sábado, 21 de marzo de 2015

EL HUMANISMO SOLIDARIO EN ALGUNOS POETAS JÓVENES: RAQUEL LANSEROS, FERNANDO VALVERDE, LUIS BAQUÉ QUÍLEZ, JOSÉ CABRERA MARTOS Y JUAN CARLOS ABRIL





EL HUMANISMO SOLIDARIO EN ALGUNOS POETAS JÓVENES ACTUALES
F. MORALES LOMAS
Presidente de la Asociación 
Internacional Humanismo Solidario

La ética siempre ha ido ineludiblemente unida a la estética. Tanto Nietzsche como después Wittgenstein dijeron acertadamente que ética y estética eran una misma cosa, pues desde el momento en que se desenmascara el origen convencional de la moral, el ser humano queda liberado. Se trata de las dos caras de la misma moneda y proyectar que una vaya desligada de otra es como si pretendiéramos descubrir que el arte o la literatura viven ajenos a los valores, a las conductas sociales o al ser humano como ente que crece y “es” en sociedad, pero que no desea que esta lo domine con planteamientos ajenos al desarrollo propio como ser humano.
Como afirmaba la psicología humanista a partir de los 60 del siglo pasado (Fromm, Goldstein, Horney, Rogers, Maslow...), la existencia del ser humano se consuma en el seno de las relaciones humanas, es decir la peculiaridad del ser humano se expresa, por ejemplo, a través del hecho de que su existencia está siempre ligada a relaciones interhumanas, y a través de una serie de elementos como la creatividad, el amor, los valores superiores, humor, afecto, naturalidad, calor, trascendencia del ego, objetividad, autonomía, responsabilidad... El ser humano vive orientado hacia una meta, es decir, la persona vive orientada hacia un objetivo o unos valores que forman la base de su identidad, hacia una autorrealización.
E. Fromm en El corazón del hombre afirmaba que existían tres fenómenos que, en su opinión, constituían la base de la forma más maligna y peligrosa de la orientación humana: el amor a la muerte, el narcisismo maligno y la fijación simbiótico-incestuosa. Las tres orientaciones, cuando se combinan, forman el "síndrome de decadencia", el que mueve al hombre a destruir por el gusto de destrucción, y a odiar por el gusto de odiar. En oposición al "síndrome de decadencia" describió el "síndrome de crecimiento", que consiste en el amor a la vida (en cuanto opuesto al amor a la muerte), el amor al hombre (opuesto al narcisismo) y la independencia (opuesta a la fijación simbiótico-incestuosa). Solo en una minoría de individuos aparece plenamente desarrollado uno u otro de los dos síndromes. Pero es innegable que cada individuo avanza en la dirección que ha elegido: la de la vida o la de la muerte, la del bien o la del mal.
HUMANISMO SOLIDARIO aspira en el siglo XXI a incidir en ese amor a la vida al que hacía referencia Fromm y no considera al individuo como algo ajeno a la sociedad sino como parte integrante de esta. Su propuesta estética, como diría Wittgenstein al que sigue Eugenio Trías, es ya toda una ética. No podemos asumir la esfera privada, individual, contemplativa como algo completamente ajeno a la esfera pública, social, solidaria (porque solidaridad viene de adhesión a la causa de la comunidad). El artista, el escritor... vive una comunión en la que nada es sin lo otro. Y en este sentido, como dijo Kant en la Crítica del Juicio, la belleza (el texto pictórico o escrito) se convierte en un símbolo moral.
En consecuencia, como recuerda Claude Le Bigot en Bullettin Hispanique, nadie puede negar que está de vuelta la cuestión del compromiso –ya no en el sentido gramsciano de posturas defendidas por el intelectual orgánico– sino como discurso crítico que la literatura puede mantener sobre el estado del mundo. Pero, a la hora de valorar los modos de compromiso, recuerda el profesor francés, hay otras perspectivas tan importantes o más: no hay que perder de vista que para el escritor el único compromiso que no puede regatear es asumir la plena conciencia de los problemas de su propio lenguaje frente a la realidad que lo rodea. La cuestión de fondo entonces ya no es tanto el compromiso como la ética de la literatura.
Sin duda que el poeta comprometido toma conciencia de los problemas vitales y estimula el diálogo con ellos, resultando el modelo de un poeta cívico de nuevo cuño en el que están presentes temas como la incomunicación, la soledad, la marginación, el militarismo, el agobio tecnológico, los nuevos dominios ocultos o la búsqueda de la identidad en un mundo globalizado que nos sobrepasa, y todo ello conducido por un imperativo ético que proclama una insumisión activa como respuesta a su insatisfacción moral.
Sobre los escritores jóvenes que siguen esta línea de pensamiento, y sobre los que haremos una breve reflexión, podemos citar a: Juan Carlos Abril, L. Bagué Quílez, J. Cabrera Martos, Raquel Lanseros y Fernando Valverde.
JUAN CARLOS ABRIL
Juan Carlos Abril apuesta por la fragmentariedad sobre una realidad que se conforma como una exigencia estética. Existe mucho de indagación en el poema, de necesidad de encontrar la verdad y su sostenimiento: y la escritura es una protección, una compañera que admite esos mensajes que van hacia la felicidad. El fragmento, la asociación suspendida o irracional, el juego de contrastes, son elementos que determinan una lírica en la que la imagen proyecta la necesidad de conquistar una realidad irrealizada. Lo que conlleva una investigación permanente para definirse en el mundo, para situarse, para entenderse dentro de la lógica que proyecta la realidad.
En su poesía también el pasado coadyuva en esa indagación, en la organización del todo, desde las dudas, las vacilaciones y las crisis diversas. Fragmento y agrietamiento de una sociedad, de un espacio vital, de un yo poético que trata de entendernos, desde una análisis constante de esa realidad que se le escapa por momentos, como en el poema “Para escapar”, donde sus definiciones crean la complejidad de sus indeterminaciones y se va despertando el otro que hay en uno mismo.
Como ha dicho Bueno Maqueda, la incertidumbre del poeta se construye como un estadio natural desde el que se podrían cuestionar los acontecimientos que son recogidos racionalmente, si bien se sienten de modo irracional porque pertenecen a otra esfera de nuestro conocimiento, de ahí la exigencia estética que se persigue ante la realidad, pero lo cierto es que posee un matiz ético de posicionamiento moral.

LUIS BAGUÉ QUÍLEZ
En el poema “Introito” Luis Bagué Quílez presentaba la duda como una forma de presencia: “¿Qué demonios/ hemos venido a hacer aquí?” El poeta como hacedor y agente activo, un hecho que ya había dejado claro en su obra ensayística Poesía en pie de paz. Modos del compromiso hacia el tercer milenio, una obra básica para entender la reciente historia del compromiso literario, con la que realiza varios acercamientos al mismo en la poesía española reciente.
En ella se plantea una duda recurrente en todos estos autores y con la que abríamos la exposición de Bagué Quílez: “¿Qué demonios/ hemos venido a hacer aquí?” El poeta necesita un lugar desde el que abordar ese proceso de identidad, esa estabilidad para la acción. En ocasiones es complejo centrarse en ella de un modo fácil y coherente porque conlleva también la precisión sobre el concepto de individualidad, tan inherente al poeta, y es que ello concita una especie de utilidad, como decía Bagué al referirse a su obra, situada a medio camino entre el concepto ilustrado de moral privada y el concepto materialista de conciencia cívica, y la aceptación de la historicidad de la literatura conduce a la recuperación del compromiso.
Pero, a través de la literatura, como dice Alberto Santamaría hablando de su poesía, se escenifica el problema entre la mirada y lo mirable a través del arte, llevando a sustantivar la idea de que la poesía no solo está en la pantalla de un cine, sino también en las sinuosas calles de una ciudad o en el celuloide rancio de la memoria, en el acercamiento a los otros, pues el poeta anda entrometido, siempre en medio, como testigo incómodo de lo sucedido.
La búsqueda de la identidad y el motivo de la construcción, que implicaría cierta dosis de proceso creativo, es inmanente en su obra pero también el tema de la solidaridad, como el poema “Otraedad”, en la que se reflexionaba sobre el concepto de alteridad y esa serie de preocupaciones que a todos los teóricos de la postmodernidad interesan porque configuran las señas de identidad del Humanismo Solidario. Como en su momento Grotowski defendía un teatro pobre, también en su poema “Arte pobre” surge la misma idea para reafirmar que desde lo más humilde se puede crear con intensidad.

JOSÉ CABRERA MARTOS
La poética de José Cabrera Martos es la resultante de la alianza entre fondo y forma, esa síntesis en la que tan importante resulta el proceso de comunicación poética como la orfebrería formal en torno a ella. Los poemas de Cabrera Martos se transforman en un medio de comunicación para trasladarnos las injusticias que tienen lugar en muchos lugares del mundo, por ejemplo, Palestina. Pero, al mismo tiempo, es difícil encontrar de modo habitual en los poetas jóvenes tan férrea voluntad rítmica y musical como se halla en sus versos. Es más frecuente ese cuidado formal y esa reflexión métrica en la poesía hispanoamericana, como nos recordaba Jauralde Pou al analizar su obra, y en algunos círculos de la poesía peninsular pero muy de tarde en tarde. El catedrático madrileño considera a Cabrera Martos un artífice muy consciente de la sonoridad expresiva que puede adornar y canalizar su locución, tesis que le ha llevado a decir al propio Cabrera Martos que podría considerarse desde esta perspectiva formal una obra dirigida a una minoría. No desde luego desde el ámbito semántico, pues sus referentes sociales y culturales están muy presentes en toda ella y abiertos urbi et orbe.
En su obra siempre vibrará la esencia más profunda de un ser humano dolorido, en una tradición que llegaría desde el modernismo en su última época, pero también existe un canto a la libertad, como sucede en su obra Goethica, a la que podríamos considerar un diálogo con el ser humano actual, donde la solidaridad está muy presente al evidenciar esa tragedia del pueblo palestino y al demostrar la desestabilización del mundo actual con toda su diatriba mortuoria. Puede servir de ejemplo su poema “Ética de chistera” donde hace alusión a la foto de las Azores: “Triada de homo sapiens/ ¿sapiens? en las Azores. / La salvación de la tierra: / No viene el anticiclón, / sí buitres sobrevolando/ Babel por bajas presiones.”

RAQUEL LANSEROS
La poesía de Raquel Lanseros penetra con la agudeza de la frescura y la audacia de lo definitivo. Su lírica es sólida y penetrante, y, como bien dice Antonio Enrique, produce la sensación de estragamiento emocional, de agotamiento sensitivo. Sus versos están imbuidos de honda vena imaginativa y de indagación reflexiva. En otros momentos adquieren un reivindicativo tono social que va muy acorde con el momento, como en el "Locus amoenus" o en “Acción de gracias ante tus manos”, donde el espíritu de rebeldía se hace presente: “A los indómitos que sobrevivieron/ sin dejar de abrazar sus convicciones”.
Pero con frecuencia asoma en su lírica un desencanto histórico, con la nostalgia del paraíso perdido y se pide a sí misma no ser presa del escepticismo, y pide, además, creer siempre en la vida. Su lírica penetra en las cosas pequeñas que conforman nuestra existencia y alcanzan un lugar emblemático, en esa contemplación del mundo, pero también existe una mujer herida que no solo trata de curar las cicatrices del amor sino las del mundo.
Decía Chicharro Chamorro que, al igual que la poesía de Machado era un doble diálogo con el tiempo al elaborar un discurso sonoro que fluye en él y nos ofrece su emoción profunda, también acaece en la lírica de la jerezana. De ahí que nuestra joven poeta apueste por una defensa del discurso esencial de la poesía, de ese espacio de belleza siempre paradójica, situada entre la utilidad de una belleza natural y la aparente inutilidad en el espacio de la cultura.

FERNANDO VALVERDE
Existe una enorme preocupación en la lírica de Fernando Valverde por el estilo. Se reafirma en la defensa de la sencillez, algo tremendamente complicado, como dirían Juan Ramón Jiménez y A. Machado. Lo difícil para Valverde es conseguir que un poema sea sencillo y bello, dos máximas que siempre persigue. Su esfuerzo por conseguir esa sencillez expresiva se evidencia y también en seguir la secuencia de predecesores a los que admira como Ángel González, Gil de Biedma o García Montero. Lo que le permite crear un espacio de confidencialidad y oralidad necesaria junto al coloquialismo, sin olvidar que el cultivo de la imagen y su fortaleza metafórica es una de sus evidentes cualidades.
Sin embargo, no todo es forma en su obra, existe en sus temas una evidente preocupación por la suerte del ser humano, en ese humanismo de nuevo cuño que defendemos y en ese compromiso de la posmodernidad, sin caer en el panfleto o las estridencias de antaño. Una poesía que, como se ha dicho, se debate entre los sueños rotos y los anhelos, los claroscuros del diario vivir.
Miembro del colectivo “Poesía ante la incertidumbre” y de “Humanismo Solidario”, es consciente de que la poesía puede arrojar luz, diálogo y, sobre todo, humanidad. La poesía aporta un significado a la existencia y va ineludiblemente unida a la búsqueda de la libertad y a darle un sentido a nuestro tiempo.
En su última obra, La insistencia del daño, se presenta como un recorrido sentimental por el dolor (el daño del título) desde esa infección del poema inicial, con la denuncia de algunos personajes históricos, como el asesino Ratko Mladic, en una línea profundamente comprometida con el ser humano y con la que va recreando un creciente juego simbólico en el que se identifica el fracaso del caminante que observa el mundo y recorre su quebranto. Una poesía que podemos definir como “la épica del dolor” desde una intimidad profunda que aspira a contarnos la tragedia actual en un recorrido sin precedentes por conflictos vitales y existenciales.


martes, 10 de marzo de 2015

BREVES COMENTARIOS SOBRE LOS GANADORES DEL XXI PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA 2015

F. MORALES LOMAS


XXI PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA DE POESÍA 2015

La insistencia del daño de FERNANDO VALVERDE



Es un recorrido sentimental por el dolor (el daño del título) desde esa infección del poema inicial, una ceguera general muy a lo Saramago que proyecta imágenes visionarias de angustia y desolación, con la denuncia de algunos personajes históricos, como el asesino Ratko Mladic. 
Con su lírica comprometida con el ser humano va recreando un creciente juego simbólico en el que se identifica el fracaso del caminante que observa el mundo y recorre su quebranto. 
Una poesía que podemos definir como la épica del dolor desde una intimidad profunda que aspira a contarnos la tragedia actual en un recorrido sin precedentes por conflictos como el de Los Balcanes (como elemento simbólico), pero también a una aspiración futura como en el bello poema dedicado a Celia, sobre cómo será su existencia. 
Hay una constante sensación de pérdida, de estar al final de un camino sembrado de desazón y la desesperación contenida con un lenguaje abundantemente metafórico, expresivo y simbólico en el que también existe la sensación de pérdida propia de afectos y una melancólica presencia que se revela en ciudades que sirven de acomodo a un viaje sentimental por América a la que rinde un homenaje. 
Con ese vocativo siempre presente en todas ellas y la muerte como una sombra que invade la memoria recobrada como en el poema “Playa de San Critóbal” y la declaración de abandono en la memoria: amor y olvido siempre presentes en la reconstrucción memorial. 
Un conjunto de ciudades que, en realidad, son un pretexto sentimental para abordar la temática de la pérdida, a la que el poeta se refiere permanentemente. 
De ahí que en el último apartado la luz no llegue a mañana y el daño se apodere de la existencia como una explicación de lo creado. La mujer se hace presente y el quebranto por su pérdida, un quebranto que va pulsando definitivamente la música de sus poemas en ese juego final de antítesis lumínicas (luces y sombras) y la búsqueda en las llamas y la sensación de impotencia vital.



XXI PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA DE NOVELA 2015

Como la sombra que se va de ANTONIO MUÑOZ MOLINA


Como la mayor parte de las construcciones novelescas de MM esta novela nace de una profunda meditación en torno a Lisboa como espacio narrativo sobre el que vuelve pero también en torno a dos circunstancias vitales: la de Ray, el asesino de M. Luther King, y el propio Muñoz Molina, que deviene ente de ficción en la obra. La mezcla de una parábola propiamente dicha (la creación novelesca de Ray con todo su profundo trabajo de reconstrucción periodística) y de la absoluta realidad en su recorrido vital por su propia biografía, con la memoria en torno a Lisboa y su creación Invierno en Lisboa, su familia en Granada, su hijo… o ese tú ensalzado que claramente representa a su mujer Elvira Lindo. 
Con esta dualidad corría excesivos riesgos el autor porque ¿qué tiene que ver la vida de Ray con la de Muñoz Molina? Solo se unen en un punto, Lisboa, y esta fusión genera también la unión temporal y la fusión de acontecimientos diversos con el valor alegórico que engendra el espacio lisboeta del que sin duda está enamorado MM. 
Su narrativa se ha hecho mucho más realista, más directa y clara, más precisa en la información (más periodística) y menos literaria aunque es evidente que su prosa siempre posee una gran altura. 
Podríamos calificarla como un estudio arqueológico de las emociones, un recorrido por la infamia del asesino y la del buen hombre y afectivo personaje familiar como se presenta MM, con un punto de sensibilidad, emoción y aspiración sentimental de lo emotivo. 
Su asesino lejos de producirnos repulsión nos trasmite comprensión y su yo nos humaniza al personaje que realiza una confesión memorial en toda regla. 
Es una novela que construye, pues, las emociones de dos personajes reales en mundos y épocas diferentes, pero también es una novela que trata de marcar la diacronía como instrumento para la construcción narrativa temporal. 
El tiempo como alegato, la vuelta del pasado al presente y viceversa en esa especie de juego de espejos sinuoso en el que la aventura de la escritura y la metaliteratura también se hace presente en esas continuas reflexiones que constituyen su propia arte poética.  
Con esta novela ha creado un nuevo producto que fusiona el periodismo, la narración memorial autobiográfica y el ensayo literario. Tres condimentos que generan sus riesgos pero que son conducidos con maestría por Muñoz Molina.


XXI PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA DE RELATOS

Caza mayor de MANUEL MOYA


Reúne un centenar de historias sobre la vida cotidiana en las que adopta un punto de vista irónico con un estilo raudo, directo y convincente. En ocasiones tiernas; otras, duras, pero siempre con un tono confidencial, como si la oralidad de la que participan buscara esa cercanía al lector. Historias de sus hijos, cacerías de osos, cartas a los reyes magos, historias de guerras, circunstancias de la cotidianidad.
El lenguaje poco literaturizado participa más de los recursos de la oralidad, por ejemplo, cuando dice “Eso me parecía cojonudo”.  En ocasiones con el misterio pretende crear una relevancia para la narración… Procura ser burlón o cínico y siempre hábil creador de espacios y mundos propios con los que va buscando la complicidad del lector; otras interesante y, en ocasiones, tierno. Y siempre imprevisible como en “Mi patria”: “A veces me levanto y tengo patria, otras no, depende”. 
En algunos casos apenas dos líneas muestran a un escritor capaz de grandes recursos y una literatura siempre atractiva, imaginativa y bien desarrollada tanto como inadvertido.
Pero también pulsa un cierto halo de incomprensión ante el absurdo de la existencia y las vías para una interpretación que, a veces, resulta imposible. La ficción es el soporte de una realidad múltiple que pretende ser explicada pero que nunca alcanza la verdad de la misma, como en “Intrusa”, sobre esa mujer que de pronto se adentra en nuestra existencia.
Interpreta con solvencia una serie de historias múltiples y abigarradas en cuando a su existencia creativa, siempre vigorosas e iconoclastas para expresar un realidad que nos sobrepasa. 
Al final realiza una síntesis sobre cada uno de estos relatos y afirma en un ejercicio de autocrítica que “cada texto, sí, se convierte para mí en un viaje singular y distinto que suele recorrer un camino bastante arduo de idas y venidas, de correcciones y tanteos hasta que llegar a ser lo que aparece como aparente cristalización (…) Advertirá en esta colección, ciertas recurrencias, repeticiones y querencias modulares  que tal vez lo aturdan”.









NOTA DE PRENSA

XXI PREMIO ANDALUCÍA

 DE LA CRÍTICA 2015


ANTONIO MUÑOZ MOLINA, FERNANDO VALVERDE Y MANUEL MOYA OBTIENEN EL XXI PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA EN LAS MODALIDADES DE NARRATIVA, POESÍA Y RELATO, RESPECTIVAMENTE.

El Jurado del XXI PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA 2015, constituido por Francisco Morales Lomas, Remedios Sánchez, Manuel Gahete, Antonio Hernández, Carlos Clementson, José Sarria, Rosa Díaz, Paloma Fernández Gomá, Pilar Quirosa-Cheyrouze, José Antonio Santano, Antonio Moreno Ayora, Francisco Huelva, Ricardo Bellveser y José Cabrera Martos, concede el XXI PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA DE POESÍA a la obra LA INSISTENCIA DEL DAÑO (ed. Visor) del poeta Fernando Valverde por entender que el libro es muestra eficaz y rotunda del compromiso ciudadano humanístico y el amor de dos, en compañía de una veta melancólica que no pierde en su envoltura ni la elegancia de dicción ni de concepto. Todo está, en efecto, cincelado, pero por sugerido a través de sorprendentes metáforas de nuevo cuño, fraseo contundente, conclusivo, intertextualidad confesada y el amor “sin orgullo del que ha perdido todo” y ha ganado el don de ver las cosas que hay detrás de las sombras. Destruir el palacio no incluye sus cimientos y en este libro está la sabiduría consistente en que siempre vendrá una generación que los avale. Quedar es su destino.
Fernando Valverde (Granada, 1980). El libro ganador del premio de la crítica en Poesía, otorgado por unanimidad, ha sido La insistencia del daño, del granadino Fernando Valverde, que fue publicado por la editorial Visor. Hace sólo unos meses, también fue elegido como libro del año por el Latinoamerican Writers Institute de la Universidad de Nueva York.
Algunos de los poemas de la obra premiada fueron incluidos en el disco de fusión del flamenco y la poesía que Valverde compuso junto a Juan Pinilla y que le valió una nominación a los Premios Grammy.
En palabras de Nathalie Handal, profesora de la Universidad de Columbia, ‘La insistencia del daño’ es un libro escrito “con una sabiduría poco común” que insiste en “ser testigo de lo que destruye y envuelve, llevándonos al momento en el que el mundo comparte una herida”. Para Handal, “la importante voz de Fernando Valverde está marcando desde hoy su lugar en la historia de la literatura española”.
Fernando Valverde trabaja como profesor de literatura en la Universidad de North Georgia, en Estados Unidos. Sus libros de poemas han sido publicados en más de una decena de países de Europa y América y traducidos a distintos idiomas.

Igualmente, el Jurado ha decidido conceder el XXI PREMIO ANDALUCIA DE LA CRITICA DE NARRATIVA a la obra  COMO LA SOMBRA QUE SE VA de ANTONIO MUÑOZ MOLINA por entender que se trata de una novela de gran complejidad, que de hecho combina tres estructuras narrativas paralelas y a tramos confluyentes, con sugerentes consideraciones teóricas sobre la novela, una inquietante historia ambientada en torno al asesinato de Martin Luther King y una desasosegante memoria novelística en Lisboa.
Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956). En los años ochenta se estableció en Granada, donde trabajó como funcionario y colaboró como columnista en el diario Ideal; su primer libro es una recopilación de esos artículos y aparece en 1984 con el título El Robinson urbano. Su primera novela, Beatus ille, apareció en 1986, aunque se gestó durante varios años. En ella figura la ciudad imaginaria de Mágina, trasunto de su natal Úbeda que reaparecerá en otras obras suyas. Cuenta la historia de Minaya, un joven que regresa a Mágina para realizar una tesis doctoral sobre el poeta Jacinto Solana, muerto en la Guerra Civil, pero cuya apasionante vida le llevará a una serie de indagaciones que darán como resultado un final magistral. En 1987 gana el Premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa por El invierno en Lisboa y en 1991 el Planeta por El jinete polaco, novela por la que vuelve a obtener el Nacional de Narrativa al año siguiente. En 2007 es investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Jaén como reconocimiento a toda su obra. Otras obras destacadas son Beltenebros (1989) una novela de amor, intriga y de bajos fondos en el Madrid de la posguerra con implicaciones políticas (Pilar Miró la llevaría al cine dos años más tarde con el mismo nombre); Los misterios de Madrid (1992) —publicada inicialmente como serial a capítulos en el diario El País, el título hace referencia al folletín decimonónico Los misterios de París, de Eugène Sue—; El dueño del secreto (1994); Plenilunio (1997), El invierno en Lisboa, Ventanas de Manhattan o El viento de la luna (1997). En 2009 publicó La noche de los tiempos, un monumental trabajo que recrea el hundimiento de la Segunda República Española y el inicio de Guerra Civil Española a través de las peripecias de un arquitecto llamado Ignacio Abel.
En 1995 fue elegido miembro de la Real Academia Española (RAE) para ocupar el sillón u. En 2013 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.


Asimismo, el Premio Andalucía de relato ha sido para CAZA MAYOR de MANUEL MOYA por entender que la obra se adentra con solvencia en una serie de historias múltiples y abigarradas en cuanto a su existencia creativa, siempre vigorosas e iconoclastas para expresar una realidad que nos sobrepasa. Al final realiza una síntesis sobre cada uno de estos relatos y afirma en un ejercicio de autocrítica.

La entrega del premio, que se llevará a cabo en Granada el próximo 16 de abril. Consiste en la entrega de sendas estatuillas creadas por la escultora cordobesa Marta Campos.que recibirán una escultura de la artista cordobesa Marta Campos. Los premios cuentan con el patrocinio y la colaboración la Fundación Unicajala Diputación Provincial de Granada, el Ayuntamiento de Granada y la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía.
Manuel Moya (Fuenteheridos, Huelva, 1960), lugar donde reside. Estudió filología hispánica en la Universidad de Sevilla. Poeta, narrador, crítico literario, editor, traductor, ha publicado una docena de libros de poesía con los que ha obtenido premios de relieve como Ciudad de Córdoba (1997), Ciudad de Las Palmas (2001), Leonor (2001) o más recientemente el Fray Luis de León (2010). Su antología Habitación con islas ha sido traducida íntegramente al francés y al portugués. El libro de su heterónima Violeta c. Rangel "La posesión del humo"(ed. Hiperión, 1997) es propuesto como objeto de estudio en universidades españolas y norteamericanas, habiendo sido traducido al inglés, al portugués o al euskara. Como prosista ha editado varios libros de cuentos, La sombra del caimán (Ed. Onuba, Huelva, 2006), finalista del premio Setenil de 2006, Caza Mayor (2014) o Ningún espejo (2014) y las novelas La mano en el fuego (Ed. Calima, Palma, 2006), La tierra negra (Ed. Guadalturia, Sevilla, 2009), Majarón (Ed. Baile del Sol, Tenerife, 2009) y Las cenizas de abril (Alianza Ed., Madrid, 2011), relacionada con la reciente historia portuguesa (lengua a la que ha sido traducida), con la que obtuvo el premio Fernando Quiñones de novela.

La entrega del premio, que se llevará a cabo en Granada el próximo 16 de abril. Consiste en la entrega de sendas estatuillas creadas por la escultora cordobesa Marta Campos.que recibirán una escultura de la artista cordobesa Marta Campos. Los premios cuentan con el patrocinio y la colaboración la Fundación Unicaja, la Diputación Provincial de Granada, el Ayuntamiento de Granada y la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía.





















La creación literaria y el escritor

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El creador de libros, pintura de José Boyano