José Manuel García Marín
LA REINA DE LAS DOS LUNAS, ROCAEDITORIAL, BARCELONA, 2012.
Desde la publicación de Azafrán, novela con la que alcanzó una gran repercusión, García Marín es uno de los escritores españoles que ha anclado sus naves literarias en las historias que tienen como protagonistas la cultura árabe y cristiana. Sobre Azafrán afirmé que era una visión idealizada (con mucho de cosmovisión complaciente) sostenida en un pensamiento y una erudición que conecta con lo mejor de la cultura judía y musulmana fundamentalmente. Después llegó La escalera del agua, a la que definí como una novela iniciática, de comienzo de la existencia vital, en la que el joven narrador y descendiente de moriscos, Ángel Castaño Crespo, nos explica su azarosa existencia una vez que asesina a un hombre que ha forzado a su hermana.
En esas novelas tomaba como armazón estructural el viaje (un constructo creativo que puso de moda la novela bizantina) y ahora en su nueva entrega La reina de las dos lunas (Rocaeditorial, Barcelona, 2012) se lleva de nuevo a término con la historia del joven mijeño Estevan Peres, enamorado de la mujer del sultán de Fez, Yumana, con la que logra casarse tras una serie de peripecias muy novelescas que le dan profundidad y sentido a la obra.
Es una intensa historia de amor (amor real en tiempos convulsos) que en las manos de García Marín adquiere un enorme interés pues es un perito en la construcción de lo esencial narrativo, en la verosimilitud de los personajes, en la imaginería y condición de ese mundo (costumbres, hábitos, formas de pensamiento, filosofía vital…), pero también en la organización de la estructura y en el manejo de la lengua. Es un producto literario en el que se nota la mano de la investigación histórica y sus continuas referencias a hábitos y costumbres de la época que permiten crear un mundo en el que visualizamos todos sus componentes y podemos penetrar con razón de ser en diálogos perspicaces y bien conducidos.
Toma como base estructural la organización en capítulos. En total siete (el número mágico) que van desde el año 1518, fecha en que en la playa de Fuengirola es capturado por los turcos el joven Estevan para ser convertido en esclavo, hasta el capítulo siete en que tienen lugar los esponsales con la joven sultana ya cristianizada. Entre tanto, cada uno de los capítulos es una incidencia fragmentaria de la historia con los acontecimientos en torno a Fez, la ciudad donde finalmente llega como esclavo, la huida hacia España, la persecución a la que se ven sometidos por mandato del sultán que quiere darles muerte....
La novela se va configurando por una serie de meandros internos que van mostrando las intrigas palaciegas, los intentos de asesinato del sultán (sobre el que hay todo un entramado que desea sus cabeza), la intervención casual de Estevan que salva a la sultana y los anuncios de la adivina de que finalmente vivirá lejos del harén en el que pasa su vida.
Pero también la historia conforma el imaginario de una “cierta liberación de la mujer”. Yumana es una mujer rebelde que no está de acuerdo con su condición y desea vivir libremente, una vida propia y no una dictada por la sociedad y las costumbres de la época. Yumana se adelanta a ella y su valentía es el inicio de un tiempo nuevo. Dice la sultana: “No he nacido para ser una esposa más del monarca, depender de su humor o de su variable antojo (…) Yo soñaba con enamorarme de un hombre común (…) Ni estoy enamorada, ni deseo un hijo suyo; como tampoco envejeceré junto a él” (p. 119).
La dificultad en la construcción de este tipo de obras radica en el exceso. Es fácil organizar situaciones secundarias, caer en el determinismo de la destreza. Pero el acierto de García Marín es su contención, su prevención, saber siempre qué cuerda ha de ser pulsada y durante cuánto tiempo. Hubiera sido fácil perderse en mil y una aventuras pero él logra introducir el punto de equilibrio en la narración de modo que todo fluye con naturalidad y contención narrativa.
Aunque sabemos desde el principio que los enamorados van a conseguir su propósito, el secreto de la obra es la narración en sí, su gestación y sus procesos constructivos, pero también el pensamiento de los personajes que tiene tanta fuerza como la historia en sí. Pero junto a ello la intriga que, en un relato con estas condiciones exógenas, es fundamental. El acierto en su mantenimiento determinará el éxito del producto estético.
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