jueves, 17 de marzo de 2016

REFLEXIONES CRÍTICAS SOBRE LAS NOVELAS FINALISTAS DEL XXII PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA 2016, POR F. MORALES LOMAS





  

Gran Granada de JUSTO NAVARRO, 

Ed. Anagrama (OBRA GANADORA)



Gran Granada pertenece al género de la novela policíaca aunque existe un trasfondo histórico y social que permite también adentrarse en un tipo de novela que revela claves sobre nuestro pasado, sobre todo ese modelo sociedad dictatorial que vivimos durante el franquismo y, también, sociológico, por cuanto todo el ámbito de esta novela no se centra en la gran ciudad, como es lo habitual sino en una ciudad de provincias como Granada (patria chica del autor), de la que nos revela componentes vivenciales de época con una ambientación social precisa  sustancial. De modo que se produce una alteración de ese concepto negro o policíaco en aras de llegar a una especie de síntesis heterodoxa y novedosa en este tipo de obras.
Se desarrolla durante el año 1963 cuando fueron conocidas las terribles inundaciones de la ciudad al tiempo que se anunciaba la llegada del dictador Franco, otra especie de “inundación” vivencial y social, de diferente calado, que mostrará a las claras una imagen de época en la defenestración de la máxima autoridad local, el gobernador civil, a resultas de los sucesos no conclusos que acaecen en la ciudad y son objeto fundamental de la novela. Esto nos permite adentrarnos por una vorágine local en la que se observa la situación de absoluta opresión y la putrefacción del poder instalado.
En el aciago día de más lluvia se encuentra el cadáver de un forastero en un hotel granadino y aquí arranca la primera muerte a la que van a suceder otras que tendrán relación con ella, pero no se sabrá hasta el final de la obra, con las investigaciones que va realizando el comisario Polo. Lo que va generando una especie de laberinto en la ciudad del que a veces es dificultoso salir para el lector. Comenzamos a pensar que el oculista Saura es el asesino de Fernando. Investigación que se va entreverando con el anuncio de la visita de Franco y su posterior llegada y sucesos diversos.
Navarro se va introduciendo así en temas muy queridos para él como el concepto de moralidad o la faceta homosexual en una época que era atacada furibundamente, la trascendencia de la construcción del pasado para los personajes diversos y el proceso agobiante de una realidad social terrible son elementos que conforman una novela de desarrollo complejo por el magma que la circunda.
El escritor crea perfectamente una atmósfera de época a través de lugares concretos, costumbres, canciones, usos y modos, y convierte de nuevo a Granada en un espacio narrativo que ha tenido siempre una gran importancia en su obra.
Hay un esquema impersonal de novela negra que permite en ocasiones al lector perderse en un laberinto del que de vez en cuando debe acudir en su ayuda el escritor consciente de las dificultades y las sucesivas muertes enganchadas de tal manera que es un proceso complejo, casi matemático.
En ese ámbito observamos que hay un grupo homosexual que controla la ciudad. Un grupo de poder al que pertenece el comisario A Polo, policía y espía; el oculista Federico Saura, protagonista, como hemos visto desde el inicio; Clara, su novia; o el catedrático de arte Juan Segovia, que aparece muerto también en extrañas circunstancias. Un mundo abigarrado y promiscuo para una novela de calidad literaria.




El relojero de Yuste de JOSÉ A. RAMÍREZ LOZANO, Ediciones del Viento





Con esta novela Ramírez Lozano obtuvo el premio Ciudad de Salamanca en 2015. Se centra en los últimos días del emperador Carlos V en el monasterio de Yuste y la obsesión por el tiempo que le queda de vida, materializado simbólicamente por el relojero del título de la obra. Es el año 1555 y el emperador, con tan solo 55 años, se considera ya un viejo que decide retirarse al monasterio extremeño de Yuste. En ese recorrido le acompañan sus relojes y Juanelo Turriano, relojero a quien se encomienda que funcionen perfectamente. De camino hacia el monasterio y siendo consciente del final de su vida, el emperador anhela que este llegue lo más tarde posible y cree que puede retrasar su llegada si se sabe resolver ese momento, por este motivo le encarga a Juanelo que fabrique un autómata que luche por él contra la muerte: que componga un reloj para disputarle el tiempo a la Muerte. Y le dice: “Quiero, Juanelo, que construyas un reloj para mí cuyas horas corran parejas de mis días”, porque “sabido es, amigo Juanelo, que habremos de morir, pero el día y la hora está en nuestra mano retrasarlos. Y a esa dilación y tardanza llamo yo victoria”.
En sus asiduos diálogos sobre el tiempo y los relojes, le dice Juanelo que la verdadera ciencia ha de ser audaz y este afirma que sería capaz de “hacer un reloj acordado con el cuore, con el suo cuore (le dice al emperador), como los son los planetas y las horas (…) pero hecho a la medida de su alma (…) Los relojes son el ánima del universo –insistió Juanelo tentador-. Sería un reloj único, el mio capolavoro; en el que estarían representados los movimientos de todos; el de la octava esfera, el de los siete planetas …” Es una batalla contra la Muerte y en defensa de la vida. Unas ideas sin duda muy interesantes y llamativas por las que nos conduce Ramírez Lozano. 
Pero no es la única en esta breve pero intensa novela organizada en diecisiete capítulos que nos muestran el recorrido del emperador camino de Jarandilla hasta la llegada de la muerte: “cuando Male advirtió que el reloj había acabado de sonar”, en esa interacción entre vida/sonido frente a muerte/silencio del reloj. Otras temáticas como la simbología de la cerveza (más aceptada por el emperador) frente al vino (defendido por los frailes) o la obsesión por los relojes frente al enfrentamiento con los frailes que los consideran invento del diablo… son elementos que coadyuvan en la línea de un enfrentamiento evidente del emperador frente a la iglesia puesto de manifiesto en muchos pasajes del libro.
A través del diálogo, por ejemplo, con su primo Francisco de Borja descubrimos ese enfrentamiento con el papa Paulo por llamar a los españoles “cismáticos malditos, hez del mundo. Abyecta y vil dijo de nuestra nación”.
Los diálogos con el padre Regla muestran también esa vía de enfrentamiento permanente y al que le reconoce una y otra vez su obsesión por el tiempo y por no poder controlar ese final. Y es que, en el fondo, está presente esa lucha entre la ciencia y la religión y el intento de esta por imponer el ejercicio dogmático del pensamiento: “Los frailes, Majestad (le dice Juanelo). El prior recela de mi trabajo. Es de los que piensan que la ciencia estorba la fe”.
Los comentarios del emperador hacia el relojero van en esa misma línea cuando irónicamente le comenta que los acusan de calvinistas porque Calvino ha hecho en Suiza de los relojes un instrumento devoto, “severísimo como es con le ore”. Y curiosamente la cerveza se convierte en una especie de emblema también de esa lucha pues sabido es que estos recelan de la bebida celta.
Entre los diversos personajes que surgen para conformar una visión complementaria se encuentran Van Male o el propio hijo bastardo del emperador, Jeromín, el futuro don Juan de Austria, cuya presencia conecta con una interpolación, la de la serrana que le muestra una teta al emperador, que nos retrotrae a las leyendas medievales, pero que aquí está traída un poco a la fuerza en esa insistencia de la serrana de tener un hijo bastardo del emperador y que nos anuncia la de su hijo bastardo.
Pero en muchas de estas situaciones secundarias lo que trata de mostrar el autor es una visión de época con un estilo raudo y llevado de los diálogos obsesivos del emperador en torno al tiempo.
Una situación un tanto violenta se generará cuando desaparece el reloj que ha sido construido para el emperador y se emprende una investigación de la que se responsabiliza a los frailes, representantes de la ortodoxia y de evitar que el emperador caiga en la herejía del tiempo. Así el diálogo surreal del emperador con el diablo solo manifiesta esa visión religiosa de la obsesión diabólica con el tiempo.



Amar tanta belleza de HERMINIA LUQUE, Ed. Fundación José Manuel Lara


Amar tanta belleza de Herminia Luque fue ganadora del IX Premio Málaga de Novela. El título de la novela surge a partir de unos versos de María de Zayas incluidos en su segunda colección de novelas, Desengaños amorosos, que dicen así:
Así gasta, llorando,
su bien perdido tiempo
que amar tanta belleza
gloria es, que no tormento.
Herminia Luque construye una novela socio-histórica centrada en dos figuras femeninas relevantes del siglo XVII: Ana Caro Mallén y María de Zayas. La primera menos conocida que la segunda, pero, sobre todo, la relación de afecto que las unió a ambas a la que dedica un buen número de páginas que expresan el reconocimiento mutuo, con un lenguaje con el que ha querido acercarse en cuanto al léxico, a las construcciones sintácticas y a los recursos semánticos… a la forma y al espíritu de la lengua española durante ese siglo. Lo que le da un cierto aire arcaizante y produce unas evidentes dosis de verosimilitud muy sugestivas.
Herminia Luque ha realizado un profundo trabajo de investigación serio y riguroso (y el hecho de ser profesora de Historia es determinante), seleccionando fundamentalmente elementos de tipo social o sociológico, hábitos, costumbres, usos, comidas, alimentación, ropas… que nos permitan hacernos una idea relevante de la situación vital. Este elemento es concluyente y muy enriquecedor, incluso desde el punto de vista estructural, pues, en ocasiones, la autora cede al hilo conductual de la obra en beneficio de estos recursos que permiten contextualizar las situaciones desde el punto de vista de los elementos sociológicos pero formulan cierto fragmentarismo discursivo.
Realmente la anécdota inicial, el prólogo correo electrónico de la profesora Mónica Belicio de Torres dirigiéndose al editor y adjuntando el archivo con cinco documentos de diferente naturaleza es un recurso libresco historicista, con afán de verosimilitud, para ahondar en el relato de las vidas de una y de otra, sus idas y venidas por diversos lugares de España, sus referencias biográficas y la importancia de la escritura en sus existencias.
Estructuralmente la obra se organiza en varios apartados: el citado correo-electrónico (a modo de prólogo), un epílogo (con tuits de la misma autora del prólogo) donde Mónica comunica que su editor ha publicado los textos de Ana Caro y María de Zayas como si fuesen ficción, bajo el absurdo título de Amar tanta belleza, y anuncia una demanda judicial; y cinco partes: I, La aparición de una mujer en carne momia (1637); II, la región más anhelada (escrito, una de las partes más amplias de la obra con 143 páginas); la III, testamento de doña María de Zayas (5 páginas); la IV, Amar tanta belleza  (1653), (escrito de María de Zayas, como el anterior, con 107 páginas); y, finalmente, un escrito de Roque Salvatierra en el que se anuncia un certamen poético para celebrar la memoria de sor Juana de Jesús y condenar la memoria de María de Zayas y la exaltación de Juana de Jesús.
Sin embargo, el grueso de todo ello son las historias de ambas escritoras, siendo las otras referencias un oficio libresco con las que intenta ofrecer verosimilitud y un toque de modernidad en el uso del correo electrónico y los tuits, creando una especie de distanciamiento entre épocas.
Aunque estructuralmente todo el grueso de la obra son los dos escritos de estas autoras, que constituirían el 90% de la narración, también existe una apariencia metaliteraria, pues se configura a partir de los documentos hallados por una profesora universitaria –entre ellos dos testimonios autobiográficos: una carta de Ana Caro Mallén y otra de Zayas– donde se narran las apasionantes peripecias de las dos escritoras y amigas, a la vez que nos sumergimos en el contradictorio mundo de la cultura del Barroco.
Asimismo observamos la tendencia, como en el Quijote, a formular historias secundarias que conforman el gran magma narrativo. Abundan las interpolaciones de estas que generan una malla imprescindible para comprender el relato.
Pero, sobre todo es el factor femenino uno de los elementos determinantes. Está muy presente en el afecto que siente la escritora por los personajes elegidos, dos mujeres fuertes de carácter y con una personalidad muy moldeada, que se adelantan a una época en la reivindicación del papel de la mujer. Una razón feminista que está muy presente en algunos pasajes de la obra.
Cada autora realiza un escrito (María de Zayas dos en realidad), en el que ejecutan una aproximación vital a determinados periodos de la vida de cada una, sus preocupaciones diarias, su defensa de la literatura y la concepción de la mujer como un ser completamente al margen de la sociedad y, sobre todo, la relación sentimental que unió a ambas.
El comienzo no puede ser más misterioso porque el lector se encuentra que tras el muro de una casa se halla el cadáver momificado de una mujer. Y la única pista sobre este macabro descubrimiento la porta en sus ropajes la propia víctima: “Mi hermano me puso aquí”. Información aportada por Mónica Belicio para su editor. La resolución del crimen es otro de los elementos parejos, aunque realmente lo importante es el descubrimiento biográfico de ambas mujeres.
Es una novela que por momentos posee un carácter costumbrista pero que se desarrolla con soltura y vitalidad.



El rey del juego de JUAN FRANCISCO FERRÉ, Ed. Anagrama




Se adentra en una línea que para él es habitual: los entresijos de la contemporaneidad más  alegórica y publicitada, y, en este caso concreto, por los entresijos de la España contemporánea desde perspectivas nuevas en la novela española actual que nos adentran por una concepción diferenciada del significado del término realismo en el momento actual. Acaso como dice su protagonista: “No era la vida sino una imagen distorsionada de la vida. Una ilusión óptica concebida por un idiota, llena de imágenes desenfocadas y ruidos inútiles” (p. 151). A través de ella asistimos a un discurso fragmentario con abundante número de personajes que van y vienen por mundos heterogéneos, percibiéndose un claro homenaje a las estructuras abiertas, al reciclaje literario, la interdisciplinariedad, la posmodernidad, la presencia del collage, la introducción de la cultura del videojuego, la narrativa paródica, el mixtificado discurso de envoltura filosófica, la extravagante utopía y la hábil entelequia ficcional… Pero mostrando al mismo tiempo un modelo de sociedad degradada, bajo la férula de la mejor tradición hispánica que llega desde el esperpento valleinclanesco.  El rey del juego es una obra profundamente hispánica, es un producto made in Spain, una parodia, una astracanada sobre nuestra existencia más actual con la que Ferré ha querido mostrar nuestras excrecencias, limitaciones, abusos de poder y absurdo más beckettiano, a través de un thriller narrativo que posee una perspectiva y punto de vista desmitificador, lúdico, excéntrico, humorístico, deformador, alegórico y juguetón. En una entrevista en Diario Sur (19 octubre 2015) decía:

Yo he querido escribir un thriller en el cual un escritor, que es un ingenuo y un bobo, termina descubriendo una realidad que nunca hubiera sospechado. Y en ese sentido, Axel es un prototipo del ciudadano de nuestro tiempo, en el que me incluyo: estamos continuamente recibiendo fogonazos de información y no acabamos de entender en qué estamos metidos. Y, por otro lado, es una novela en la cual quiero afirmar la fuerza del humor.

El narrador y protagonista, Axel Bocanegra, un escritor cuarentón de conocido, es requerido por dos personajes que lo secuestran y a través de unas pastillas “mágicas” lo hacen entrar en un mundo de alucinaciones en el que la realidad se mezcla con el sueño en un continuum de acciones que lo llevan de un lugar a otro y de unos sucesos a otros sin una relación de unidad o continuidad y sí como exaltación de la metáfora de lo fragmentario tan habitual en sus novelas. En esta obra no existen héroes y sí antihéroes. En su bajada a los infiernos y a la sordidez de su recorrido vital por pueblos y lugares indeterminados el escritor malagueño está reivindicando un modelo de espacio vital muy español completamente degradado con evidentes alusiones a la política actual y a sus componentes más simbólicos, cambio de monarca (amenazado), alcaldes corruptos y sordidez en un juego en el que no solo juegan los personajes sino el propio escritor con ellos. Con el que trata de mostrar continuas claves de nuestra realidad más abyecta. Una realidad ajena al realismo, por cuanto para Ferré (ya lo había acreditado en sus obras anteriores) la realidad es algo más profundo que el discurso realista con el que claramente rompe y al que considera insuficiente para conformar su visión del espacio-tiempo. Un sentido de la realidad que lo manifiesta en estos términos:

Me parece que la única forma de acercarse a la realidad es desde una perspectiva que no sea trillada ni trivial sino original. Y eso nos lo da poder mirar el mundo desde una perspectiva fantástica (…) A mí me interesa una realidad muy concreta, que está definida por los medios y no solo por lo que vivimos a diario. Y en esta novela a partir de un momento determinado se produce un apagón electrónico y ya no hay radio, no hay Internet... A partir de ahí la realidad se transforma. Eso acelera el vértigo del thriller, porque los personajes se mueven en una realidad que ya no pueden encontrar en pantallas ni en información mediada por Internet. Por eso hay que utilizar otros géneros que no son realistas para aproximarnos a esa realidad (Sur, 2015: s. p.).

Porque esto es lo que realmente le interesa al novelista, adentrarse en el aquí y ahora, en nuestra sociedad desecha, destrozada y corrompida y ofrecer las claves presuntas de esa degradación. Laberintos abyectos en los que  entran  y salen los personajes llevados por el azar o por los caprichos de la propia historia pero con una perspectiva que no entronca con esa realidad sino que se aparta a través del rapto de lo fantástico y el juego, porque solo a través de ellos se puede acabar comprendiendo este escenario.
Lo primero que llama la atención en la obra es la meditación en torno a los componentes y el orden de la estructura de la misma: opiniones “fantaseadas” de escritores y particulares sobre la obra, la cita de Juan Luis Vives y la organización de las dos partes con los consiguientes subapartados…
Al inicio existen toda una serie de opiniones traviesas del autor que nos recuerdan los juguetones poemas de Cervantes en el prólogo del Quijote, con el que encontraríamos concomitancias en algunos elementos técnicos: la interpolación de historias, el espíritu deformador, la antiheroicidad de los personajes, el antirrealismo tanto en la época de marras como según la concepción que ha tenido durante el XX, la apuesta por una renovación, la síntesis entre fantasía y realidad, y, sobre todo, el recurso a “la cotidianidad”. Muchos elementos que, salvando las distancias, los unen. Con ello muestra Ferré desde el minuto uno que su obra está presidida por el juego más absoluto y el espíritu bufo y la mascarada (…).
En definitiva, una novela iconoclasta, bizarra, osada.. que requiere de una gran participación del lector y en la que el autor asume una gran cantidad de riesgos. Con la seguridad de que será propensa a las filias y a las fobias, como ha sucedido siempre en cualquier país del mundo cuando un novelista ha querido aportar algo diferente al statu quo pero con una evidente calidad literaria y una prosa rica y audaz.




La emperatriz de Tánger de SERGIO BARCE, Ediciones del Genal




La emperatriz de Tánger fue finalista del XVII Premio de novela Vargas Llosa de 2012. Barce se centra en una novela de género negro ambientada en Tánger. Una ciudad que conoce perfectamente y por la que nos conduce con soltura y solvencia narrativa. El protagonista es Augusto Cobos Koller, un escritor alcoholizado, que trata de redimirse con la literatura aunque su vida le lleva por tugurios y drogas incapaz de organizar su existencia. En ese recorrido vital su encuentro con el escritor Paul Bowles pertenecería a ese espacio propio de la metaliteratura, en la que esta se convierte de pronto en un residuo para penetrar en la obra en sí. Sin embargo, Barce es fiel a la trama de cualquier novela negra en la que el protagonista se ve envuelto cuando un capitán falangista al que la mayoría desea su muerte es asesinado.
Las continuas intromisiones del inspector Barreda en la existencia de Cobos Koller van a convertir su existencia en una pesadilla y en una desesperante intriga novelesca que no será resuelta hasta el final. Un constructo que siempre es complicado en este tipo de novelas porque la intensidad es muy difícil de regular y en este caso concreto se hace de un modo adecuado y bien conducido, con total verosimilitud y con una tensión narrativa apropiadas. Al lector siempre le quedará la duda del grado de participación del protagonista en la muerte del despreciable falangista.
La novela posee todos los condimentos para la cinematografía, un espacio muy a lo Casablanca, una situación internacional, un país en donde se halla lo peor de la degradación de un espacio político conquistado y la mujer, con su carga erótica, como un elemento más para redimir junto a la literatura la liberalidad extrema de Cobos Koller. Los elementos de la intriga son llevaderos y en ningún caso los escenarios secundarios ahogan la línea inicial, por cuanto no es una novela muy extensa (tan solo ciento setenta y seis páginas) y Barce la lleva de un modo raudo y con contención en el proceso de construcción de espacios, en las descripciones y en la conformación de los personajes que están desarrollados en sus aspectos esenciales.
Barce organiza estructuralmente su espacio narrativo en una serie de capítulos que llevan como título un nombre, Yamila, Ricardo… que serían los personajes que protagonizarían el capítulo en concreto. El primero es un inicio fulgurante en el que el erotismo se apodera del mismo. Estas se suceden sin solución de continuidad porque Cobos Koller es un adicto al sexo (lo definen como putero) que, no obstante, como le había dicho en una ocasión una de sus amantes, siempre acaba huyendo. Pronto entraremos en La emperatriz de Tánger, la novela del mismo título que prepara el propio Cobos Koller, sin saber muy bien hasta dónde es Cobos Koller o hasta dónde es Segio Barce el autor de una o de otra debido a que ambas llevan el mismo título. Esta buscada confusión le permite al escritor adentrarse también por un tema interesante, los entresijos de la creación narrativa, por lo que esta se objetiva desde una perspectiva novedosa y siempre atrayente. De hecho para Cobos Koller esta es una prostituta sobre la que opina que seguramente sería la única que merecería salvarse del infierno.
Los personajes van sucediéndose raudos (Carmen, Yamila, Jean-Jacques,  y con unas breves pinceladas Barce los conforma adecuadamente porque lo que le interesa sobre todo es expresar su situación vital que a medida que avanza la novela acabará imbricándose con su situación legal pues la policía lo investiga. Paul Bowles tiene un papel activo en la obra pero realmente no participa en la intriga de la misma sino como un elemento colateral, lo que le permite también a Barce hilar una imagen sobre muchos de los escritores que tomaron en esa época Marruecos como centro de su actividad literaria convirtiendo este país como en una especie de refugio vital internacional en el que la síntesis de culturas adquiría unos visos atractivos.






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