RESEÑA PUBLICADA EN CUADERNOS DEL SUR DE DIARIO CÓRDOBA EL 3 DE MAYO DE 2025.
TEATRO: DEMOCRACIA VERSUS AUTORITARISMO
CAMPOS SUÁREZ publica Alea iacta est. Una comedia política
FRANCISCO MORALES LOMAS
Aunque su profesión es la medicina, Campos Suárez, hijo del añorado novelista Campos Reina, ha seguido su trayectoria, en el campo de la narrativa breve y sobre todo de la dramaturgia, donde ha obtenido algunos premios como el Ciudad de Málaga de Teatro por Ciudadana ejemplar, y Por las nubes el II Certamen Internacional de Textos Dramáticos en Atenas. A ellas se suman El baile de los incoherentes, Ninfolepsia, Del color de la sombra (catarsis de una mujer rural) y Aristócratas. También ha publicado cuentos en Karaoke y Mi bello Fauvel, finalistas en el Premio Andalucía de la Crítica. En su nueva obra, Alea iacta est. Una comedia política, le acompaña también como ilustrador el malagueño Ángel Idígoras con unas magníficas ilustraciones que son todo un lujo, y una aguda introducción de César López Llera, donde destaca su resonancia clásica y su intención didáctica al amparo de textos como Las ranas de Aristófanes y su proyección hacia la modernidad al abordar la realidad política y el peligroso momento de involución que vivimos, sin caer en el panfleto, y con un proceso constructivo a dos y un buen conocimiento del juego teatral.
Alea iacta est es una alegoría profunda sobre el sentido de la democracia, encarnada en la figura de la mujer, y su lucha contra el autoritarismo para renacer una y otra vez. Parte de la situación en la que en un país los comicios se repiten sin que se alcance acuerdo alguno entre los contendientes: “Llegados a este punto solo hay una solución: la que tomara Dionisio tiempo ha en su descenso al Hades: recurrir a los muertos”. Estos son Marco Tulio Cicerón y Cayo Julio César, a los que recurre la Mujer, que desde el principio se convierten en guías de esta obra al regresar a la vida desde el Hades, donde pasaban sus días. La historia nos habla de sus enfrentamientos y deja una duda razonable sobre la intervención de Cicerón para que finalmente Bruto asestara las puñaladas que acabaron con la dictadura de César.
Con estos mimbres que llegan desde el inframundo, Campos Suárez nos convoca en catorce cuadros a adentrarnos en esta alegoría que tanto nos recuerda a la actualidad española, de la mano también de la música de Satie. El anclaje en la historicidad de estas figuras y la recurrencia a lo clásico no nos pueden hacer olvidar que estamos ante una simbolización de un estado político, el actual, en el que el acuerdo no es posible, como no lo es entre Néstor y Cosmo, los políticos de turno sobre los que César y Cicerón ejercerán como consejeros y guías. A medida que avanza la obra, no solo vamos descubriendo las intrigas que llevaron a la muerte de César sino a constantes referencias al enfrentamiento entre la democracia y los valores que la engendran y la dictadura, así como a la necesidad de recuperar esos valores que la han hecho necesaria: la ética, el acuerdo, el respeto al contrincante, la profundización en lo que importa al ciudadano. La mujer (la democracia), tras referirse al nacionalsocialismo y el bolchevismo recientes, afirma que se ha instaurado “el infantilismo y la frivolidad y la incapacidad para vivir en sociedad respetando al de al lado, uf… Una involución”. Cosmo es el líder del Nuevo Partido Ordinario a quien aconseja Cicerón, y pretende conseguir gobernar, como Néstor, líder del Partido Primoroso Primaveral al que aconseja César y pretende hacer lo mismo.
La obra se estructura sobre binomios, no ya en el diálogo sino en las propias ideas que desarrolla, con el auge de los extremismos en su lucha contra la democracia. La temática del liderazgo y cómo debe ser ejercido, así como el sentido del pueblo fundamentan una reflexión en la que la simbología de ese enfrentamiento entre Néstor y Cosmo reproducen lo que socialmente acaece. Dirá César: “Un imperio no se forja con valores o escrúpulos, sino con inteligencia y ambición”. Y añade Cosmo: “Vivimos en una época en la que todo el mundo piensa en sí mimo”, y añade que él entró en política para cambiar las cosas. De otro lado, Néstor afirma que la política es diálogo, pero es evidente que son incapaces de ello. La Democracia habla de las cotas de desgobierno y la falta de acuerdo, frente a este discurso Néstor propone medidas absurdas. Campos Suárez abunda en esa dicotomía, en la incapacidad y en el absurdo, y se denuncia que Néstor haya cerrado el Congreso, la oposición esté presa y el pueblo sea masacrado en la calle. Lo que le hace estallar a Cicerón: “Qué vergüenza de políticos modernos”. En definitiva, una magnífica reflexión sobre el momento histórico que vivimos a través de personajes históricos que dan fortaleza a la puesta en escena.