martes, 26 de octubre de 2010

Aproximación a la lírica última de J. García Pérez por Morales Lomas

J. García Pérez presentará su obra "Donde el viento silba nácar" -publicado por la Fundación Unicaja, Málaga en 2010- a las 20:00 h. del jueves 28 de octubre de 2010 en el Salón de Actos de Unicaja, Plaza de la Marina, 2, Málaga. Le acompañarán en la presentación el poeta y periodista Manuel Alcántara y Morales Lomas.

Manuel Alcántara, José García Pérez, Mariano Vergara y Morales Lomas (Fundación Unicaja, Plaza de la Marina, Málaga, 28 de octubre de 2010)

(Lo que a continuación puede leer la amable lectora o lector es una síntesis del extenso estudio que lleva por título "El clasicismo vivencial y cotidiano en la lírica de José García Pérez" del que es autor Morales Lomas)


Donde el viento silba nácar no es sólo una antología de poemas al uso, es fundamentalmente un legado poético, la floresta de sus poemas, la donación transmitida a las generaciones venideras. Esta selección personal del autor posee unas condiciones selectivas precisas que nacen de su voluntad libérrima y se sostienen sobre un monumento al paso del tiempo y una concepción concreta de la existencia, así como a un compromiso vital y personal con ella. Son vida, toman la carne de la palabra y se hacen cuerpo estético, música y organismo vivo.
Nos trasladan sus versos a una realidad lírica que se alimentan de la tradición formal en la versificación y en la construcción del poema y en el desenvolvimiento vital y vivencial en la conformación sentimental y semántica de su inspiración. La tradición en la forma y la actualidad en el fondo nos advierten de un escritor que está muy atento a la realidad social y a la personal. Podríamos decir que su poesía tiene en ese ámbito connotaciones sociales y sentimentales. Junto a ello destaca una voluntad de transparencia y claridad expresiva que se armoniza con la armonía eufónica y la concepción de un mundo personal al que no es ajeno el prurito de pasar por la existencia como una persona normal, atenta a sus allegados, a sus ideas y a sus pasiones. La palabra es para García Pérez la razón de perderse en el sentimiento. En los últimos tiempos incluso rompió por el versolibrismo con una lírica tentadora, sugestiva y seductora en su obra Fue un acaso. Sus comienzos se insertan, pues, en la tradición clásica con temas que se concentran en la infancia, el pasado remoto, la memoria… para acceder a una lírica cívica, descreída, de corte existencial que aspira a descubrir o sugerir el lugar que ocupa el poeta en el mundo o su actitud ante la sociedad que le ha tocado vivir.
Pero es que, además, la poesía de García Pérez necesita del presente y su pulso palpitante. Su constante y permanente atención a éste (a través de las columnas periodísticas) y su dedicación a la política activa durante algunos años muestran muy a las claras que su poesía no es ajena a este hecho y que, en muchas ocasiones, se nutre de noticias, bebe en la realidad cotidiana y se hace pulso con ella, bien para evidenciar (como sucede en ocasiones), bien para aclimatar su mundo sentimental al proceso de configuración del poema, como en el romance sobre Juan el mendigo en “La otra eucaristía”, o el poema cívico dedicado al golpe militar del 23 de febrero de 1981, que padeció en sus propias carnes.
Coplas, romances, soleares, sonetos, sextinas, seguidillas, redondillas… sostienen una inmemorial y actualizada singladura de la forma poética que nos muestran la pasión de un escritor por ese valor musical del hecho estético, por la medida de los versos, por el ritmo propicio. Junto a ello, una temática precisa que se nutre de ideas muy precisas: el poeta enamorado, la infancia poética, la madre, el tiempo pasado o la destrucción del amor con todos sus correlatos, la memoria como horma para construir lo vivido, la trascendencia de la emoción religiosa, su autenticidad, su normalización, el espíritu solidario y la negación de lo proteico junto a un descreimiento del todo, una lejanía de percepción de la realidad que le permite un análisis sin contraprestaciones y con el distanciamiento necesario para que ésta no lo invada… pueden resultar los senderos que necesita el poeta para no sentirse solo en el mundo. Poemas que aparecían autónomos en sus obras anteriores, y ahora, gracias a reunirlos con un sentido estético, adquieren una voluntad de uniformidad en torno a las estrofas y los poemas clásicos y al pulso del endecasílabo, del octosílabo, del heptasílabo…
Por voluntad expresa del autor, Donde el viento silba nácar tiene una aquilatada estructura con valor circular, acaso por admitir como principio vital ese transitar que afianza toda una vida, una circularidad que nos habla de la perfección de la obra humana como algo que en sí mismo lleva su finitud. Así, “Pórtico”, el primer poema del libro, nos revela su nacimiento, pero se detiene en el momento sensorial de la madre que se prepara para traer al hijo al mundo. Y el último poema del libro, las sextinas de “Elegía de un romántico”, el neobarroquismo de un hombre que se prepara para hacer frente a la muerte con la complacencia del que espera a Dios hablar un día:

¡Hacia el cielo la voz, hacia el infierno
El clamor y hasta Dios el grito eterno!

En el intermedio del humano existir, en su transitoria, se halla la vida en su esencia, en su humanidad compartida, con el amor como llama o reclamo, con las circunstancias o los hechos que configuran un paisaje valioso.

Hay un primer bloque que lleva por título Las coplas, y lo componen los siguientes poemas: “Es tan sencillo vivir”, sobre el despertar a la vida y su valor intrínseco; las redondillas de “Ese jilguero que trina” en torno al tema de la libertad; las “Coplas de vida y muerte”; el amor/desamor de “No creas lo que te digo en redondillas octosilábicas; el tema de la inmigración y sus correlatos actuales en “Esa patera que llora”; los octosílabos asonantados de “Vente conmigo a la mar”; el amor en “Quizá”, con la estructura del romance.

El bloque segundo se titula “Romances y romancillos” y lo componen veintiún poemas. Junto al bloque cuarto es el más extenso y nos aproxima a una síntesis de los elementos vitales que han detenido la existencia del poeta melillense José García Pérez: el amor/desamor, la infancia, el desaliento de las palabras vacías, la hipocresía, el civismo solidario... y el octosílabo como horma estética.
“La elegía andaluza” se compone de un grupo de estrofas con la estructura del romance en octosílabos y es un canto sentimental a la tierra, a su gente y la trascendencia simbólica de los mitos de un pueblo; un canto a la memoria en “Sueño de niño”, dedicado a Melilla, su niñez y adolescencia; “Mañana se muere” con el goce de la vida en hexasílabos asonantados; “Los duendes se han instalado” en octosílabos asonantados; el ruido de las palabras y los hambrientos en “Todo suena a caracola”, también con el octosílabo asonantado como horma estética; el tema de la caridad y la hipocresía en “La otra eucaristía”; el motivo de la búsqueda en “Que me busquen sin descanso”, con octosílabos asonantados; el amor gozoso en “Romance del adiós”; “Soy pecado, también gracia” en torno al motivo de la máscara vital; “Romance del girasol”, una historia de un momento; “Noche del Carmen”, una descripción sentimental de una noche de rocío; el romance de “Por dónde estará la luna”, en torno a la búsqueda de la luz; “Te pones rojos claveles” con el amor/desamor del eros corporal; la Semana Santa en Málaga es “Lunes santo, lunes blanco”, con el tema del Cautivo; la memoria de su paso histórico por las Cortes y el 23-F en el romance “De febrero veintitrés”; “El silencio de los bosques” en hexasílabos asonantados con rima en –e-o, muy frecuente en su producción; mercadillo erótico en “Mercadillo” en octosílabos asonantados en –e-a; el amor como una huida, algo que se intuye y vuela en “Castañuelas y rosarios”; el “Romance del niño pobre”, uno de sus poemas más conocidos y al que más afecto tiene el poeta; el “Romance del beso perdido” con lo descriptivo-sentimental como horma; y el “Romance de la calle Sancha de Lara” que nos retrotrae a una España cruel en la que son quemados los mendigos.

El bloque tercero, Décimas, lo componen tan solo cinco poemas con esta estructura métrica precisa: “Mar”, “Este clavel”, “Este niño”, “Este lento” y “Jesucristo”. Acaso emblemas o símbolos que reúnen temas permanentes de su obra: la trascendencia del mar, el Cristo Cautivo o el Jesucristo buscado en su sencillez, la duda vital y la denuncia de la injusticia del hambre a través de la imagen del niño que enflaquece en tanto el mundo engorda.
José García Pérez y Morales Lomas (Arcos de la Frontera, 2010)


El bloque cuatro lo componen treinta y seis Sonetos que tienen una gran variedad temática donde encontramos el tema de la amistad, la metamorfosis vital, la fractura de la vida por la ausencia de Dios y la soledad, el presentimiento de Dios, el motivo de la prisión y el mal de amor, la lamentación de soledad, el Dios-justicia, las preguntas a Dios, la búsqueda del fuego de amor, el doloroso presente, el desgarro vital, la espera del regreso de amor, la anciana madre, la aflicción vital, la lejanía, la resurrección y el deseo de amor, la muerte ansiada si de amor se llena, la huida de la amada, el anhelado descanso eterno, la exaltación de Melilla en cuatro sonetos, la desolación del poeta, el Cristo, el Hijo y la Madre en Semana Santa, la caída de la tarde y la libertad de estar preso, su nieta Carmen, la percepción del comienzo de la vida...

En el bloque quinto, Seguidillas, coplillas, soleares… se hallan dieciocho poemas. En algunos casos son heptasílabos asonantados con rima en los versos pares u octosílabos, también asonantados. En otros son tercetillos con asonancia. En una de las soleares, “Soleares por que sí”, explica las razones de su escritura, que nos adentran en el proceso metaliterario del autor, y en ellas asume su valor como concentración de sentido y sensación. En más de una ocasión ha dicho el escritor que este tipo de escritura castiza (el haikú español) se alimenta de momentos de gracia literaria (que se posee o no en ese acto creador) y de la tendencia constructiva a la sencillez, la musicalidad…

Las escribo como quiero,
Sin mirar al diccionario.
Las escribo si las siento.

En ellas aparecen las dedicadas a la madre, a la casa de su infancia, a la mar, al deseo, a Dios, a la penas, al odio, a la libertad, a la muerte…, en algunos casos con un valor infantil evidente:

Un borriquito te traigo,
Lo tomé de la manada
De caballitos marrones
Que galopan por la playa.

Y en el último bloque, el sexto, un grupo de Sextinas en endecasílabos que llevan por título “Elegía de un romántico”, que podemos considerar un compendio, un epítome de su idea en torno a la vida, la muerte y Dios. En ella concentra el ocaso de su vida y la noche que espera al fondo mientras contempla de soslayo la razón de amor, su sentido. El modelo elegido se sostiene sobre la rima ABABABCC.
Clasicismo vivencial y cotidiano es el título que damos a la poesía de José García Pérez y en estas tres palabras se encierran tres valores que resumen perfectamente su lírica. Clasicismo por cuanto la forma de su obra poética se centra en el bastión que ha creado la tradición de la literatura española: décimas, sonetos, seguidillas, coplas, romances… Octosílabos, heptasílabos y endecasílabos van adueñándose del poema, instalando su valor de palabras poéticas, su musicalidad.
Pero también es cierto que no es ajeno al magma de lo cotidiano. Su poesía, escrita a veces al hilo de las circunstancias o las situaciones diarias, busca desde éstas trascenderlas para alcanzar un valor simbólico.
Una poesía vivencial y pasional que manifiesta un apego extraordinario a varios temas reiterados por el poeta y en los que encuentra su camino: la denuncia de la miseria, el amor, Dios, la pasión por la existencia y la exaltación del humano existir y sus bondades.

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