940 por John Ford con Henry Fonda y Jane Darwell de protagonistas. También Pink Floyd, Camel y Bruce Spingteen se han inspirado en ella para hacer algunas canciones como The Gost of Tom Joad, de este último.

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